Rusia ha dado el último paso para prohibir a los menores participar en manifestaciones no autorizadas. El presidente Vladímir Putin ha firmado la ley que contempla penas de 15 días de cárcel y hasta 14.000 euros de multa para los organizadores de protestas y marchas que no tengan autorización gubernamental y que “involucren a menores de edad”.
Los jóvenes han encabezado y tomado un lugar muy destacado en las manifestaciones antigubernamentales lideradas por el líder de la oposición parlamentaria Alexéi Navalni desde principios de 2017. Y en sus marchas, nunca autorizadas, han sido detenidos cientos de ellos. Sobre todo tras las elecciones de marzo. En las marchas contra la toma de posesión de Putin, las autoridades detuvieron a chicos de 12 años. Y la imagen se volvió a repetir en las manifestaciones contra la reforma de las pensiones.
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El Kremlin suele acusar a Navalni de “engañar” a los menores —incluso han llegado a difundir la idea de que ofrece dinero por acudir— para que participen en sus manifestaciones. Así que el propio Navalni, que se ha convertido en la voz más crítica contra Putin dentro de Rusia, ha llegado a afirmar que la controvertida ley se dirige “especialmente” contra él.
Las manifestaciones convocadas por el opositor y su nutrido equipo digital, como la mayoría de las protestas en general, no logran la autorización oficial. Pero eso no es una traba para que los jóvenes —en contraste con sus progenitores, que suelen tener miedo a manifestar sus opiniones políticas o salir a la calle— se signifiquen políticamente.
Al aprobar la nueva ley, la Duma (el Parlamento ruso), explicó que los menores deben mantenerse alejados de las manifestaciones “para evitar daños en su salud”. En la Cámara, la norma también ha recibido algunas críticas, como la del diputado del Partido Comunista Alexey Kurinniy, que alertó de que tiene una “interpretación y una aplicación muy amplias” y que esto puede llevar a que las autoridades la apliquen «de manera selectiva».
Putin lleva 19 años en el poder y muchos jóvenes no han conocido otro líder. Es entre los jóvenes donde se encuentran algunos de sus más fervientes seguidores. Pero entre la juventud urbana no tiene tanto empuje. Ni mucho menos.
El Kremlin parece tener pánico a que los sentimientos de disidencia crezcan entre la juventud rusa. Y en los últimos meses también ha habido un aumento de los arrestos de jóvenes rusos por cargos de extremismo por compartir o almacenar en las redes sociales material considerado extremista. Los casos por extremismo han aumentado significativamente en los tribunales rusos de 656 en 2010 a más de 1.500 el año pasado.
El País