¡Tras! Fue el sonido que retumbó en los oídos de quienes leyeron la carta de renuncia de Carlos Coria a la presidencia del Colegio de Periodistas, a quienes acusó de envolverlo en “traiciones, deshonestidad, chantajes, amenazas, rumores…” y un largo etcétera.
Coria llegó al cargo hace apenas unas semanas luego de haber disputado ferozmente la presidencia del Colegio con Osbaldo Salvador, director del periódico La Opción, con quien se enfrascó en una amarga serie de acusaciones mutuas.
A final de cuentas perdió el Colegio de Periodistas, un órgano que se formó con fines políticos, obviamente, pero también para capacitar y dignificar al maltrecho gremio de Chihuahua, cooptado por el Foro de Periodistas, organización que ha acaparado decenas de plazas para sus miembros en medios, vocerías y dependencias, principalmente de filiación tricolor, es decir, casi todas.
Sin embargo, había quien veía el Colegio como un huerto de chayotes, pues varios presidentes se beneficiaron con jugosos convenios para sus minimedios, algunos creados al vapor y con información bastante pobre, lo cual atrajo las ansias de quienes vieron en esta agrupación una herramienta para negociar convenios de publicidad.
El Colegio, en principio, tuvo grandes miembros como ‘Juve’, quienes comenzaron a llevar juguetes a los niños en Navidad y otras actividades nobles que poco a poco fueron menguando para dar caso a comidas y borracheras de gorra, y en el mejor de los casos reuniones con funcionarios y candidatos.
A Coria lo hostigó Salvador con los estatutos, pues el director de La Opción también es un hábil litigante. Al final acabó por tronarlo y ahora la pregunta es ¿quién encabezará el Colegio?
Donde está igual o peor de álgido es en los ‘war rooms’ de los distintos partidos, pues las sedes de PRI y PAN se ven activas prácticamente las 24 horas, el café fluye a raudales y sólo falta que alguno se suicide por tanto estrés como lamentablemente ocurrió en la sede del PRD en el DF.
Es difícil ser adivino, pero quienes creen serlo aseguran que los distritos III, V y VI serán para el PAN, el PRI ganará con dificultades el IV y el VII, y los demás se los llevará el tricolor de calle. Pero no se confíe, las mapachadas, golpes bajos y sorpresas estarán a la orden del día.
El PAN trae duro el fuego ‘amigo’. Muchos panistas están más que desencantados de la actitud de Mario Robles, quien de abarrotero pasó a empresario y de grillo medio a grillo pesado. Se acumulan los desprecios y descalabros, los cuales el PRI sabe aprovechar muy bien. Ahí está el ejemplo de Kosturakis.
El PAN no tiene ningún distrito 100% seguro, en todos puede haber sorpresas y sus candidatos lo saben. Así lo hicieron ver durante los cierres de campañas en las que están nerviosos, en el mejor de los casos, y resignados en el peor. Cansancio es lo que se impone, también el pesimismo al notar que no es suficiente colgarse de la mala fama del adversario. El PAN como partido y como oposición ha sido mediocre, muy mediocre.
La que anda más que enchilada es la diputada panista Daniela Álvarez, quien renunció a la mesa directiva del Congreso del Estado para sumarse a la propuesta de sus copartidarios. Tiró la toalla ante la aplanadora legislativa del PRI y sus aliados ‘mini-me’.
La juarense aseguró que la mesa directiva trabaja de manera simulada, parcial, irresponsable y perversa. Esto luego de que el Pleno la exhortó a que “se conduzca con ética” luego de que abandonó la sesión con sus compañeros de fracción, esto en revancha ya que días antes los tricolores y sus aliados dejaron con la palabra en la boca al panista Rogelio Loya, quien pretendía presentar un punto de acuerdo para clausurar la Galería de la Memoria y Recuperación de la Paz.
Y ya que hablamos de juarenses, qué tal el ‘oportuno’ festejo del Partido Verde del Día Mundial del Medio Ambiente, este 5 de junio, en plena veda electoral, en el que se realizará el apagón analógico tanto en esta frontera como en Tecate, Baja California. Lo cierto que dicho apagón tiene poco de ecológico, pues no se sabe dónde irán a parar decenas de miles de televisores viejos y altamente contaminantes pues “se les olvidó” tomar en cuenta qué hacer con ellos.