El aeropuerto de Brasilia, corazón del sistema político de Brasil, anunció este viernes las primeras cancelaciones de vuelos como consecuencia de la huelga de camioneros que se mantiene por quinto día consecutivo, pese al anuncio de un principio de acuerdo por parte del ejecutivo.
Los vuelos cancelados son dos procedentes de Miami, Florida, de la empresa American Airlines, y tres vuelos internos, mientras las autoridades del aeropuerto de Brasilia anunciaron que la reserva de combustible terminó, lo que podría provocar más impactos.
La noche del jueves, el ejecutivo del presidente Michel Temer y las agrupaciones de camineros anunciaron un acuerdo para una tregua de 15 días para desbloquear el caos y la crisis provocada por los miles de camiones estacionados en vías rápidas y el desabastecimiento.
Pero, este viernes miles de camioneros mantuvieron el paro, que iniciaron el lunes, en protesta por el aumento de los precios del diésel, que atribuyen a un exceso de la estatal petrolera Petrobras.
Las consecuencias del paro de los camioneros en un país que depende en un 60 por ciento de este transporte para mover en su inmenso territorio mercancías, combustible y alimentos, comenzaron a sentirse con fuerza por parte de la población en las grandes urbes.
En Sao Paulo y Río de Janeiro, los autobuses urbanos circulan con flotas reducidas por la falta de combustible; mientras en Brasilia los conductores tuvieron que hacer largas filas durante horas para abastecerse en las gasolineras, aunque muchas ya colacaron el cartel de “sin gasolina”.
Los impactos para la industria son notables y han provocado críticas de los empresarios al Ejecutivo, en especial después que todas las montadoras de automóviles del segundo mayor productor de vehículos de América Latina, tras México, se vieran forzado a detener por completo la producción a partir de este viernes por la falta de piezas.
Los camioneros piden la eliminación de impuestos sobre el diésel, ante el alza del precio más de 11 veces en lo que va de mayo por parte de Petrobras, la estatal petrolera brasileña.
El presidente de la empresa, Pedro Parente, se negó a cambiar la política aplicada desde julio de 2017, cuando vinculó el precio a la cotización internacional, pero este viernes volvió a aplicar descuentos a los precios del carburante en sus refinerías, algo que los mercados percibieron como una injerencia política en una empresa muy azotada por los escándalos de corrupción.
El jueves, la acción se hundió en la bolsa, con una caída superior al 13 por ciento en el parqué de Sao Paulo que provocó una pérdida de 11 mil millones de dólares en valor bursátil.