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Salud y Bienestar

Agua purificada, mejor hidratante que el refresco: IMSS

“La gente mantiene el hábito de consumir refrescos y jugos industrializados para calmar la sed, y tal vez funcione temporalmente, ya que éstas bebidas no hidratan y por el contrario tienen tanta cantidad de sustancias disueltas, tales como azúcares y sales, que en vez de aportar agua al organismo, éste debe aportar agua para disolverlos, lo que produce deshidratación”, indicó el doctor Arturo Talamás Terrazas, asesor de la Jefatura de Prestaciones Médicas de la Delegación estatal del IMSS en Chihuahua.

Refirió que la influencia de la publicidad en la población han provocado que bebidas con altos contenidos de azúcar sean contempladas como la primera opción para abatir la sed en temporada de calor, pero advirtió que eso afecta el metabolismo y crea malos hábitos alimenticios.

En ese sentido, advirtió que el consumo de refrescos embotellados propicia la deshidratación y a largo plazo contribuye al desarrollo de enfermedades crónico degenerativas, por lo que alertó sobre el riesgo en el consumo de estas bebidas y exhortó a retomar el gusto por el agua natural.

El médico del Seguro Social puntualizó que el organismo utiliza los líquidos para mantener el correcto funcionamiento de todos los procesos vitales, así como refrigerante a través del sudor cuando la temperatura corporal se eleva demasiado. “Esto implica la pérdida de líquidos, sumado a los que expulsamos al respirar, orinar y defecar. Esto es, si tomas 2 litros de agua, pero gastas 1 en sudor y desechos, equivale a haber consumido solo 1 litro”.

Comentó que los lactantes son quienes mayor necesidad tienen de consumir líquidos, los cuales obtiene a través del pecho de la madre. Por lo tanto, enfatizó que si ésta consume bebidas azucaradas, el pequeño crecerá con el gusto por el azúcar, ya que durante meses la estuvo ingiriendo a través de la leche materna.

De esta manera puede incrementarse el factor de riesgo para que el pequeño desarrolle obesidad y sobrepeso en el futuro, porque estará acostumbrado a obtener la saciedad a través de los azúcares, resaltó. Asimismo, refirió que las propagandas sobre diversos productos que quitan la sed, han deformado en la población el gusto por el agua natural manifestando que no les gusta su sabor.

“Hay que recordar que el agua pura no tiene olor, color, ni sabor, por lo que tal vez resulte menos atractiva pero la verdad es que a pesar de ello, el agua es mejor hidratante que un refresco”, comentó.

En ese sentido, Talamás Terrazas recomendó a la población retomar gradualmente el gusto por el agua natural utilizando líquidos de transición, es decir, aguas frescas de fruta natural y con poca azúcar, disminuyendo el endulzante poco a poco hasta lograr el gusto por el producto natural, así el cuerpo aprenderá a ser menos dependiente del azúcar para satisfacer el paladar y al cabo de unas cuantas semanas se buscara el agua fresca más ue los refrescos.

El problema tal vez sea mayor en el caso de los niños que han adoptado el gusto por los refrescos, pues si se les obliga a tomar agua pura tal vez lo harán de mal modo y no por voluntad, “la mejor manera de enseñarlos es con el ejemplo”, afirmó.

Finalmente, señaló que en los adultos mayores también se debe priorizar el consumo de agua, pues este grupo de la población se deshidrata fácilmente porque en ellos la sensación de la sed se ve disminuida y no les es posible saber cuándo hay que beber agua.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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