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Asesinan a hijo de periodista en Tijuana

Marco Ernesto Islas Flores, hijo del comunicador Marco Antonio Islas Parra, fue asesinato anoche a las afueras de su domicilio ubicado en la delegación La Mesa.

Marco Islas Flores abrió un portal de información, “notiredesmx” que dejó de operar en 2019 y ya no se dedicó a la profesión de periodista. Su padre es reportero desde 1990, laboró en diversos medios y actualmente cuenta con una página de información “Zona norte noticias” en la ciudad de Tijuana.

Marco Ernesto es sobrino del columnista Víctor Islas Parra.

Fue el padre del joven Marco Ernesto, quien informó a través de su red de Facebook sobre la muerte de su hijo. “hace unos minutos ejecutaron de cuatro balazos a mi hijo Marco Ernesto, afuera de mi casa…”

Los hechos ocurrieron alrededor de las 23:00 horas del sábado, en la colonia Lomas Verdes de la delegación La Mesa.

“Durante esta noche los demonios se soltaron y seguramente para amanecer el domingo, los muertos por violencia fueron varios, pues aparte del asesinato de mi hijo Marcos Ernesto Islas Flores, en uno de los fraccionamientos Urbi, desde un vehículo que se paro expresamente, percataron armas de fuego matando a uno de los clientes de un puesto de amburguezas e hiriendo a seis más, que Dios quiera libren el trance, como a eso de las 10 de la noche, aproximadamente. Aparte, aparentemente por los rumbos de La Presa se escucharon detonaciones y hubo quien vio cuerpos sobre el pavimento.”

Fuente: proceso

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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