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Bolsonaro dice que acabará con la deforestación ilegal antes de 2030 y se compromete a reducir un 40 % las emisiones

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dijo este jueves, en el marco de la Cumbre de Líderes sobre el Clima, que acabará con la deforestación ilegal antes de 2030 y se comprometió a reducir en un 40 % las emisiones hasta esa fecha. Sin embargo, desde que llegó al poder hace más de dos años, la deforestación en la Amazonía no ha parado de aumentar.

En su breve discurso, el ultraderechista reiteró el compromiso de reducir la emisiones en un 37 % para 2025 y en un 40 % hasta 2030 y afirmó que duplicará los recursos destinados a las acciones de fiscalización ambiental.

El mandatario brasileño también pidió ayuda a nivel internacional para solucionar los «problemas» en la Amazonía. «Ante la magnitud de los obstáculos, incluidos los financieros, es fundamental poder contar con la contribución de países, empresas, entidades y personas dispuestas a actuar de manera inmediata, real y de forma constructiva en la solución de estos problemas», afirmó.

Bolsonaro aseguró que Brasil buscará la neutralidad de carbono para 2050. «Determiné que nuestra neutralidad climática en Brasil se alcanzará para 2050. Por lo tanto, lo adelanto en diez años a lo previamente anunciado», espetó.

Según declaró recientemente el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, si Brasil recibe 1.000 millones de dólares de ayuda de la comunidad internacional se podría reducir hasta en un 40 % la deforestación ilegal de la selva amazónica.

Para los especialistas, la Cumbre del Clima ha supuesto uno de los mayores desafíos diplomáticos para Bolsonaro, más cercano a la anterior administración de Donald Trump y que se ha visto obligado a moderar su discurso con la llegada de Joe Biden a la Presidencia.

También ha expuesto la falta de compromiso de su Gobierno con las metas que estableció cumplir al firmar el Acuerdo de París en 2015 y con las que ya se comprometió, entre otras cosas, a terminar con la deforestación ilegal en 2030.

Entre agosto de 2019 y julio de 2020, la deforestación alcanzó 11.088 kilómetros cuadrados, un aumento del 9,5 % frente al mismo periodo del año anterior.

«Brasil terminó la cúpula de líderes como entró: desacreditado. Bolsonaro pasó la mitad de su discurso pidiendo dinero para alcanzar conquistas medioambientales, que su gobierno intenta destruir desde hacer dos años», comentó en Twitter Marcio Astrini, secretario ejecutivo de la ONG Observatorio del Clima.

Bolsonaro rebaja el tono

Durante la campaña electoral, Biden dijo que de ser electo conversaría con otras naciones para dar a Brasilia un fondo de 20.000 millones de dólares, con el objetivo de acabar con la deforestación. Bolsonaro rechazó la idea, afirmando que no aceptaría «sobornos, criminales demarcaciones o infundadas amenazas».

o, el propio Bolsonaro mandó la semana pasada una carta a su homólogo estadounidense pidiendo recursos para erradicar la deforestación ilegal. Washington pidió «acciones inmediatas» para lograr «resultados concretos».

Esa misma semana, se anunció el reemplazo del superintendente policial del estado de Amazonas, Alexandre Saraiva, después de que este pidiese una investigación contra Salles por presuntamente entorpecer la actuación fiscalizadora del Gobierno en relación con delitos ambientales, como la tala ilegal.

Además de aumentar la deforestación, durante el gobierno de Bolsonaro –a favor de la explotación económica de reservas naturales y tierras indígenas– se han debilitado significativamente los órganos de fiscalización ambiental, como el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), y se han flexibilizado las normas de protección ambiental.

Diferentes personalidades de Brasil, entre ellas varios exministros, enviaron una carta a los participantes de la Cumbre del Clima para advertir que «frente a la presión internacional y de la sociedad brasileña, el Gobierno de Bolsonaro ha cambiado su discurso, pero no de política«.

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Restauración de la Virgen Macarena en Sevilla desata polémica por cambios en su imagen

Sevilla — La emblemática Virgen de la Macarena, venerada en la basílica del mismo nombre en Sevilla, generó una fuerte controversia tras una reciente restauración que modificó su apariencia. Conocida por su devoción popular y por ser una figura central en la Semana Santa sevillana, la estatua de madera del siglo XVII fue retirada en junio por los miembros de la Hermandad de la Macarena, responsables de su cuidado desde hace siglos, para recibir algunos retoques.

Lo que debía ser una restauración discreta terminó transformando su rostro. La figura regresó con cambios notables: pestañas más largas, un efecto ahumado en la mirada y alteraciones en la piel y la forma de la nariz. Estas modificaciones provocaron indignación entre los sevillanos, quienes consideran que la Macarena no debía “maquillarse” ni alterar su imagen tradicional.

El descontento se hizo visible en bares de tapas y espacios públicos, donde es común ver pósters de la Virgen y medallas o pulseras con su imagen. La polémica se extendió entre los locales que siguen religiosamente las transmisiones de la procesión de la Macarena previas a la Semana Santa, transmitidas en bucle por televisión.

La restauración buscaba preservar y embellecer la estatua, pero para muchos fieles la intervención rompió con la esencia histórica y espiritual de la Virgen, generando un debate sobre los límites de la conservación artística frente a la tradición religiosa.

Este episodio resalta la profunda conexión cultural y emocional que Sevilla mantiene con la Macarena, recordando que cualquier cambio en la imagen venerada puede provocar reacciones intensas entre quienes la consideran un símbolo inalterable de fe y patrimonio histórico.

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