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Afirman que ‘medio México’ contraerá Covid en 2 semanas

México.- La mitad de los habitantes de México contraerán Covid-19 en las próximas semanas, así lo afirmó el excomisionado contra la influencia Alejandro Macías, bajo el argumento de que la variante ómicron se propaga a una velocidad «nunca antes vista»; además, afirmó que a finales de febrero algunos grupos de la población tendrán condiciones de inmunidad.

El infectólogo hizo la afirmación mediante un mensaje en su cuenta verificada de Twitter, «@doctormacias», y una entrevista,
donde opinó sobre el posible desarrollo del coronavirus en el país.

Por otra parte, en entrevista con Adela Micha, dijo que a los mexicanos esperan 15 días «muy intensos» en cuanto a número de contagios, aunque aclaró existe riesgo a pesar de que la enfermedad causada por ómicron no suele generar condiciones de salud graves.

Macías recomendó hacer home office en caso de ser posible, no acudir a lugares muy concurridos, evitar espacios cerrados, usar cubrebocas y realizarse pruebas rápidas para no exponerse a un contagio.

El médico aclaró que México no llegará a la «inmunidad de rebaño», aunque el aumento en masa de contagios sí ayudará a que un gran grupo poblacional tenga anticuerpos, y por tanto, defensas para generar inmunidad en algunas personas a finales de febrero.

«La inmunidad de rebaño no la vamos a lograr, sólo habrá que mucha gente tenga inmunidad, anticuerpos y un grado de defensas para que se logre una inmunidad de grupo hacia finales de febrero y que será un virus que terminaría sólo con catarros recurrentes todos los años».

Volviendo a Twitter, en otra de sus publicaciones el doctor planteó lejana la etapa en que la curva de contagios pueda descender en Estados Unidos, donde el alza en los contagios inició poco antes que en la República Mexicana, y país que muchas veces sirve como referencia directa para futuros escenarios.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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