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Castillo inflable se eleva 10 metros en Australia; mueren 5 niños

Un castillo inflable se elevó hasta 10 metros por un golpe de viento y provocó la muerte de 5 niños en una escuela en la isla de Tasmania, Australia. Hay otros cuatro niños heridos en el hospital.

Alumnos de entre 10 y 12 años de un colegio de la localidad de Devonport están entre las víctimas del accidente. Los menores estaban en el inflable durante una fiesta escolar de fin de año celebrada en la mañana del jueves (hora local).

«Estos niños estaban celebrando su último día de escuela, en lugar de eso, todos estamos de luto por su pérdida», dijo a los medios el comisionado de policía de Tasmania, Darren Hine.

Inicialmente se reportó de cuatro víctimas mortales, dos niños y dos niñas. La policía confirmó más tarde que un quinto menor había muerto en el hospital.

Según la investigación preliminar, una fuerte racha de viento levantó por los aires al castillo inflable, desde donde los niños cayeron desde una altura de unos 10 metros alrededor de las 10 de la mañana (23.00 GMT del miércoles).

La Policía no ha confirmado qué se usó para anclar al suelo el castillo.

Imágenes de la Australian Broacasting Corporation mostraron a agentes de policía consolando a otros compañeros mientras los paramédicos prestaban primeros auxilios a las víctimas.

Los padres llegaron a la escuela para recoger a sus hijos mientras helicópteros llevaban a los heridos a hospitales.

El primer ministro, Scott Morrison, mandó sus condolencias a los familiares de las víctimas y dijo que estaba «destrozado por esta tragedia inimaginable», en declaraciones a los medios locales.

Morrison dijo que pondrá todos los recursos necesarios al servicio de las familias y de la comunidad afectadas por la tragedia para ayudarles en lo que sea necesario.

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Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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