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AMLO invita al panista Antonio Echevarría, gobernador saliente de Nayarit

El presidente Andrés Manuel López Obrador sumará a otro gobernador saliente a su gobierno, el panista Antonio Echevarría, mandatario de Nayarit, quien dejará el cargo este 19 de septiembre.

“Ha sido tan bueno el trabajo de Toño que estoy pensando… nada más quiero que me den tiempo, porque luego me empiezan a presionar… me empiezan a decir: ‘¿Y en dónde?’. Pero yo voy a invitar a Toño a que nos siga apoyando en el gobierno federal”, anunció el presidente

El reconocimiento del presidente fue explícito en materia de seguridad.

“Opino que Nayarit tuvo la suerte de contar con un buen gobernador en estos 6 años, bueno 4 porque lo limitaron (…). Toño es un buen gobernador y trabajamos de manera coordinada y a veces no se advierte lo que significa un buen gobierno (…). Si se trata de temas como la seguridad, si yo fuese nayarita y me preguntaran qué fue lo mejor que hizo el gobierno actual, yo diría nos dio seguridad, nos devolvió la tranquilidad”, externó.

En su visita a la entidad, donde inauguró del Centro de Rehabilitación y Educación Especial, en Tepic, Nayarit, el mandatario recibió del gobernador su agradecimiento por haber prestado ayuda para enfrentar la emergencia por el huracán Wila, siendo aún mandatario electo.

La víspera la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) anunció que propondrá al gobernador saliente de Sinaloa, el priísta Quirino Ordaz Coppel, como embajador de México en España.

La cancillería informó que formalmente se pedirá el beneplácito al gobierno español para enviar la propuesta al Senado para su aprobación.

Por su parte, el priista Quirino Ordaz celebró en sus redes sociales el acercamiento con el presidente López Obrador.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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