oma, Italia.- En su tradicional mensaje de Navidad, el Papa Benedicto XVI se refirió ayer a una de las plagas más peligrosas que afectan a México y América Latina, el aumento de la criminalidad, y pidió que ciudadanos y gobernantes de los países de la región se comprometan en la lucha contra el fenómeno.“Que el Niño Jesús bendiga a los numerosos fieles que lo celebran en Latinoamérica. Que haga crecer sus virtudes humanas y cristianas, sostenga a cuantos se han visto obligados a emigrar lejos de su familia y de su tierra”, afirmó el Pontífice, en una plaza San Pedro que con la complicidad del sol y una temperatura inusualmente templada para la época, estaba llena de fieles venidos de diferentes países.
“Que fortalezca a los gobernantes en su compromiso por el desarrollo y en la lucha contra la criminalidad”, agregó Benedicto XVI en su oración “Urbi et Orbi”.
La lucha contra criminalidad y el narcotráfico es un importante desafío en México.
En México, más de 60 mil personas murieron en la lucha entre los cárteles de droga y las autoridades, en el marco de una ofensiva militar contra el narcotráfico emprendida hace seis años por el ex presidente Felipe Calderón.
Por otra parte, el Papa habló también sobre el conflicto armado en Siria y pidió una vez más que se ponga fin al derramamiento de sangre en ese país a través de una solución pacífica y política y no por medio de una intervención armada.
“Una vez más hago un llamamiento para que cese el derramamiento de sangre, se facilite la ayuda a los prófugos y a los desplazados y, a través del diálogo, se alcance una solución política al conflicto”, declaró el Papa, quien vestía unas prendas de color rojo, doradas y blancas, y quien se dirigió a los fieles desde el balcón de la Basílica.
En esta línea, Benedicto XVI también tendió la mano a los nuevos dirigentes del Partido Comunista de China (PCCh), país en el que la Iglesia católica reconocida por El Vaticano vive unos momentos de fuerte tensión con las autoridades locales y donde se teme un cisma por parte del grupo de católicos autorizados por Beijing.
“Que el Rey de la Paz (Cristo) dirija su mirada a los nuevos dirigentes de la República Popular China en el alto cometido que les espera”, indicó el Papa.
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