Como cada año, el 10 de septiembre está marcado en el calendario de días mundiales como el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que este 2013 se enmarca dentro de un Plan de Salud mental iniciado por la ONU con serios objetivos de cara a 2020.
La celebración de este Día Mundial para la Prevención del Suicidio 2013 enlaza directamente con la fecha del 10 de octubre, en la que la ONU tiene marcado en el calendario el Día Mundial de la Salud Mental, que este año tiene como lema «Salud mental y adultos mayores».
La Organización Mundial de la Salud, OMS, estima que en el mundo el suicidio es la primera causa de muerte violenta, produciéndose alrededor de un millón de ellos cada año. Las estadísticas oficiales del INEGI, las cuales, reportan que en México la tasa de suicidios aumentó casi 400% en las últimas tres décadas, al pasar de 2 casos por cada 100 mil habitantes a 7.6, hasta el 2011. De los cuales, el 42% se registró en jóvenes entre 15 y 24 años de edad.
La estadística cuantifica dos tipos de eventos:
· Intento de suicidio. Acto de una persona, cuyo resultado atenta contra su propia existencia.
· Suicidio. Acto de una persona, cuyo resultado destruye su propia existencia.
El suicidio es el acto por el que un individuo, deliberadamente, se provoca la muerte a sí mismo.
Se estima que las dos terceras partes de quienes se quitan la vida sufren depresión o algún otro trastorno mental y que los parientes de los suicidas tienen un riesgo más elevado (hasta cinco veces más) de padecer tendencias al respecto.
Es la tercera causa de muerte en las personas de entre 15 y 29 años en México y el número de adultos mayores que lo logran o intentan va en aumento. A nivel mundial se calcula que cada año se cometen alrededor de Un millón de suicidios. Esto significa una muerte casi cada 40 segundos. El suicidio se encuentra entre las tres primeras causas mundiales de muerte en personas de 15 a 44 años, al menos 20 personas intentan suicidarse por cada una que lo consigue y muchas de las veces éste se enmascara como un accidente.
Muchas pueden ser las causas de un suicidio: La pérdida de un ser querido, terminar con una relación amorosa, una enfermedad terminal, soledad o la acumulación de fracasos son factores que los especialistas denominan «detonadores» de ideas suicidas. OMS
Los padecimientos psíquicos se encuentran presentes en 9 de cada 10 casos de suicidio; entre ellos, aparte de la depresión se encuentran también los trastornos de ansiedad y las dependencias.
Muchas religiones monoteístas lo consideran un pecado, y en algunas jurisdicciones se considera un delito. Por otra parte, algunas culturas, especialmente las orientales, lo ven como una forma honorable de escapar de algunas situaciones humillantes o dolorosas en extremo.
Muchos suicidios se producen en una fase de mejoría, cuando la persona tiene la energía y la voluntad para convertir sus pensamientos desesperados en una acción destructiva. No obstante, una persona que alguna vez haya tratado de suicidarse no tiene por qué estar necesariamente siempre en riesgo. Los pensamientos suicidas pueden reaparecer, pero no son permanentes y en muchos casos no vuelven a reproducirse.
El 10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio, se fomentan en todo el mundo compromisos y medidas prácticas para prevenir los suicidios.
Con el patrocinio de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, la OMS y sus colaboradores proponen una terapia adecuada y medidas de seguimiento para quienes han intentado suicidarse, junto con un tratamiento más mesurado del suicidio por parte de los medios de comunicación.
Es necesaria una labor mundial de concienciación de que el suicidio es una de las grandes causas prevenibles de muerte prematura. Los gobiernos deben elaborar marcos normativos para las estrategias nacionales de prevención del suicidio. A nivel local, las declaraciones políticas y los resultados de la investigación deben plasmarse en programas de prevención y actividades comunitarias.
No se pueden prevenir todos los suicidios, pero sí la mayoría. Tanto a nivel comunitario como nacional, se pueden tomar varias medidas para reducir el riesgo, entre ellas las siguientes:
Reducir el acceso a los medios para suicidarse (pesticidas, medicamentos, armas de fuego, etc.);
Tratar a las personas con trastornos mentales, y en particular a quienes padecen depresión, alcoholismo o esquizofrenia.
Dar seguimiento de los pacientes que han cometido intentos de suicidio.
Fomentar un tratamiento responsable del tema en los medios de comunicación; formar a los profesionales de la atención primaria de salud.
A un nivel más personal, es importante saber que sólo un escaso número de suicidios se producen sin aviso. La mayoría de los suicidas dan avisos evidentes de sus intenciones. Entre los factores identificados para una posible conducta suicida, están:
Los biológicos: Las personas que tienen cierta vulnerabilidad hacia el suicidio presentan un descenso en los niveles de serotonina (neurotransmisor) en el líquido encefalorraquídeo. La serotonina es un neurotransmisor que afecta los estados de ánimo y las emociones, se desintegra en el cuerpo. También se ha encontrado un descenso en la actividad dopaminérgica.
Los genéticos: Estudio de los árboles genealógicos ha confirmado que hay cierta transmisión genética.
Los psicológicos: Para el psicoanálisis, el suicidio es un homicidio contra uno mismo causado por el abandono vivido de los demás. “La agresividad que siento hacia otros la dirijo hacia mí y por eso me suicido”.
Según Shneidman las personas se provocarían la muerte por una diversidad de otras razones psicológicas tales como:
1.- Búsqueda de solución a un problema que genera sufrimiento.
2.- Es una manera de cesar la conciencia, no necesariamente la vida.
3.- El dolor que no controlamos es un riesgo de suicidio para acabar con ese dolor incontrolable.
4.- La emoción del suicidio es la desesperanza y el desamparo.
5.- Su actitud: la ambivalencia. Vivir y morir a la vez pero uno de los sentimientos surge con más fuerza.
6.- Vergüenza, culpa, desesperanza y dolor.
7.- El suicidio es un acto de comunicación interpersonal con «pistas» a modo de señales que ha ido dejando el ejecutor.
– Los sociológicos: Los índices de suicidio varían con la ocupación, tamaño de la ciudad de residencia, posición socioeconómica, edad, género y situación matrimonial. En un trabajo realizado por el sociólogo francés Emile Durkeim se pudo relacionar las diferencias en los índices de suicidio con el impacto de las fuerzas económicas sobre la persona. Propuso tres categorías de suicidio:
– El Suicidio Egoísta: Resulta de una incapacidad para integrarse con la sociedad. El fracaso de los vínculos con la comunidad priva a la persona de los sistemas de apoyo que son necesarios para el funcionamiento adaptativo. Sin dicho apoyo e incapaz de funcionar de manera adaptativa, la persona se aísla y se enajena de las demás personas.
– El Suicidio Altruista: La decisión de la persona es motivada por el deseo de favorecer los objetivos de grupo o lograr algún bien mayor, y ni siquiera piensa en reivindicar su derecho a la vida. Las presiones del grupo pueden hacer de este acto algo muy aceptable y honroso. Durante la segunda guerra mundial los pilotos kamikaze japonés dirigían de manera voluntaria sus aviones hasta chocar con los barcos enemigos «por el Emperador y la gloria de Japón». En conclusión se obedece las órdenes del grupo hasta el extremo de ahogar en sí mismo el instinto de conservación.
– El Suicidio Anómico: Es el más característico de la sociedad moderna, afecta a los individuos a causa de las condiciones de existencia que caracterizan a las sociedades modernas. En estas sociedades, la existencia social ya no está regulada por la costumbre; los individuos compiten permanentemente unos con otros, esperan mucho de la existencia y les piden mucho, y por lo tanto están acechados perpetuamente por el sufrimiento que se origina en la desproporción entre sus aspiraciones y satisfacciones. Esta atmósfera de inquietud es propicia para el desarrollo de la corriente suicidógena.
Estas explicaciones psicosociales pueden ser válidas hasta cierta medida, Como se ha señalado a menudo, las correlaciones no implican relaciones de causa y efecto, por la tanto las tres categorías de Durkeim son más descriptivas que explicativas ya que no explican porque solo ciertos miembros de cualquiera de los grupos antes mencionados cometen suicidio y otros no.
El caso es que por la razón que sea, el suicidio es un acto que afecta enormemente a las familias, quienes difícilmente olvidan y aceptan la pérdida del ser querido, muchas veces sintiendo culpa por no haber sido capaces de ver, prevenir y evitar este acto, que también marca a la sociedad en general.
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