Las comadres se pusieron de acuerdo, y María Eugenia Campos será la candidata panista a la alcaldía de Chihuahua, un proyecto al que le tiene el ojo puesto desde hace mucho, y en el cual ha trabajado sin descanso.
Rocío siempre supo que no iba a llegar, por eso le fue sencillo declinar luego de haber negociado algo, porque ni modo que creamos que se va con las manos vacías, pues a pesar de contar con el apoyo del CEN nacional, fue evidente que los astros chihuahuitas le sonreían a Maru, mientras que Rocío se lleva un boletito válido por una curul plurinominal, y todos contentos.
De esta manera, Maru irá contra Lucía Chavira, en un mano a mano de pronóstico reservado, pero en el que gane quien gane saldrá beneficiado chihuahua, pues a diferencia de otras posiciones en juego, en esta hay dos buenas contendientes, a pesar de contar con perfiles muy distintos, pues mientras Lucía es abuela, Maru es soltera, Lucía ha hecho su carrera en el servicio público con especial énfasis en lo social, mientras Maru es a pesar de su juventud una legisladora bien ‘traineada’.
Sin embargo, la diferencia sustancial entre ambas podría ser su relación con el gobernador Duarte, pues mientras Lucía pertenece a un grupo con una evidente distancia hacia el mandatario a pesar de ser del mismo partido, Maru ha mostrado mucha más cercanía con el ballezano, al menos de los dientes para afuera, y esto ha soltado suspicacias que, hasta ahora, no son más que suposiciones sin fundamento.
Así, llama la atención que mientras el PRI habla de unidad a toda costa, sufre una de las divisiones más graves de su historia en Chihuahua, y mientras el PAN critica los ‘dedazos’ y las candidaturas de ‘unidad’, le están saliendo rebien y el panismo capitalino está alineado casi sin resistencia en torno a Maru. El resultado de la elección, lo admitimos, es de pronóstico reservado, pues si bien el PRI mantiene una estructura apabullante, la capital del estado es el bastión antipriísta de la entidad.
También hay que tomar en cuenta la llegada de los independientes. En la capital están Enrique Terrazas Seyffert, el ‘hijo’ de la Coparmex, Antonio López, el bronquito de Chihuahua, y Javier Mesta, el colado. Demasiados burros para tan pocos olotes, así que todo pinta que los dos últimos acabarán sumándose al proyecto del primero, pero ni así pega, pues las dos contendientes a la capital están fuertísimas, así que no hay que descartar que acabe declinando en favor de Maru, pues a fin de cuentas la sangre azul llama.
Pero si bien estas candidaturas ya están resueltas, faltan muchas que deben resolver los partidos, pues la norma de paridad de género obliga a los partidos a incorporar a mujeres en al menos el 50% de sus candidaturas, y eso significa al menos 32 ayuntamientos, pero el problema es que son pocos los casos en los que se cuenta con suficientes perfiles como para rellenar los diferentes puestos.
Pasando al ámbito estatal, el equipo de Serrano muestra delicadas fracturas derivadas de la desconfianza surgida entre su equipo y el de su coordinador de campaña, Javier Garfio, pues no se trató de una alianza natural, sino de una imposición más de la serie que lanzó el gobernador César Duarte, y estas decisiones autoritarias, basadas en un interés personal y no del priísmo, necesariamente tendría consecuencias.
Pasando al terreno del PAN, a pesar de que ya se acordó el ‘dedazo’ para la designación de candidato, es seguro que quien no sea electo quedará inconforme. Teresa Ortuño y Carlos Angulo se irán contentos con premio de consolación, y si no quedan contentos tampoco pasa nada. En el caso de Juan Blanco y Jaime Beltrán, la situación cambia, ambos traen el peso necesario para descarrilar al otro y el principal problema es que ninguno ha cuajado, pues van tarde, divididos y en vez de ir ganando notoriedad y apoyos pareciera que estos se esfuman.
Mención aparte es la que merece ‘Chacho’ Barraza, quien pese a los obstáculos que ha tenido que ir abatiendo para darse a conocer entre los chihuahuenses, lo ha logrado con inusitado éxito si se considera que hasta hace un par de meses nadie lo conocía, ni él había tenido participación en la vida pública de Chihuahua.
Esto precisamente ha desconcertado a algunos ciudadanos y dado armas a sus críticos, quienes consideran que el ex director de Aeroméxico nunca participó, ni aportó ni opinó, mucho menos criticó. Simplemente parecía que Chihuahua no le importaba un comino, y de pronto le nació el amor por el terruño que, de la nada, lo lanzó a emprender el largo camino electoral para salvar al estado y a su pueblo… muy romántico.
Así lo hizo notar el senador panista Javier Corral Jurado, quien descartó que Barraza tenga el menor interés en combatir la corrupción, la pobreza y otros problemas que asuelan a la entidad, sino que más bien es el representante de la élite empresarial que busca encarnar en él sus intereses, y para nada la justicia social. Si se encuentra a algún seguidor de ‘Chacho’, pregúntele cuál es su propuesta de campaña, por qué es diferente a otros que no sea simplemente por ir sin partido, y quizá la respuesta lo decepcione, quizá.
En el caso de Gustavo Madero y Javier Corral, nadie sabe a qué le tiran. Los tiempos ya no les permiten ser candidatos, con Barraza no van, con los panistas tampoco y con los priístas mucho menos. Así, no se sabe hacia dónde va el posicionamiento que firmaron Corral y Madero, signado también por Jaime García Chávez, Lucha Castro, Víctor Quintana, Alma Gómez Caballero, Gabino Gómez y Blanca Gámez, el cual dice apostarle a la unidad para frenar “la perpetuación del tirano en el gobierno del estado”. Ni hablar.