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Astronautas cosechan y prueban lechuga espacial

Los astronautas residentes en la Estación Espacial Internacional (EEI) empezaron esta semana a degustar su propia lechuga, una hortaliza fresca y crujiente que sembraron y cosecharon en su jardín espacial.

Esto es posible gracias al llamado «Veg-01» o «Veggie», un sistema con microgravedad que funciona como huerto.

El proyecto se orienta a investigar cómo se podría lograr el cultivo de alimentos para futuras misiones prolongadas.

Esta “granja” registró su primer cultivo hace un año, pero los astronautas no lo probaron, sino que antes recolectaron una muestra, la congelaron y la enviaron a la Tierra para su análisis. En ese momento, la mayor preocupación era que pudiera contener bacterias nocivas para las personas.

Tras su evaluación en laboratorios terrestres, los microbiólogos detectaron que la lechuga espacial poseía microbios muy similares a los de otro grupo de lechugas cosechadas aquí en el planeta como “grupo control”.

Además, como era de esperar, se comprobó que el alimento estaba libre de químicos.

Para satisfacción de los astronautas, también se observó que no contenía patógenos ni otro tipo de contaminantes.

Gioia Massa, líder del proyecto en la agencia espacial NASA, dijo al portal New Scientist que las “hortalizas están más limpias que cualquier otra que se encontraría en un supermercado”.

¿Requisitos para su consumo? Massa dijo que solo limpiarlas con toallitas desinfectantes. “Lo último que quisieras tener en el espacio es una intoxicación por comida”, bromeó Massa.

La investigadora reconoció que uno de los principales retos era ver cómo cambiaba la textura de las plantas cuando no tenían que luchar contra la gravedad. “En su momento, creímos que no iban a ser tan crujientes como las de la Tierra, pero parece que son casi lo mismo”, añadió.

Solo la mitad de la lechuga podrá ser ingerida por los astronautas. La otra mitad será enviada a la Tierra para continuar con los análisis y experimentos.

Los siguientes en la lista de alimentos a sembrar son tomates y pimientos enanos.

Fuente El Universal

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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