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Opinión

Ayotzinapa, el oscuro holocausto. Por Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez T.

Sin la misma fuerza de antaño, pero con la misma rabia, las consignas se escuchaban por todo Reforma: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”. A ocho años de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el tema está más enrarecido que nunca.

La izquierda mexicana, que levantó con furia la manifestación masiva por exigir justicia al gobierno, del entonces presidente Enrique Peña Nieto, ahora vive una fractura y por eso ya las voces han menguado. Muchos han decidido callar, ante la falta de resultados del actual gobierno lopezobradorista.

Son ocho años de haber escuchado un sin fin de historias distintas. Donde se conjugó el apetito político, electoral y la búsqueda de impunidad. Promesas de campaña, donde el actual Ejecutivo prometía que en un año se resolvería el caso que ha fustigado al país, a nivel internacional. Hoy no se sabe fidedignamente quiénes participaron directa o indirectamente en el macro-asesinato.

Leer el artículo de opinión de la periodista Peniley Ramírez, en el periódico Reforma, causa indignación, combinada con dolor y temor. El reporte que le “filtraron” es tan crudo y detallado que abre de nuevo la herida, que nos hace reflexionar en la inmensa maldad con la que pueden actuar aquellos que ostentan alguna pizca de poder.

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Opinión

Diálogos. Por Raúl Saucedo

El Eco de la Paz

En el crisol de la historia, las disputas bélicas han dejado cicatrices profundas en el tejido de
la humanidad. Sin embargo, en medio del estruendo de los cañones y las balas metrallas, ha
persistido un susurro: El Diálogo. A lo largo de los siglos, las mesas de negociación han
emergido como esperanza, ofreciendo una vía para la resolución de conflictos y el cese de
hostilidades entre grupos, ideas y naciones.
Desde la antigüedad, encontramos ejemplos donde el diálogo ha prevalecido sobre la espada.
Las guerras médicas entre griegos y persas culminaron en la Paz de Calias, un acuerdo
negociado que marcó el fin de décadas de conflicto. En la Edad Media, los tratados de paz
entre reinos enfrentados, como el Tratado de Verdún, establecieron las bases para una nueva
configuración política en Europa.
En tiempos más recientes, la Primera Guerra Mundial, un conflicto de proporciones
colosales, finalmente encontró su conclusión en el Tratado de Versalles. Aunque
controvertido, este acuerdo buscó sentar las bases para una paz duradera. La Segunda Guerra
Mundial, con su devastación sin precedentes en el mundo moderno, también llegó a su fin a
través de negociaciones y acuerdos entre las potencias.
La Guerra Fría, un enfrentamiento ideológico que amenazó con sumir al mundo en un
conflicto nuclear, también encontró su resolución a través del diálogo. Las cumbres entre los
líderes nucleares, los acuerdos de limitación de armas y los canales de comunicación abiertos
permitieron evitar una posible catástrofe global.
En conflictos más recientes, y su incipiente camino en las mesa de negociación ha sido un
instrumento crucial para lograr el cese de hostilidades de momento, esta semana se ha
caracterizado por aquellas realizadas en Arabia Saudita y París.
Estos ejemplos históricos subrayan la importancia del diálogo como herramienta para la
resolución de conflictos. Aunque las guerras pudieran parecer inevitables e interminables en
ocasiones, la historia nos muestra que siempre existe la posibilidad de encontrar una vía
pacífica. Las mesas de negociación ofrecen un espacio para que las partes en conflicto
puedan expresar sus preocupaciones, encontrar puntos en común y llegar a acuerdos que
permitan poner fin.
Sin embargo, el diálogo no es una tarea fácil. Requiere voluntad política, compromiso y la
disposición de todas las partes para ceder en ciertos puntos. También requiere la participación
de mediadores imparciales que puedan facilitar las conversaciones y ayudar a encontrar
soluciones mutuamente aceptables.
En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el diálogo se vuelve aún más crucial.
Los conflictos actuales, ya sean guerras civiles, disputas territoriales o enfrentamientos
ideológicos, exigen un enfoque pacífico y negociado. La historia nos enseña que la guerra
deja cicatrices profundas y duraderas, mientras que el diálogo ofrece la posibilidad de
construir un futuro más pacífico y próspero para todos.
Los diálogos siempre serán una vía, aunque el diálogo más importante será con uno mismo
para tener la paz anhelada.
@RaulSaucedo
rsaucedo@uach.mx

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