En los jardines del Museo de Arqueología El Chamizal de Ciudad Juárez, se pueden observar los muros de seis metros de alto construidos a base de tierra apisonada, la misma técnica artesanal que fue utilizada hace 800 años para edificar la antigua ciudad de Paquimé. Y es que, en este museo, están a punto de concluir los trabajos de construcción de las réplicas del Patio de las Guacamayas, la habitación de la Casa Grande, y el observatorio del Montículo de la Cruz; tres recintos que originalmente se encuentran en dicha zona arqueológica ubicada en el municipio de Casas Grandes.
Como una iniciativa del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), delegación Chihuahua, esta obra se realiza gracias al aporte económico otorgado por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), a través del Programa de Empleo Temporal (PET). La intención es dar a conocer las técnicas originales de construcción de la antigua ciudad prehispánica, además de acercar este monumento arqueológico a quienes no tienen la posibilidad de viajar para conocerlo.
Esta obra comenzó a finales del 2014 y se tiene contemplado que concluya en su totalidad para el mes de diciembre del 2015, según informó la arquitecta Alba Máynez Segura, coordinadora de este proyecto, quien en días pasados estuvo en el municipio de Santa Isabel para participar en el Taller Internacional de Conservación y Restauración de Arquitectura de Tierra (TICRAT) 2015, impartiendo una plática acerca del proceso realizado para llevar a cabo dicha construcción.
Durante la exposición, habló sobre el estudio previo que fue necesario realizar para la construcción de una réplica escala uno a uno de los elementos de la ciudad prehispánica, ya que, según detalló, se tuvieron que tomar en cuenta no solo aspectos técnicos como las dimensiones y proporciones adecuadas, sino características humanas antiguas y las formas relacionadas con la vida hacia la naturaleza, además de sus ritos ceremoniales y su conexión con el universo y las estrellas.
El método de tapial consiste en lograr un solo muro conectado por medio de cimbras o moldes en las que se vacía una mezcla con las proporciones adecuadas de tierra, cal y agua; para luego ser compactada con una herramienta llamada pisón que puede ser de piedra o de de metal.
Posteriormente, conforme los muros fueron edificándose, se han ido abriendo las ventanas y puertas en forma de T, una de las características más representativas del sitio arqueológico. Esta tarea, según describió la expositora, emplea alrededor de cuatro horas por medio del trabajo de cinco personas.
Este trabajo se inició como una manera de complementar la museografía del jardín del museo, ya que solo se cuenta con réplicas de objetos importantes de las culturas meseoamericanas, pero las culturas del norte o aridoamérica no estaban contempladas. “El museo recibe visitas diariamente de niños de escuelas a quien va dirigido principalmente este proyecto, para que conozcan sitios que probablemente sean difíciles de visitar”, concluyó la arquitecta Máynez.