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Así fue el accidente automovilístico en el que el hijo menor de ‘El Mayo’ Zambada casi pierde la vida

ese a contar con millonarias fortunas y un gran poder, hay algo que ni siquiera los narcotraficantes pueden evitar: el curso natural de la vida, lo que implica hacer frente a enfermedades y posibles accidentes. Prueba de ello es Serafín Zambada Ortiz, el hijo más pequeño conocido de Ismael ‘El Mayo’ Zambada, líder del Cártel de Sinaloa quien, a sus 32 años de edad casi pierde la vida en un percance automovilístico.

Aunque la familia de ‘El Mayo’ ha aprendido a no llamar la atención y vivir su vida lejos del ojo público, el 25 de abril de 2022 Zambada Ortiz ocasionó que todos los medios locales, nacionales y algunos internacionales hablaran sobre él y su padre.

Los hechos ocurrieron alrededor de las 09:00 horas de aquel día, cuando ‘El Flaco’ ?como también es conocido? viajaba a bordo de un vehículo junto a una mujer y otras dos personas en la carretera Sonoyta-Caborca, en Hermosillo, Sonora.

De acuerdo con reportes de medios locales, el accidente ocurrió en el kilómetro 129, luego de que un tráiler impactara al automóvil marca KIA en donde viajaba el hijo del poderoso capo. Fotografías del suceso dadas a conocer horas más tarde evidenciaron el nivel del grave percance.

Aunque las autoridades locales reportaron el rescate con vida de todas las víctimas, se informó que mientras los heridos eran trasladados a un hospital, la mujer ?identificada como Norma? perdió la vida. Algunos medios aseguran que había contraído recientemente matrimonio con el hijo de ‘El Mayo’.

Por su parte, Serafín Zambada fue ingresado de urgencia a un hospital privado de Hermosillo, donde fue intervenido quirúrgicamente por neumotórax. Su estado de salud se reportó como grave, por lo que después de ser estabilizado fue trasladado vía aérea a otro nosocomio en Culiacán, Sinaloa.

El hecho fue confirmado posteriormente por el cantante de regional mexicano, Ernesto Barajas, director de la agrupación Enigma Norteño, quien a través de redes sociales pidió una oración por la salud de Zambada Ortiz a sus seguidores.

Reportaron fatal accidente del hijo del Mayo Zambada - MexNewz
El cantante pidió oraciones para Serafín Zambada. (Crédito: Archivo)El cantante pidió oraciones para Serafín Zambada. (Crédito: Archivo)

¿Quién es Serafín Zambada, hijo menor de ‘El Mayo’?

Zambada Ortiz es fruto de la relación del líder del Cártel de Sinaloa y Leticia Ortiz Hernández, la última mujer conocida del narcotraficante.

Nació en 1990 en San Diego, California, por lo que actualmente tiene 33 o 34 años.  ‘El Flaco’ cursó algunos de sus estudios en Estados Unidos, pero a su regreso a México ingresó a la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) para estudiar la carrera de Agronomía.

Sin embargo, al igual que sus tres medios hermanos ?Vicente Zambada Niebla, Ismael Zambada Imperial y Ismael Zambada Sicairos? siguió los pasos de su padre en el narcotráfico, por lo que en noviembre de 2013 fue detenido por agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) en el cruce fronterizo de Nogales, Dennis DeConcini.

Acorde con un documento del Distrito Sur de California, Serafín Zambada fue acusado de conspiración para importar cocaína y marihuana; cargo del que se declaró culpable en septiembre de 2014. Su liberación estaba prevista para 2019, pero para septiembre de 2018 ya no se encontraba en prisión.

Durante el juicio, el propio Zambada Ortiz dio a conocer algunos detalles sobre su vida personal, como el haber vivido su infancia y juventud en constante amenaza por las organizaciones rivales del Cártel de Sinaloa.

Serafín Zambada Ortiz, hijo de 'El Mayo'. (Crédito: Archivo Infobae México)Serafín Zambada Ortiz, hijo de ‘El Mayo’. (Crédito: Archivo Infobae México)

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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