Por: Alejandro Salmón Aguilera
Casi al unísono, los gobiernos de Canadá y los Estados Unidos de América les sugirieron a sus ciudadanos no visitar Chihuahua, a menos que sea estrictamente necesario y, en caso de hacerlo, que lo hagan con extremas precauciones, sin viajar de noche y, de preferencia, llegar a las ciudades fronterizas desde sus ciudades pares en la Unión Americana.
De todas las alertas lanzadas por el Gobierno de Estados Unidos el pasado 15 de abril debe destacar la de Chihuahua, pues prácticamente se sugiere no poner pie en la entidad, ni siquiera en sus zonas urbanas.
Algo debe estar pasando en Chihuahua que el Departamento de Estado incluyó en su alerta a prácticamente toda la ciudad de Chihuahua, como no lo había hecho en años: pidió la zona centro y los principales parques industriales de ciudad de Chihuahua.
Tal vez no sea casual que la alerta emitida por el gobierno de Canadá también incluya a los estados mexicanos fronterizos con los Estados Unidos para que sus ciudadanos no los visiten.
Ambos gobiernos coinciden en un punto: en México y en Chihuahua persiste la actividad de grupos delictivos que pone en riesgo a sus ciudadanos. Claro, a ambos países les importa muy poco que también los mexicanos estén en peligro por residir en esas zonas o por estar de paso.
Mientras que Canadá les advierte a los canadienses viajeros que deben tener “extremar precaucaciones en los estados del norte de México por el alto grado de violencia en esas partes del país que generan un deterioro en la situación de seguridad”, el gobierno estadounidense es todavía más específico, sobre todo en referencia a Chihuahua.
“El crimen y la violencia siguen siendo problemas graves en todo el estado de Chihuahua, particularmente en la porción sur del estado y en las montañas de la Sierra, incluyendo la barranca del cobre”, dice el Departamento de Estado.
Mientras que dos países, que son los principales socios comerciales de México, les piden a sus habitantes no venir a Chihuahua, aquí nos tomamos con desdén y hasta le sacamos al comentario.
“Chihuahua no la tiene como tal”, dijo escuetamente el gobernador Duarte cuando se le cuestionó sobre las dos alertas. No agregó más.
Acaso sin proponérselo, la Fiscalía General del Estado emitió, ayer mismo, un documento que podría ser la respuesta a las dos alertas. Se trata de un comunicado en el cual da cuenta de dos enfrentamientos a tiros ocurridos en la zona noroeste del estado apenas la semana pasada: uno, entre bandas criminales y otro más, entre una célula de un cártel delictivo y agentes de la Policía Estatal.
Eso no es todo: en el detallado boletín de prensa, se da cuenta de que los presuntos delincuentes vestían uniformes militares; que portaban armas como una Barret calibre .50 o un lanza-misiles guiado, más casi 500 cartuchos útiles, la mayoría de ellos, para uso en armas de alto poder.
El mismo boletín dice que esos grupos azolaban la zona noroeste del estado, una de las señaladas por la alerta del gobierno estadounidense, y que pertenecían a organizaciones delictivas que permanecen en pugna desde hace años.
Ahí está la respuesta a la alerta: los grupos delictivos siguen activos, armados y hasta uniformados y con acceso a artefactos de guerra propios de un ejército que está en combate. Si eso no está para ponernos alertas, entonces ya no sabemos qué.