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Chávez Jr. asume sus actos y pide disculpas por dopaje

CIUDAD DE MÉXICO, 22 de septiembre.- El boxeador mexicano, Julio César Chávez Jr., ya no esperó un día más y hoy aceptó que asume la responsabilidad como las consecuencias de sus actos, tras haberse dado la confirmación de dopaje luego de perder el título mundial de peso medio del CMB ante Sergio Maravilla Martínez.

“Cualquier explicación o justificación que trate de dar por los recientes acontecimientos será poco o nada convincente, por ello quiero hacer del conocimiento de todos, que asumo plenamente la responsabilidad de mis actos así como las consecuencias de los mismos”, señaló Chávez Jr a través de una carta difundida vía Twitter.

El boxeador mexicano pidió disculpas para todas las personas que se sienten decepcionadas o agraviadas por su comportamiento.

El día de ayer, la Comisión Atlética de Nevada confirmó que Julio César Chávez Jr. dio positivo por metabolitos de mariguana.

El boxeador mexicano afirma que es momento de hacer un alto en su camino y reflexionar sobre su futuro. Dice que nace el nuevo Julio César Chávez y se preparará a conciencia para enfrentar la revancha contra Sergio Martínez.

El pasado sábado, Chávez Jr. perdió el título mundial por decisión unánime en 12 asaltos.

A continuación te presentamos la carta íntegra que publicó Chávez Jr.:

A la opinión pública.

Cualquier explicación o justificación que trate de dar por los recientes acontecimientos será poco o nada convincente, por ello quiero hacer del conocimiento de todos, que asumo plenamente la responsabilidad de mis actos así como las consecuencias de los mismos.

Quiero disculparme ante todas aquellas personas que se sienten decepcionadas o agraviadas por mi comportamiento, solo yo se las causas y solo a mi me corresponde enfrentarlas. En contraparte les puedo decir que voy a salir fortalecido de estos eventos y que pondré todo mi empeño por reivindicar mi imagen ante toda la sociedad.

Todo lo acontecido genera un ambiente propicio para hacer un alto en el camino y reflexionar sobre el futuro. Hoy nace el nuevo Julio Cesar Chávez, inicia una etapa en mi carrera que la redimensionara; me preparare, física y mentalmente, para alcanzar nuevos objetivos entre los que definitivamente a corto plazo está la revancha con Sergio “Maravilla” Martínez.

Aprovecho la ocasión para agradecer todas las muestras de solidaridad y apoyo que he recibido y también reconocer a todas aquellas personas que se han ocupado de mi persona dedicándome su tiempo con mensajes de cualquier tipo.

Julio Cesar Chavez C.

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Wimbledon sin jueces de línea: el fin de una era que muchos ya extrañan

Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon ha eliminado por completo a los jueces de línea humanos, reemplazándolos con un sistema electrónico automatizado. Esta decisión marca un punto de inflexión en uno de los torneos de tenis más tradicionales del mundo, generando una mezcla de aceptación tecnológica y nostalgia por la humanidad que esta figura representaba en la cancha.

Pauline Eyre, quien fue jueza de línea en 16 ediciones del torneo, recuerda con orgullo su primera vez pisando el césped sagrado del All England Club a los 21 años. “Era un sentimiento extraordinario”, comenta. Lejos de haber soñado con ganar un trofeo como jugadora —ella misma se describe como una mala competidora juvenil—, su máximo orgullo fue formar parte del equipo de oficiales, un grupo que consideraba “visiblemente diferente y especial”.

Esa esencia humana es justo lo que, para Eyre y otros puristas, se pierde con esta transformación. Aunque el sistema electrónico —el mismo adoptado por el Abierto de Australia y el US Open— promete precisión absoluta, Eyre sostiene que el cambio elimina una parte esencial del deporte: la imperfección humana. “El tenis es sobre personas. Si le quitas la humanidad, estás quitando una parte fundamental del juego”, afirma.

La medida, anunciada por el All England Lawn Tennis Club en octubre pasado, responde a la intención de garantizar la máxima precisión en el arbitraje y ofrecer condiciones homogéneas para los jugadores, en línea con la mayoría de los torneos del circuito ATP y WTA. Sally Bolton, directora ejecutiva del club, explicó que la transición busca estandarizar el entorno competitivo. Sin embargo, incluso antiguos funcionarios como Andrew Jarrett, ex árbitro principal de Wimbledon entre 2006 y 2019, admiten que el cambio, aunque lógico desde el punto de vista tecnológico, tiene un “costo humano”.

Jarrett subraya que durante su gestión nunca se contempló seriamente eliminar a los jueces de línea, aunque reconocía que la introducción del sistema Hawk-Eye en 2007 marcaba el inicio de una posible transición. Para Eyre, ese momento fue revelador: “Hawk-Eye nos demostró que casi siempre teníamos razón”, dice, con cierta melancolía.

La eliminación de estos oficiales también impacta el futuro del arbitraje en el tenis. “¿Por qué un joven de 15 años querría ahora pasar sus fines de semana arbitrando partidos infantiles si ya no puede soñar con llegar a Wimbledon?”, cuestiona Eyre.

Entre los jugadores, la reacción es dividida. Aryna Sabalenka, número uno del mundo, considera que el sistema electrónico elimina controversias y aporta claridad, aunque reconoce estar «50/50». Por otro lado, Barbora Krej?íková y Frances Tiafoe expresaron su preferencia por el estilo tradicional, destacando el «fanfarroneo» y la interacción humana que ofrecían los desafíos a jueces de línea.

El sistema automático no está exento de fallas. Durante un partido de segunda ronda, el sistema emitió un llamado de «fuera» entre puntos, generando confusión y risas entre el público. Otros jugadores también señalaron que las señales automatizadas son a veces demasiado tenues para escucharse, especialmente en canchas con mayor ruido ambiental.

De los aproximadamente 300 jueces de línea que solían participar en Wimbledon, solo 80 permanecen este año como asistentes de cancha en caso de fallos técnicos del sistema.

Lo que antes era una aspiración para muchos —ser parte del torneo más prestigioso del mundo, aunque fuera desde los márgenes del terreno de juego— ahora queda relegado a la historia. Eyre, ahora comediante de stand-up, recuerda cuando fue abucheada por sancionar al favorito local Greg Rusedski o cuando John McEnroe la fulminó con la mirada por marcarle un error.

Con humor y algo de resignación, reconoce que los jueces de línea eran vistos como “jugadores fracasados y personas demasiado autoritarias”. Pero, en el fondo, lo hacían por amor al tenis. “Solo queríamos ser parte de algo que amamos”, concluye.

Y quizás, como muchas cosas en la vida, no sabíamos cuánto los íbamos a extrañar… hasta que desaparecieron.

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