El tráfico de fauna es una de las actividades ilícitas más redituables en el orbe, después del de drogas y armas, respectivamente, expuso Susana Cruz, directora de la organización Naturaleza Animal, en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
En el mundo, cada año se ofertan alrededor de 380 millones de especies, de las cuales cinco millones son aves vivas, 10 millones de unidades de piel de reptil, 15 millones de mamíferos y 350 millones de peces tropicales, según la World Wildlife Fundation (WWF).
Datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) refieren que México es un país megadiverso, pues a nivel mundial ocupa el quinto lugar en mamíferos, tercero en aves, octavo en réptiles y segundo en anfibios.
Además, posee tres de las 37 áreas silvestres del planeta, 22 zonas de aves endémicas y el Golfo de California, considerado el “acuario del planeta”. Aquí se han documentado 875 especies de peces, 580 de aves marinas y 35 de mamíferos marinos (entre ellos la vaquita marina, el cetáceo con la distribución más restringida y amenazada).
A decir de Susana Cruz, en nuestro país se registran varios problemas como la destrucción y transformación del hábitat derivados de la tala, quema y desmonte clandestinos, cacería furtiva, usos inadecuados con fines de subsistencia y lucro ilegal.
Al impartir la charla «El comercio que extingue, tráfico ilegal de fauna silvestre», apuntó que nuestro país tiene el segundo sitial en deforestación en Latinoamérica y el 17 en el planeta, refirió la UNAM en un comunicado.
Además, entre 75 y 93% de sus cuerpos de agua dulce presentan altos índices de contaminación, tiene 49 especies desaparecidas, 475 en peligro de extinción, 896 amenazadas y mil 185 sujetas a protección especial por la norma mexicana 059-NOM-Semarnat.
Fuera de la ley
El tráfico ilegal es una actividad clandestina que comprende la extracción, movilización, compra, venta y tenencia no autorizada de especies silvestres o productos derivados. El comercio ilícito se puede encontrar en mercados, bazares, tiendas de mascotas, particulares, puestos en carreteras, Internet y anuncios en medios impresos.
Los animales víctimas de este delito suelen padecer condiciones infrahumanas en ranchos cinegéticos, actividades de cetrería, espectáculos, exhibición, ornato, colección e incluso son masacrados para obtener sus pieles y plumajes o producir alimentos exóticos por supuestas propiedades afrodisiacas, medicinales, o curativas.
Por ello, el comprador final juega el papel más importante y se clasifican en tres tipos: el consciente, que sabe lo que adquiere; el ignorante, al que se le presenta la ocasión de comprar algún ejemplar, producto o subproducto, y el rescatista, que por salvar a una criatura paga por ella con el objetivo de darle mejor vida.
Acciones
Para proteger a las variedades mexicanas se instrumentaron las leyes General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, y General de Vida Silvestre, así como el Código Penal de la Federación y la Nom-059-ECOL-2001.
También se instauró la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), aunque sólo funciona para naciones que hayan firmado el tratado (160 en total). En México, la autoridad científica de CITES está representada y coordinada por la Conabio y también se cuenta con las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMAS).
Para apoyar esta causa, Cruz recomendó no adquirir fauna silvestre o productos derivados, no comprar por compasión, no asistir a espectáculos con animales, denunciar y mantenerse informado.
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