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Al menos 22 niños mueren en un accidente automovilístico en Suiza

El primer ministro de Bélgica, Elio Di Rupo, declaró que hoy «es una jornada trágica para todo el país», al referirse al accidente anoche de un autobús belga en un túnel de Suiza en el que han muerto 28 personas, 22 de ellas niños.

Di Rupo, que viaja hoy a Sierre para conocer detalles del accidente, afirmó en un comunicado que ha conocido «con consternación el horrible accidente».

El primer ministro manifestó sus condolencias a las familias de las víctimas, y aseguró que el Gobierno hará todo lo que sea necesario para que los allegados de las personas fallecidas «sean correctamente informados con la mayor dignidad».

Di Rupo garantizó que hará lo que esté en su mano para que los familiares sean trasladados y acompañados hasta el lugar del suceso.

Junto al primer ministro viajarán el presidente de la región de Flandes, Kris Peeters, y el viceprimer ministro y titular de Finanzas, Steven Vanackere.

El príncipe Felipe y la princesa Matilde de Bélgica, que se encuentran en Vietnam en una misión económica, expresaron en un comunicado su consternación por lo sucedido.

«Como padres, esta noticia les ha impresionado profundamente», señala la nota, en la que envían además todo su apoyo a las familias de los fallecidos.

Debido a la gravedad de los hechos, el ministro belga de Asuntos Exteriores, Didier Reynders, ha decidido abrir un Centro de Crisis, informó desde Hanoi su portavoz, Michel Malherbe.

Las autoridades del cantón suizo del Valais confirmaron el número de muertos en el accidente, que se produjo en torno a las 20:15 GMT de ayer martes.

El autocar, en el que iban 52 personas, quedó empotrado contra la pared de un túnel.

Los viajeros eran niños de las localidades de Lommel y Heverlee (en el norte de Bélgica), que regresaban a sus casas tras disfrutar de unas vacaciones de esquí en el valle de Anniviers, en los Alpes suizos.

El alcalde de Lommel, Peter Vanvelthoven, indicó hoy a la agencia de noticias Belga que en el autobús viajaban 22 alumnos de sexto año y dos profesores de la escuela primaria ‘t Stekske de esa localidad, pero no precisó el número de víctimas o heridos entre ellos.

El comandante de los bomberos, Jan Jorissen, indicó que siete de los alumnos de Lommel eran de nacionalidad holandesa.

Por otro lado, Mohamed Ridouani, concejal de Educación del Ayuntamiento de Lovaina, al que pertenece el municipio de Heverlee, afirmó que en el autobús había 24 niños y cinco profesores de la escuela Sint-Lambertus de esa localidad.

EL Ministerio belga de Defensa ha fletado dos aviones que trasladarán a los familiares a Suiza.

El secretario de Estado belga de Movilidad, Melchior Wathelet, dijo a la emisora de radio La Première que «habrá que esperar a los resultados de la investigación», pero hizo hincapié que el vehículo siniestrado era un autobús «de última generación, con todos los equipos de seguridad recomendados», y en el hecho de que el accidente se produjo poco después de la salida y en una recta.

Señaló que la empresa a la que pertenecía el autobús siniestrado, Top Tours, una sociedad belga especializada en viajes relacionados con los deportes de invierno, posee «una excelente reputación en el sector del transporte por carretera».

«Los conductores llegaron la víspera del viaje y pasaron el día allí antes de iniciar el trayecto. Así que parece que se ha respetado la legislación sobre las horas de conducción», agregó.

El diario «Le Soir» apunta que el autobús circulaba visiblemente a gran velocidad, en un tramo del túnel donde la velocidad está normalmente limitada.

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Deportes

Wimbledon sin jueces de línea: el fin de una era que muchos ya extrañan

Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon ha eliminado por completo a los jueces de línea humanos, reemplazándolos con un sistema electrónico automatizado. Esta decisión marca un punto de inflexión en uno de los torneos de tenis más tradicionales del mundo, generando una mezcla de aceptación tecnológica y nostalgia por la humanidad que esta figura representaba en la cancha.

Pauline Eyre, quien fue jueza de línea en 16 ediciones del torneo, recuerda con orgullo su primera vez pisando el césped sagrado del All England Club a los 21 años. “Era un sentimiento extraordinario”, comenta. Lejos de haber soñado con ganar un trofeo como jugadora —ella misma se describe como una mala competidora juvenil—, su máximo orgullo fue formar parte del equipo de oficiales, un grupo que consideraba “visiblemente diferente y especial”.

Esa esencia humana es justo lo que, para Eyre y otros puristas, se pierde con esta transformación. Aunque el sistema electrónico —el mismo adoptado por el Abierto de Australia y el US Open— promete precisión absoluta, Eyre sostiene que el cambio elimina una parte esencial del deporte: la imperfección humana. “El tenis es sobre personas. Si le quitas la humanidad, estás quitando una parte fundamental del juego”, afirma.

La medida, anunciada por el All England Lawn Tennis Club en octubre pasado, responde a la intención de garantizar la máxima precisión en el arbitraje y ofrecer condiciones homogéneas para los jugadores, en línea con la mayoría de los torneos del circuito ATP y WTA. Sally Bolton, directora ejecutiva del club, explicó que la transición busca estandarizar el entorno competitivo. Sin embargo, incluso antiguos funcionarios como Andrew Jarrett, ex árbitro principal de Wimbledon entre 2006 y 2019, admiten que el cambio, aunque lógico desde el punto de vista tecnológico, tiene un “costo humano”.

Jarrett subraya que durante su gestión nunca se contempló seriamente eliminar a los jueces de línea, aunque reconocía que la introducción del sistema Hawk-Eye en 2007 marcaba el inicio de una posible transición. Para Eyre, ese momento fue revelador: “Hawk-Eye nos demostró que casi siempre teníamos razón”, dice, con cierta melancolía.

La eliminación de estos oficiales también impacta el futuro del arbitraje en el tenis. “¿Por qué un joven de 15 años querría ahora pasar sus fines de semana arbitrando partidos infantiles si ya no puede soñar con llegar a Wimbledon?”, cuestiona Eyre.

Entre los jugadores, la reacción es dividida. Aryna Sabalenka, número uno del mundo, considera que el sistema electrónico elimina controversias y aporta claridad, aunque reconoce estar «50/50». Por otro lado, Barbora Krej?íková y Frances Tiafoe expresaron su preferencia por el estilo tradicional, destacando el «fanfarroneo» y la interacción humana que ofrecían los desafíos a jueces de línea.

El sistema automático no está exento de fallas. Durante un partido de segunda ronda, el sistema emitió un llamado de «fuera» entre puntos, generando confusión y risas entre el público. Otros jugadores también señalaron que las señales automatizadas son a veces demasiado tenues para escucharse, especialmente en canchas con mayor ruido ambiental.

De los aproximadamente 300 jueces de línea que solían participar en Wimbledon, solo 80 permanecen este año como asistentes de cancha en caso de fallos técnicos del sistema.

Lo que antes era una aspiración para muchos —ser parte del torneo más prestigioso del mundo, aunque fuera desde los márgenes del terreno de juego— ahora queda relegado a la historia. Eyre, ahora comediante de stand-up, recuerda cuando fue abucheada por sancionar al favorito local Greg Rusedski o cuando John McEnroe la fulminó con la mirada por marcarle un error.

Con humor y algo de resignación, reconoce que los jueces de línea eran vistos como “jugadores fracasados y personas demasiado autoritarias”. Pero, en el fondo, lo hacían por amor al tenis. “Solo queríamos ser parte de algo que amamos”, concluye.

Y quizás, como muchas cosas en la vida, no sabíamos cuánto los íbamos a extrañar… hasta que desaparecieron.

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