Arturo Proal, el “bombero” del Estado acudirá a Juárez para auxiliar a los priístas locales y ayudarlos a superar sus odios fraternales, traumas de la niñez y delirios electorales, pues la designación de candidatos es inminente y habrá, cuando menos, crisis nerviosas.
Las primeras terapias corrieron a cargo de Leonel de la Rosa, quien con su interpretación ejidal de los principios freudianos, no logró más que atizar la lumbre entre los priístas. Luego vino el gobernador César Duarte, quien conmovió a las audiencias el pasado domingo con su testimonio, cuando narró cómo le negaron la diputación durante el sexenio de Patricio y apechugó hasta que lo premiaron con la gubernatura, al estilo de la película “En busca de la felicidad”.
Pero las mordidas y arañazos no han parado, así que fue necesario traer a Proal desde el DF, donde está a cargo de la representación de Chihuahua en el DF. A ver cómo los pone.
Pero no son sólo las alcaldías las que están causando dolores de cabeza a la monarquía priísta, pues las jaurías también están luchando por acaparar las diputaciones y regidurías que deberán estar definidas para los primeros días de abril.
En el caso de Chihuahua la designación de candidatos se complica, pues existen zonas de riesgo para el PRI, pues en un escenario poco probable, pero probable a fin de cuentas, el PAN podría alcanzar la victoria o al menos colar varios diputados si lograra mantener la unidad y el PRI se resquebrajara por conflictos internos.
Quizá hoy o mañana se publica la convocatoria y el próximo fin de semana será la convención, lo que eleva la tensión pues a unos días de la definición, aún no hay un claro favorito, por mucho que algunos quieran verlo.
Ricardo Boone es el más “flaco” de los aspirantes. Con poca experiencia en la política, su base de apoyo la constituyen los empresarios de la radio, así como el mediano reconocimiento de los residentes de su distrito. Además, tiene tan poca interacción con otros políticos que hasta ahora ha cosechado pocos enemigos, lo que podría ser a final de cuentas una ventaja.
Maurilio Ochoa tuvo la ventaja de adelantarse y ser de los primeros perfilados por la alcaldía. Otro punto a favor es su trayectoria como diputado federal, pues desde el principio mostró una total lealtad a César Duarte, incluso cuando muchos no creían que llegara a gobernador.
Además, Maurilio no ha escatimado tiempo ni recursos para echar adelante su precampaña, tiene dinero para invertirle más y ha sido inteligente y disciplinado como titular de la Junta Municipal de Agua, demostrando que sabe administrar.
La trayectoria política de Marcelo González Tachiquín ha ido en zigzag, pues de la refulgente secretaría particular del gobernador, donde rivalizaba en poder y presencia con Graciela Ortíz, pasó a la cloaca de la fundación Colosio, que más que una plataforma para fortalecer su candidatura a una diputación, solo sirvió para frustrarla.
El “efecto Lázaro” lo alcanzó y fue nombrado director de Pensiones Civiles del Estado, un organismo de suma importancia para la administración estatal, no sólo porque atiende a toda la burocracia, sino por el buen manejo que le ha dado este joven político para proyectarse, gracias a proyectos como el estacionamiento ecológico, con los cuales quiere demostrar que sabe administrar.
Sin embargo, su actividad mediática ha sido tan intensa, que ha sido vista como un intento de presionar a las cúpulas del PRI para que lo consideren, lo cual ha molestado a varios, incluso al mandatario, aseguran.
Es bien sabido que entre Duarte Jáquez y González Tachiquín existe una estrecha relación personal, y mientras unos piensan que el director de Pensiones se vale de la misma para tener más libertad política, otros aseguran que ha abusado de la confianza del mandatario y está a punto de pagar por ello, sacándolo de la contienda. Sería otro que paga caro el irse por la libre.
El que parece irse colando poco a poco, sin hacer ruido fuera de los círculos de poder del PRI, es Alejandro Domínguez, quien en un principio era considerado un aspirante sin posibilidades, de puro relleno.
Domínguez ha tenido cuidado de no molestar al gobernador, quien ha reconocido en varias ocasiones su cultura del esfuerzo. Un punto en contra es su cercanía con Alejandro Cano, quien echó por la borda su peso político al perder la alcaldía por mera soberbia y luego enemistarse con Duarte durante la contienda por la gubernatura de Chihuahua.
Quien se ha mantenido como un sólido aspirante a la alcaldía desde el principio es Javier Garfio Pacheco, quien reúne muchas cualidades para ser candidato: Tiene experiencia en una secretaria de gran importancia para la gestión estatal por la enorme cantidad de obra pública y mega proyectos que se han desplegado, además de saberse subordinar, medir su lengua y trabajar duro.
Muchos de los aspirantes se dicen amigos del mandatario, pero si este factor fuera decisivo, sin duda Garfio ya sería el candidato pues se conocen desde niños. Su proyecto ha sido muy atractivo lo mismo para políticos que para empresarios “de los de arriba”, sin haber generado antipatías peligrosas.
Sus desventajas son la poca proyección hacia la ciudadanía y los retrasos en el ViveBus, obra que espera usar de carta de presentación. Sin embargo, ya operando, los buenos comentarios y resultados podrían ser un poderoso impulso a su campaña, si los sabe manejar.
La elección de candidato para Chihuahua es muy complicada, tanto que ya casi les amanece sin que haya alguno plenamente descartado, cuando menos, pero lo cierto es que ese candidato ya está en la cabeza del primer priísta de Chihuahua, quien solo está haciendo su labor de cirujano para evitar un reguero de sangre que sólo debilitaría al PRI.
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