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Buscó asilo en Estados Unidos y terminó con el narco

Manuel fue obligado a arreglar vehículos para el narco. Durante varias semanas a finales de 2019 fue conducido diariamente a un punto del estado de Tamaulipas donde se acumulaban los coches blindados con agujeros de bala y dobles fondos en los que transportar armas y drogas.

“Trabajaba 15, 16 horas al día. No me pagaban un peso, decían que mi pago era la seguridad, me hacían psicoterror”, explica, ya lejos de quienes fueron sus captores.

Manuel no se llama Manuel, pero no quiere dar su verdadero nombre. Está en un punto de la frontera que tampoco quiere identificar y lleva más de un año esperando que una corte de Estados Unidos analice su caso de asilo por última vez. Huyó de la inseguridad de Venezuela y se encontró con más peligro en México. Él es uno de los más de 70 mil solicitantes de refugio afectados por el denominado “Programa de Protección de Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés, o “Quédate en México”) que desde enero de 2019 obliga a quienes pidieron protección en Estados Unidos a regresar al norte de México a esperar sus citas con el juez.

Solos y vulnerables, guatemaltecos, hondureños, salvadoreños o venezolanos quedaron expuestos en un territorio que no conocen y en el que el crimen organizado impone sus reglas. La decisión del nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de poner fin a este programa es una esperanza para miles de ellos, que todavía aguardan en ciudades como Tijuana, Baja California; Juárez, Cihuahua; o Nuevo Laredo, Tamaulipas. Las cortes están cerradas desde marzo de 2020 debido a las medidas para prevenir el contagio de COVID-19, así que lo que iban a ser meses de espera se convirtió en una condena sin fecha de cierre. Pero esta decisión, que viene en paralelo con los 100 días sin deportaciones o el fin de la construcción del muro fronterizo, les da ilusiones.

“Me marché porque la situación era insostenible. Participé en algunas marchas contra el gobierno, pero quien de verdad era activista era mi esposa”, dice Manuel. Residía Venezuela y asegura que sus condiciones de vida se habían degradado. Por un lado, las carencias materiales. Por otro, las amenazas de personas cercanas al gobierno de Nicolás Maduro. Nunca pudo imaginar cuando dejó su país que dos meses después estaría arreglando los desperfectos de un coche blindado perteneciente a una organización criminal. Su intento por escapar de la inestabilidad y la violencia le llevó al corazón del narco en México.

Cuenta Manuel que en septiembre de 2019 decidió hacer las maletas después de varios episodios de amenaza violenta. Compró un billete para Ciudad de México, pero en la escala de Cancún, Quintana Roo, lo devolvieron a Bogotá. En su segundo intento logró su objetivo de alcanzar la capital. De ahí, directo a Tamaulipas, donde cruzó la frontera tratando de alcanzar Estados Unidos.

“Fue una locura. Entiendo la cantidad de gente que se ahoga. Si lo llego a saber no hubiese cruzado así”, explica.

Una vez en EU, cuenta Manuel que se entregó a la Policía Fronteriza, que lo llevó a unas carpas ubicadas en Donna, Texas. Ahí lo entrevistaron y lo incluyeron en el programa “Quédate en México” que obliga a gente como Manuel, hombres y mujeres vulnerables que huyen de la violencia, a quedar abandonados en lugares violentos y donde no conocen a nadie.

Sus compañeros de cautiverio, centroamericanos en su mayoría, le advirtieron: “me decían que cuando pusiese un pie en México me secuestrarían”.

Cuando fue empujado a México la casualidad le llevó a un hotel. Y allí, al intentar conseguir trabajo, se metió en la boca del lobo. Pero no sabía cómo huir. Nadie le protegía. Así que aguantó durante semanas trabajando de sol a sol en un taller de uno de los carteles que operan en Tamaulipas. Hasta que a finales de noviembre, aprovechando que tenía su primera cita en Estados Unidos, aprovechó para escapar.

Manuel fio todo a que su proceso de asilo saliese bien. Y logró llegar hasta la tercera audiencia, la definitiva. El 31 de marzo era el día en el que, confiaba, un juez le permitiría quedarse en EU bajo protección. Pero diez días antes de aquella cita las fronteras se cerraron por la pandemia de COVID-19. Y las audiencias se suspendieron. Y personas como Manuel quedaron abandonadas en un territorio hostil, temerosas de que los criminales para los que tuvo que trabajar volviesen a encontrarlo.

Desesperado, Manuel volvió a intentarlo en septiembre de 2020. Cruzó nuevamente el Río Bravo y volvió a ser interceptado por agentes estadounidenses. Les explicó su situación, les dijo que tenía miedo, les suplicó que no le obligasen a regresar a México.

No le hicieron caso.

El anuncio de Joe Biden de que suspenderá el programa le da esperanzas. “Confío en que abran y podamos seguir nuestro proceso en Estados Unidos. Yo ya he sufrido demasiado”, asegura.

Fuente: Animal Político

Juárez

Deportan a 70 mexicanos por Ciudad Juárez; reciben atención y apoyo del programa “México te Abraza”

Setenta migrantes mexicanos fueron deportados este martes por las autoridades de Estados Unidos y entregados al Instituto Nacional de Migración (INM) en el puente internacional Lerdo, en el centro de Ciudad Juárez. Como parte del protocolo binacional, el grupo fue canalizado al programa federal México te Abraza, diseñado para brindar atención inmediata a connacionales repatriados.

La escena, cada vez más frecuente en la frontera norte, muestra a hombres y mujeres cruzando a pie con mochilas o bolsas en mano. En su interior, traen lo poco que les fue permitido conservar durante su detención: documentos, ropa y recuerdos de un intento fallido por quedarse del otro lado.

Según lo reportado por La Jornada, la recepción de los connacionales se realizó en grupos de entre 20 y 22 personas. En el punto de entrega, a mitad del puente internacional, agentes del INM tomaron custodia de los migrantes y los condujeron a una oficina provisional donde se inició el proceso de identificación y registro.

El operativo, coordinado entre autoridades migratorias mexicanas y estadounidenses, incluyó atención médica básica, alimentos y la opción de ser trasladados a las instalaciones del programa México te Abraza, ubicado en la avenida Heroico Colegio Militar.

Este centro de atención brinda apoyo integral a los repatriados: cama, comida, atención médica, llamadas telefónicas y, en muchos casos, un boleto de regreso a su lugar de origen. En total, el procedimiento desde la entrega en el puente hasta el arribo al albergue tomó cerca de una hora.

Cada migrante llevaba consigo una bolsa mediana, donde resguardaba los documentos emitidos por las autoridades estadounidenses tras su detención. Aunque el regreso no fue voluntario, el programa busca ofrecer un mínimo de dignidad, apoyo y contención ante el regreso forzado.

El operativo refleja la complejidad de la gestión migratoria en la frontera norte de México. La coordinación entre ambas naciones y la activación de programas de emergencia como México te Abraza se han convertido en parte de la rutina para las instituciones que, día tras día, deben responder a los flujos constantes de deportaciones.

Detrás de cada repatriación hay una historia, una familia, una decisión difícil. Y, aunque el sistema intenta amortiguar el golpe del regreso, la realidad es que para muchos, volver a cruzar la frontera seguirá siendo una tentación permanente.

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