En las campañas políticas que forman parte del proceso electoral para renovar 12 gubernaturas el próximo 5 de junio los candidatos no escatimaron en acusaciones ni economizaron insultos. Por el contrario, se esmeraron en denunciar a sus rivales por delitos de alto impacto y desafiaron la creatividad para ver quién decía la frase más ingeniosa que calara hondo en la dignidad de su adversario, aludiendo incluso a sus preferencias sexuales.
En el contexto de las campañas negras, las acusaciones de corrupción que algunos de los candidatos a gobernador en estos 60 días lanzaron en relación a la presunta opacidad de los patrimonios de sus oponentes fue lo de menos.
También hubo lenguaje soez, como en el caso de un spot de Gustavo Cárdenas, candidato de Movimiento Ciudadano al gobierno de Tamaulipas, en referencia al PRI y al PAN, a sus respectivos candidatos, Baltazar Hinojosa y Francisco Javier García Cabeza de Vaca, y al actual gobierno priista de esa entidad:
En todo caso, esas expresiones son peccata minuta para el anecdotario en un país acostumbrado a las maldiciones.
En cambio, las acusaciones de pertenecer a bandas del crimen organizado en su modalidad de narcotráfico o de pederastia son, a nivel mediático, expresiones que cobran dimensiones de escándalo y, en el plano legal, serían delitos constitutivos de cárcel. De lo contrario, serían difamaciones, otro delito.
Aunque no es el único candidato al que se le ha querido vincular con el narcotráfico, el de Francisco García Cabeza de Vaca es el caso más notorio en esta contienda electoral.
Desde antes de que en el PAN designaran al senador como candidato a la gubernatura de Tamaulipas, se le asoció con el narcotráfico.