Conecta con nosotros

Slider Principal

Aterrizó Avión de la Fuerza Aérea Mexicana en Bucarest para repatriar a familias de Ucrania

El avión Boeing 737-800 de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), encargado de repatriar a los mexicanos evacuados de Ucrania, aterrizó en la mañana de este 28 de febrero en Bucarest, Rumania, alrededor de las 8:00 horas (tiempo del centro de México).

Al menos 22 mexicanos fueron trasladados del territorio ucraniano a la ciudad de Siret, frontera con Ucrania, donde han permanecido durante cuatro días en espera de su regreso a México el miércoles 2 de marzo.

El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, informó en sus redes sociales que esperarán a más familias mexicanas evacuadas desde Kiev (capital de Ucrania) en los próximos días.

“Ya aterrizó el avión de la FAM en Bucarest. Operación en curso. Mañana esperamos arribo de más familias evacuadas desde Kiev. Embajadas en Polonia y Rumania apoyando a Olga García Guillén, Embajadora de México en Ucrania, como lo instruyó el Presidente López Obrador”
La aeronave, con capacidad aproximada de 150 personas, permanecerá un día en territorio rumano para que más familias mexicanas tenga tiempo de llegar Bucarest y puedan ser repatriados.

Cabe recordar que el Boeing 737-800 despegó del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) el domingo 27 de febrero a las 10:08 horas. Pero antes de llegar a su destino final, el vuelo 3528 realizó dos escalas: una en el aeropuerto de Ontario, Canadá, y otra en Irlanda.

En el vuelo que partió el domingo viajaban 23 militares, de los cuales 13 eran tripulantes, así como seis funcionarios de la Cancillería, al igual que algunos periodistas de medios locales e internacionales.

Si bien en un primer momento se tenía previsto que el avión de la FAM pernoctara por 12 horas en el aeropuerto de la ciudad irlandesa de Shannon, la escala solamente duró 3 horas, por lo que su arribo a la capital de Rumania fue más rápido de lo esperado.

Por su parte, el embajador mexicano en Rumania, Guillermo Ordorica, comentó el domingo 27 de febrero que al menos una veintena de mexicanos están listos para salir de Rumania. Y agregó que las filas para cruzar de Ucrania a territorio rumano son muy largas. “Tenemos información de que en algunos casos hay gente que lleva esperando más de 72 horas”, señaló.

En tanto, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) comentó en su conferencia matutina de este lunes 28 de febrero que sólo es cuestión de espera para repatriar a los mexicanos. Sin embargo, enfatizó en que estarán a la espera de las condiciones óptimas para que salgan de la frontera, pues “la instrucción es que, si hay confrontación, mejor esperar; no exponer.”

Por otra parte, el jefe de la Oficina del canciller, Daniel Millán, expresó que, en caso de que existan las condiciones óptimas de espacio, está la posibilidad para que el avión de la FAM también apoye a los latinoamericanos, aunque señaló que la prioridad va a ser los ciudadanos mexicanos.

“De haber espacio en la aeronave se podría considerar también el poder traer de vuelta a casa a hermanos latinoamericanos, de países que se han acercado a México pidiendo algún apoyo, porque en estos momentos no tienen aeronave o la tienen en otro país”
Hasta el 20 de febrero, la embajada de México en Ucrania, encabezada por Olga García Guillén, contaba con un registro de 92 familias mexicanas residentes en el país gobernado por Volodimir Zelenski, las cuales conformaban un grupo de 225 personas en total.

Por último, la cancillería señaló que entre 80 y 90 mexicanos aún permanecen en Ucrania, algunos en zonas de conflicto; sin embargo, hay varios connacionales, como Aldair Mimbela, quien asegura que “es muy tarde para salir” del territorio ucraniano y prefiere resguardarse en un refugio antibombas en Mykolaiv, al sur de Ucrania.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto