Conecta con nosotros

Opinión

Aserto: Sin ejes de gobierno por Luis Javier Valero Flores

Published

on

Han iniciado las campañas electorales, al principio del mes las de los candidatos al Gobierno del Estado y al final -el 28- las de los candidatos a los cabildos y el Congreso local.

Lo hacen en uno de los peores momentos para la clase política, marcado por la mayoritaria descalificación ciudadana hacia ella y sus partidos; algo de eso recoge la encuesta realizada por la empresa Confirme, contratada por El Diario, y de la cual damos cuenta en las páginas interiores, además de un análisis de las cifras arrojadas, resultado de las preguntas efectuadas a mil 200 personas.

El hecho de tomarla en cuenta para realizar un análisis del comportamiento electoral deriva del hecho que en las dos elecciones anteriores los resultados de las encuestas efectuadas pocos días antes de la fecha de las elecciones sí han marcado las tendencias que finalmente expresaron los ciudadanos en las urnas.
Las que hoy se publican deberá, como todas, obtener su legitimidad con el resultado de las elecciones, no sin enfatizar en el hecho de que es la fotografía de un momento determinado en el actual proceso electoral.
La competencia electoral, desde el primer día, se ha circunscrito a la rivalidad entre los dos punteros -Javier Corral, del PAN, y Enrique Serrano, de la coalición del PRI, PANAL, PT y Verde Ecologista- y a la expectativa del crecimiento, o no, de las simpatías por el candidato independiente, José Luis Barraza.
En los primeros días, los obuses entre los dos primeros han sido de grueso calibre. En tanto Corral llamó a César Duarte “vulgar ladrón” y al candidato Serrano su subordinado, el dirigente estatal priista, Guillermo Dowell, amenazó con denunciar penalmente, ante la PGR, al candidato blanquiazul por colusión con el crimen organizado, sólo porque éste acusó al jefe de la policía municipal de Bachíniva de ser cómplice del afamado “80”, un jefe de grupos armados en la región del noroeste.

Quizá porque Corral logró colocar en el centro de la discusión pública la detención del gobernador Duarte, de llegar al gobierno, los primeros pronunciamientos de Serrano se han centrado en el combate a la corrupción, de la manera como lo abordaría el candidato de la oposición, partiendo del hecho de que la administración a sustituir hubiese gozado de tal característica y ha mostrado una apresurada tendencia a deslindarse del gobierno anterior, cuando todos los chihuahuenses lo ubican como parte esencial del actual grupo gobernante.

Y es que el deslinde es en las formas, en las declaraciones, realizadas apresuradamente y como respuesta del momento a los cuestionamientos de los medios de comunicación y no como una manera de perfilar, ni su candidatura, ni su posible gobierno, de tal modo que en lugar de convencer de su separación del mandatario logra exactamente lo contrario.
Vistos así los inicios de la campaña, pareciera que el principal candidato de la oposición ha logrado colocar su agenda y ha llevado al resto de los contendientes al terreno planteado por él, incluido el “independiente” Barraza que ya empezó a criticar a quienes “endeudaron irresponsablemente” al estado y a quienes “ante los moches legislativos” nada hicieron, en franca referencia a Gustavo Madero.

Es de tal magnitud el esfuerzo de Corral por colocar a Serrano en la esfera de Duarte y enfatizar en las corruptelas denunciadas, que los esfuerzos del candidato oficialista son de la misma dimensión, para expresar que no forma parte, ya, de aquel equipo que alegre tomaba posesión de sus cargos a principios de octubre del 2010.
Quizá ese vaya a ser el eje de la actual campaña electoral; puede ser, por tanto, en el tema que defina quien ocupará la silla principal de Palacio de Gobierno. De mala manera porque hasta los primeros días de la campaña ninguno de los candidatos había delineado los ejes centrales de su hipotético gobierno.
¿Cuáles serán?

Lee:

Opinión

Duarte: de los bares de Chihuahua al Altiplano. Por Karen Torres

Published

on

By

En México y en la política, lo que parece pasado, siempre regresa para explicar el presente. Hay nombres que regresan una y otra vez como si fueran espectros empeñados en recordarnos las fracturas del sistema. Uno de ellos es César Horacio Duarte Jáquez, exgobernador de Chihuahua (2010-2016), figura central de uno de los expedientes de corrupción más voluminosos en la historia reciente del país.

Karen Torres A.

Y ahora, tras años de idas y venidas judiciales, vuelve a los titulares: la Fiscalía General de la República ordenó su recaptura y lo trasladó al penal de máxima seguridad del Altiplano.

Este episodio no ocurre en el vacío. Es parte de una historia que lleva casi una década escribiéndose entre detenciones, extradiciones, procesos fragmentados y una libertad condicional que muchos chihuahuenses vieron como una burla abierta.

Pero también es un movimiento político que envía un mensaje contundente: la nueva administración federal quiere que se entienda que, al menos en la Fiscalía, el viejo pacto de impunidad ya no opera “para algunos”. Y Duarte es la vívida señal, ojalá esto no se trate únicamente de justicia selectiva.

Duarte huyó de México en 2017, cuando la entonces Fiscalía de Chihuahua, bajo el gobierno de Javier Corral, integró al menos 21 órdenes de aprehensión en su contra. Los cargos eran amplios y concretos:

  • Peculado agravado por más de 1,200 millones de pesos,
  • Desvío de recursos públicos hacia campañas priistas,
  • Enriquecimiento ilícito,
  • Uso indebido de atribuciones y facultades
  • Y una red de empresas fantasma operadas desde su círculo íntimo.

Fue detenido en Miami el 8 de julio de 2020 en Estados Unidos. Ahí pasó 2 años mientras se resolvía un proceso de extradición. Finalmente, en junio de 2022, el gobierno estadounidense lo entregó a México bajo cargos de peculado agravado y asociación delictuosa.

Su llegada al país fue presentada por la Fiscalía como un triunfo institucional. Pero para Chihuahua comenzaba un capítulo distinto: la prisión preventiva en el Cereso de Aquiles Serdán, donde Duarte permaneció alrededor de 2 años más, entre audiencias diferidas, cambios de jueces y tácticas legales el caso se fue transformando en un rompecabezas jurídico que pocos lograron seguir con claridad.

Llegó la cuestionada libertad condicional de 2024: 

En agosto de 2024, en una audiencia sorpresiva, Duarte obtuvo libertad condicional bajo el argumento de que llevaba tiempo suficiente privado de la libertad y que su conducta había sido “adecuada”, sin haber recibido sentencia alguna.

La imagen era insólita: un político acusado de desviar más de mil millones de pesos, señalado de haber quebrado fondos públicos y endeudado al estado por generaciones…

Seguir leyendo haciendo clic 

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto