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Salud y Bienestar

Automedicación de antibióticos dificulta tratamiento de infecciones

En el marco de la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos, investigadores hicieron un llamado a la sociedad a utilizar de manera responsable este tipo de fármacos.
La doctora Anahí Dreser, de la Línea de Investigación en Medicamentos del Instituto Nacional de Salud Pública, señaló que la automedicación y el uso inadecuado de antibióticos para tratar infecciones causadas por virus y no por bacterias constituye un gasto innecesario y genera posterior resistencia a los medicamentos.
Durante la semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos, que se realizó del 14 al 20 de noviembre, expertos recomendaron usarlos únicamente cuando los prescriba un médico, seguir las instrucciones y no utilizar los antibióticos que hayan quedado de algún tratamiento anterior.
A partir del 2010, la Secretaria de Salud de la Ciudad de México puso en marcha el programa “Sin receta no se vende”, en el cual estableció de acuerdo con la Ley General de Salud la prohibición de expender antibióticos sin receta médica.
El secretario de salud de la capital añadió que, las recetas se debían conservar por un periodo de 365 días naturales y se retendrían hasta el momento de agotar la cantidad de antibiótico prescrita.
Asimismo, Dreser explicó que la resistencia de las bacterias a los antibióticos dificulta el tratamiento de las enfermedades que sí los requieren, como la neumonía, la septicemia, la gonorrea o incluso infecciones de la piel y tejidos blandos.
Indicó que es un problema complejo y multifactorial que requiere la intervención de profesionales de la salud y autoridades gubernamentales; así como la participación de la población.
Finalmente, dijo que es importante prevenir las infecciones con hábitos de higiene saludables, como lavarse las manos con frecuencia, preparar alimentos en condiciones higiénicas, evitar el contacto cercano con enfermos, mantener relaciones sexuales seguras y vacunarse cuando sea necesario.

Excelsior

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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