Asesinaron a la periodista Miroslava Breach, corresponsal de La Jornada, la mañana de este jueves mientras salía de su casa para dejar a su hijo en la escuela. Este crimen se suma al de Adrián Rodríguez hace apenas tres meses, y si tomamos en cuenta la última década, van 19 comunicadores asesinados en la entidad. La mayoría de los casos se resolvieron de manera cosmética o de plano quedaron impunes.
Aquí hay que tomar en cuenta que la mayor mortandad se registró entre 2006 y 2010, precisamente cuando arreció la guerra del narco que detonó el presidente Felipe Calderón, cuyos resultados son por todos conocidos. Muerte, impunidad y cero resultados. Desde el año 2000 podemos contabilizar 21 casos.
No debemos permitir que gane el olvido. Recordemos que en 2000 asesinaron en Juárez a José Ramíez Puente, de Juárez hoy; en 2001 José Luis Ortega Mata, director del Semanario de Ojinaga, fue asesinado, y ese mismo año también le arrebataron la vida a José Barbosa Bejarano, de la revista Alarma Chihuahua.
Uno de los casos más sonados fue el de Enrique Perea Quintanilla, veterano reportero policiaco y director de la revista Dos Caras, Una Verdad, quien en día previos a su ejecución denunció públicamente amenazas en su contra. A partir de este año la batalla entre los cárteles arreció la violencia contra comunicadores, y en 2007 masacraron, en diferentes hechos, a los periodistas Gerardo Guevara Domínguez, del semanario Siglo XXI, y a Saúl Noé Martínez, quien fue levantado en Agua Prieta, Sonora, pero asesinado y arrojado en Janos, cerca del límite entre ambas entidades.
En 2008 siguió la violencia con el homicidio en Juárez de Candelario Pérez Rodríguez, de la revista Sucesos, y de José Armando “El Choco” Rodríguez Carreón, reportero de El Diario de Juárez, quien también denunció públicamente amenazas. Ese mismo año, en Chihuahua, las balas alcanzaron al reportero de El Diario de Chihuahua, David García Monroy.
2009 fue otro año trágico, marcado por los crímenes en Juárez en contra de Ernesto Montañez Valdivia, de Enfoque del Sol de Chihuahua; Norberto Miranda Madrid, reportero de Radio Visión en Nuevo Casas Grandes, y en la capital del estado la víctima fue fotógrafo de eventos sociales Jaime Omar Gándara, quien recibió 20 puñaladas.
2010 no fue mejor, pues los asesinos alcanzaron a la ex conductora de Televisa-Chihuahua, Isabel Cordero Martínez, al camarógrafo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Guillermo Alcaraz Trejo. En Juárez la víctima de ese año fue Luis Carlos Santiago, fotógrafo de El Diario de Juárez.
En 2011 fue atacado a tiros Hugo César Muruato ‘Spanky’, un conocido locutor y animador de La Caliente, justo cuando salía de un antro en la Zona Dorada donde trabajaba. En 2012 ocurrió la tristemente famosa masacre del Río Rosas, donde murieron 14 personas que convivían en dicho bar. Entre las víctimas se encontraban los periodistas Javier Salinas y Javier Moya, ambos con larga trayectoria en medios. En otro hecho perdió la vida Ernesto Araujo, fotógrafo que colaboraba con El Heraldo de Chihuahua. En 2013 mataron a Jaime Guadalupe González Domínguez, director y reportero del portal Ojinaga Noticias.
Las agresiones contra periodistas han sido moneda común en Chihuahua. La impunidad también, pues la mayoría de los casos no han sido resueltos, y aquellos que sí lo hicieron dejan más dudas que certezas. Esta impunidad es el principal elemento que alienta a los asesinos, pues saben que matar en Chihuahua es como comerse un helado y que no hay autoridad ni castigo que los amedrente.
La seguridad de los y las periodistas es una obligación estatal que tres deberes especiales resumidos en las tres “P”: Prevenir, Proteger y Procurar justicia. Si bien no se puede culpar a Javier Corral ni a su gobierno por el asesinato en sí, ellos son responsables por esclarecer e impartir justicia en este hecho. También se advierte la actitud carroñera de opositores políticos y mediáticos utilizan la sangre de una compañera para atizar sus críticas y ambiciones.
Los actos de violencia contra periodistas tienen un triple efecto: Vulneran el derecho de las víctimas a expresar y difundir sus ideas, opiniones e información; generan un efecto amedrentador y de silenciamiento en sus pares; violan los derechos de las personas y las sociedades a buscar y recibir información e ideas de cualquier tipo.
Los medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales también tienen un rol importante en la tarea de prevenir, evitar y sancionar la violencia contra periodistas. Los medios de comunicación deben de proveer el apoyo apropiado a las y los periodistas, incluyendo protocolos de seguridad y capacitación adecuada para aminorar los riesgos, tanto si son periodistas permanentes como freelance.
Medios y gremio han quedado a deber. Los primeros se desentienden de sus colaboradores y las segundas suelen adoptar una actitud carroñera de reclamar y exigir no tanto justicia o protección para los agremiados, sino beneficios políticos y comerciales para sí mismos o para sus medios. ¿Capacitan debidamente las empresas de comunicación a su personal? ¿Están al pendiente de ellos? ¿Qué resultados han tenido las eternas reuniones para delinear acciones y mecanismos de protección?
¿Qué nos toca hacer a los periodistas y a la sociedad? Es hora de que los comunicadores de Chihuahua y todo México tomen acciones propias como formar redes efectivas entre colegas, establecer mecanismos propios de protección, articular peticiones sólidas a organismos internacionales, todo esto sin dejar de lado la exigencia para que las autoridades cumplan con su labor de impartir justicia, pero sin atenernos a que aparatos que siempre han brillado por su ineptitud y complicidad con delincuentes sean los encargados de garantizar nuestra integridad.
¿Cuántas vidas han salvado los mecanismos de protección a periodistas? Sólo podemos estar seguros de que no las suficientes. ¿Qué acciones ha tomado el gremio? Las más notorias son enviar boletines y ladrar reclamos, sólo algunas le han entrado de lleno. ¿La sociedad arropa a los periodistas que arriesgan su vida por informar? No. ¿Reconoce el gobierno el papel de los periodistas? Tampoco, la estrategia parece ser la confrontación y la generalización para embolsar a todos en un saco de malas prácticas mediante aspectos que rayan en la criminalización. Cuando las noticias son malas, lo más sencillo es ir contra el mensajero…