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Salud y Bienestar

Alimentos que mantienen activo el cerebro

Especialista afirma que la buena hidratación y el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos, es necesaria para un buen funcionamiento cerebral.

Nutrióloga de la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ), Esmeralda González Navarro., afirma que el consumo de manzanas, requesón cereales de grano entero y orégano es importante para mantener activo el cerebro.

Existen otros alimentos saludables para el cerebro como: los plátanos, espárragos, mangos y espinacas. Además, los frutos rojos, chocolate amargo, nueces, atún y salmón.

Por ello, la especialista invitó a la población en general a mantener un cerebro saludable mediante la buena hidratación, el ejercicio mental y la alimentación.

“El cerebro humano es el centro del sistema nervioso. Es un órgano muy complejo que vigila y regula las acciones y reacciones del cuerpo”, explicó.

Destacó que la buena hidratación es necesaria para un buen funcionamiento cerebral. El ejercicio mental consiste en mantener activo el cerebro, haciendo crucigramas, sopa de letras o incluso leer.

“La actividad física mejora la oxigenación al cerebro, además de la conexión de las neuronas. La desintoxicación consiste en evitar el alcohol y el tabaco. El alcohol disminuye el tamaño del cerebro y el tabaco la cantidad de oxígeno que llega al cerebro”, detalló.

La especialista también recomendó socializar, comer en familia o compartir con los amigos como actividades que ayudan a mantener un buen funcionamiento del cerebro.

González Navarro afirmó que la disminución de estrés es fundamental, así como la relajación y las emociones positivas, ya que retardan el envejecimiento de ese órgano.

Dormir adecuadamente entre 7 y 8 horas, es otro de los factores clave, ya que esto ayuda a reforzar lo aprendido, reparar tejidos dañados y a olvidar cosas innecesarias.

Con información de Notimex

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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