El amor prohibido del perredismo chihuahuense con el PRI, llegó a su fin tan súbitamente como surgió, por obra de un cruel villano llamado Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, quien vía Twitter desautorizó cualquier tipo de coalición con este partido. Todo fue un brevísimo romance de primavera.
Imagínese e impacto de los perredistas, quienes tras haber perdido las elecciones ?con compra de votos?, de pronto se topan con la noticia de que en Chihuahua ambos partidos van de la mano para las elecciones de Parral con Miguel Jurado y Chihuahua con Javier Garfio.
Y es que la ambición de la paupérrima dirigencia perredista en Chihuahua, hizo soñar a Pável Aguilar y Héctor Barraza con llegar a la diputación y sindicatura respectivamente, pasando por encima de los intereses y las decisiones del partido.
El PRD nacional rechazó tajantemente dicha alianza, y ahora deberán hacer lo que no han hecho nunca: tratar de fortalecer al partido y ganar algo por ellos mismos, para sacarlo de ese estado vegetativo-terminal en el que se encuentra y aprovechar el descontento social y el empuje que hace unos meses les dio Andrés Manuel López Obrador.
Y es que la izquierda en Chihuahua ha hecho un papel patético. Desde la mera servidumbre y la carroñería política, hasta la oposición alucinante, oportunista y estéril que a nadie sirve. Mientras, cientos de miles de chihuahuenses viven graves problemas sociales que a nadie les interesa.
Si vemos las cosas desde un panorama más amplio, Chihuahua siempre ha sido una sociedad vanguardista, cuna de la Revolución y protagonista en todos los grandes movimientos históricos de los últimos siglos, sin embargo, actualmente no existe un movimiento organizado, capaz de hacer sintonía con los verdaderos problemas de los chihuahuenses, a quienes les importa ante todo su bienestar social y sus derechos, no emprender revueltas suicidas con tufo chavista.
Ahora, Zambrano ya no nada más les tiró el montaje a los perredistas de Chihuahua, sino que anunció públicamente la postulación directa de candidatos. Tómala.
El revés al PRD chihuahuense le sentó de perlas al PAN estatal, sobre todo a su dirigente Mario Vázquez Robles, quien presentó ayer sus alegatos contra el gobernador César Duarte, a quien acusó de intervenir la vida interna de su partido, llevándose a sus candidatos y operando más para el PRI que para el gobierno, ¿qué no es lo mismo?
Ahí estuvo junto a su principal ariete, Javier Corral, autoproclamado líder moral del PAN norteño y azote de todos los “chicos malos”. Argumentan que Duarte está poniendo en riesgo el Pacto por México, como una manera de hacer ruido y que le llegue un jalón de orejas desde los meros meros, ya que en Chihuahua sencillamente no hay quien pueda decirle nada.
La primera escaramuza sería por la vía legal, al denunciarlo por su participación directa en los destapes, los desayunos que ha protagonizado en Sanborn´s y Los Arcos, todo en horas hábiles como gobernador. Nuestra pregunta aquí es, ¿hay alguien capaz de checarle entrada y salida al gobernador de Chihuahua? Él, usted y nosotros, sabemos que no.
La otra vía es la escaramuza política, pues como señoras de lavadero, Corral, Madero y Vázquez, están planeando granjearse el apoyo del partido y amagar al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, con romper el Pacto por México. Huy qué mello, dicen los del PRI.
Duarte no actúa inconscientemente. Busca demostrar, una vez más, que el control total de los tres poderes, organismos descentralizados, incluso los partidos de oposición, está en sus manos. Un acto de soberbia política, claro que sí, ¿para qué? Duarte sabe bien para qué.
Así, el PAN quiere endosarle a Duarte todas sus desgracias, pues ya lo desmanteló y le arrancó cualquier aspiración de triunfo antes de las elecciones. Una carnicería política a la que contribuyó muchísimo el mismo Acción Nacional, con sus genocidios internos, la guerra sucia y la chacalería a todo lo que da.
Y es que apenas ayer se dio otro colapso en el ruinoso PAN, ya que Humberto Pérez, candidato a diputado por Cuauhtémoc con medianas esperanzas de triunfo, tuvo que declinar la candidatura pues no pudo acreditar que vive allí, pese a atender su restaurante todos los días, desde hace años. Este será otro candidato que deberán designar casi al vapor.
¿Quiere más? Pues ahí le va. Manuel Narváez es otro que se va del PAN, víctima del ostracismo político pues cuando pidió ser candidato a diputado simplemente le dijeron, que no. Luego hizo un intento de teatrito con su casa de campaña, pero ni así, de modo que se fue con el PT y se registró como candidato a la alcaldía, una opción humillante pues solo hará el ridículo y ni soñar con robarse un peso del dinero de las campañas, pues toda la jauría Aguilar estará olisqueándole los bolsillos.
Narváez competirá contra el que resulte candidato tras la elección interna que, otra vez, deberá hacer el partido, luego de demostrar la total inutilidad de los famosos sondeos. Así, contienden en la interna Tere Ortuño y Guillermo Villalobos, este último apadrinado por Carlos Borruel. El tercero en discordia es Miguel Riggs, ahijado político de Miguel Latorre.
Dentro del PAN, Ortuño lleva las de ganar, pero si Villalobos y su patrón fueran de pronto iluminados por algo de sensatez, quizá se sumen al proyecto de Riggs y ahí sí se le pondría difícil a la ex senadora. La contienda se va a poner más fangosa de lo que se esperaba, por mucho que sonrían en la foto.
Para terminar con los asuntos electorales, hablemos de los cambios en el gabinete. Miguel Ángel González, el Rey Apache de la Arena Coliseo y del círculo duartista, dejó la secretaría particular y aterrizó en la Coordinadora de la Tarahumara. Ordorico Vázquez ocupó su lugar, pues es considerado como uno de los mejores operadores electorales con los que cuenta el mandatario en su baraja.
Este funcionario, está altamente especializado en ganar elecciones y encabeza un grupo selecto con lo más efectivo para ganar elecciones, formado con numerosos cursos y talleres. Personal profesional y de primera, nada de improvisados.
Guillermo Amador acabó en obras públicas, pero no en calidad de secretario sino de encargado. Mientras, Ochoa simplemente no da el ancho para la Junta Central de Aguas, pues tendrá muchos huevos y azúcar, pero de cuestiones técnicas su formación no le alcanza.
Cerramos con el comentario central del discurso de Garfio al asumir la candidatura. Le hizo justicia el partido tras treinta años de militancia. Así intentó obtener la justificación plena como casi alcalde que ya es, en un mensaje claramente dirigido a sus ex rivales, quienes podrán presumir mucha labia, muchos amigos o mucha labia, pero ninguno ha militado tanto y tan duro, y ninguno es tan amigo del gran elector.
En estas elecciones, la vida interna de los partidos ha sido virulenta y convulsa, muchas decisiones, jaloneos y triquiñuelas, pero quienes para nada han pintado han sido los ciudadanos, pues no cabe duda que a los gobernantes de Chihuahua los eligen todos, menos los ciudadanos.
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