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México

Autodefensas no deben existir; confíen en la autoridad: AMLO a aguacateros en Michoacán

El presidente Andrés Manuel López Obrador pidió este viernes a los aguacateros de Michoacán que confíen en la autoridad y rechazó la creación de autodefensas, luego de que estos tomaran la decisión de armarse para defender sus tierras.

Al ser cuestionado sobre este tema, dijo que no tenía información al respecto, pero que las autodefensas no deben existir.

“No deben de existir autodefensas porque la responsabilidad de la seguridad corresponde al Estado, no soy partidario de que la gente se arme y forme grupos para enfrentar a la delincuencia, porque eso no da resultados y a veces en estos grupos se infiltran maleantes”, apuntó.

Sobre la petición que hicieron de convertirse en autogobierno, López Obrador comentó que no está de acuerdo.

“Lo mejor es que confíen en la autoridad, que ya no es la autoridad de antes”, destacó.

Dijo que este tipo de grupos se han intentado implantar anteriormente en México, y que es algo que él ha denunciado pues considera que no es el camino. Incluso, afirmó que personas de los mismos grupos han dicho que las autodefensas pertenecen a organizaciones delictivas y que se disfrazan de pueblo.

Los comentarios surgieron luego de que Milenio publicara que 3 mil productores de aguacate y zarzamora de los municipios michoacanos de Salvador Escalante, Ario de Rosales, Nuevo Urecho y Tarétan tomaron las armas para defender sus tierras de la delincuencia.

Los campesinos han explicado que no son autodefensas y que no forman parte de la delincuencia organizada, pero que han adquirido algunas armas y se han encapuchado para protegerse. Y han dicho que son financiados por empresarios y aguacateros pues les es más barato comprar armas que pagar extorsiones de los cárteles, según el medio.

Agencias

México

Gentrificación en CDMX: crecimiento urbano que desplaza a sus habitantes

Colonias como la Roma, Condesa, Juárez y San Rafael se han convertido en epicentro de protestas vecinales por el aumento desmedido en las rentas, el despojo inmobiliario y la pérdida de identidad barrial. El fenómeno detrás de estas inconformidades es la gentrificación, un proceso urbano que, aunque para algunos simboliza renovación, para otros representa expulsión, desigualdad y ruptura social.

La gentrificación ocurre cuando barrios de clase trabajadora reciben fuertes inversiones económicas y una oleada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo. Este cambio trae consigo mejoras en infraestructura y servicios, pero también incrementos abruptos en el precio de rentas y propiedades, desplazamiento de residentes originales y una transformación profunda en la cultura e identidad del barrio.

En la Ciudad de México, el fenómeno se ha intensificado con la llegada de nómadas digitales y extranjeros atraídos por el bajo costo de vida, quienes elevan la demanda de vivienda en zonas céntricas. Esto ha generado una turistificación desmedida, en la que muchas viviendas se destinan a rentas de corta estancia (como Airbnb), reduciendo la oferta para los habitantes locales.

A ello se suma la presión de desarrolladores inmobiliarios para que inquilinos tradicionales abandonen sus viviendas, con el fin de remodelarlas o demolerlas y construir nuevos complejos de lujo. Tiendas de abarrotes y fondas han sido reemplazadas por cafeterías de cadena y boutiques, alterando la vida comunitaria.

Además, la desigualdad urbana se agudiza: quienes no pueden pagar los nuevos precios se ven obligados a mudarse a zonas más lejanas, con mayores tiempos de traslado y menor acceso a servicios básicos.

En respuesta, colectivos ciudadanos y legisladores han exigido medidas que regulen el mercado inmobiliario, protejan a los arrendatarios y prioricen un desarrollo urbano equitativo. La gentrificación, advierten, debe atenderse antes de que transforme por completo el rostro y el alma de la capital.

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