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Opinión

Algo pasa con el árbitro electoral

La cancelación de un debate tan importante y las extrañas maneras de proceder por parte del IEE hacen preguntarse al autor en esta colaboración especial, sobre un serio «sospechosismo» por parte del Instituto y el daño que éste hace sobre su misma imparcialidad.

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Por: Sergio Armando López Castillo (Colaboración especial)

Da la impresión de que en el Instituto Estatal Electoral (IEE) de Chihuahua, las cosas no andan muy bien.

A reserva de que debemos darle el beneficio de la duda en cuanto a su actuación previa al día 5 de junio, que es la elección, hay dos hechos que llaman al «sospechosismo» y a la duda, y los periodistas, los analistas y los ciudadanos, debemos observarlos con sentido crítico y hasta donde se pueda, objetivo.

1430_chacho-barraza-javier-corral-y-serrano_620x3501.- El órgano árbitro del proceso electoral, define suspender el DEBATE entre los candidatos a la gubernatura del Estado, cuando ya todos los abanderados y sus partidos habían acordado participar, justamente HOY 4 de mayo en dicho encuentro. Sin embargo el aspirante del PRI-Verde-PT-Nueva Alianza se desiste y el IEE acepta posponer el evento y trasladarlo al 21 de mayo. ¿Porqué accedieron a esa petición de cancelarlo, obedeciendo a un partido o candidato?

2.- Apenas ayer, funcionarios del mismo IEE, acuden a un programa de Televisión por cable ANTENA-TV, «Plan de Vuelo» que conduce el colega comunicador Luis Rubén Maldonado Alvídrez, irrumpen y notifican «al aire» a la candidata a alcaldesa del PAN, Maru Campos Galván, sobre una denuncia de «actos anticipados de campaña, promovida por su oponente del PRI, Lucía Chavira», cuando la diputada con licencia se encontraba siendo entrevistada en ese foro.

¿Porqué la «imprudencia» de los miembros del Instituto Electoral, de cumplir esa diligencia, en ese momento y en ese lugar?

¿A caso en esto de la política, hay casualidades? ¿Compañeros colegas, ciudadanos, todos, qué opinan de estos dos acontecimientos?

¿Está el IEE en condiciones de garantizar un proceso político-electoral imparcial, cómo árbitro en la contienda?

Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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