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Chihuahuenses vivimos «entre bestias y otros miedos»: Gonzzob

Por: Enrique Corte Barrera

Cuando Eduardo González (Chihuahua, 35 años) creó su obra, Las bestias y otros miedos, jamás pensó que acabaría en las primeras planas y menos que su obra sería acusada de pornográfica y satánica. Sin embargo, en el fondo le da gusto que, al menos de esta manera, su trabajo sea conocido y acerque a los chihuahuenses a un estilo de arte más provocador.

Este egresado del Colegio Palmore y de la Maestría en Artes de la13427851_1622530441394710_7594353261125382796_n UACh, ha expuesto en la Ciudad de México y estudiado en espacios como Casa Kahlo. Es por esta cercanía con el arte que utilizó una frase del escritor Gustave Flaubert para explicar su obra: “Lo grotesco triste tiene para mí un encanto inaudito; corresponde a las necesidades íntimas de mi naturaleza, que es bufonescamente amarga. No me hace reír sino soñar largamente”.

En entrevista para la Asociación de Administradores de Recursos Informativos (ASAR AC), comentó que esta exposición en particular aborda “figuras mitológicas representando algunos tabúes de las sociedades actuales. Es parte de la investigación sobre la corporeidad. Lo abyecto. Las bestias mitológicas eran un recurso para hablar de lo que no se quería hablar. Entonces pensé en usar las bestias que se han usado toda la vida para este concepto y corporeidad”.

17200995_1763478160633270_5668234962525396614_nAsí, esta exposición que estará abierta al público en la Quinta Gameros hasta el 9 de abril, muestra a personajes de la mitología grecolatina como el Fauno, Aracné, el Unicornio, el Minotauro, las Sirenas, las Moiras y Medusas, de tradición grecolatina. “Las Moiras, por ejemplo, toman el sentido del VIH. Cómo esta enfermedad va acabando con la vida. El minotauro habla sobre la homosexualidad de closet que se vuelve machismo heteronormado al usar máscaras para encajar en la sociedad. Aracné es la fertilidad, la vida, pero también el ver a una mujer como un contenedor. El fauno es la explosión sexual y tiene un contexto ligado”.

17270773_1765208047126948_796735973_nGonzzob, su nombre artístico, reconoce que no esperaba ni remotamente tal revuelo por sus imágenes. “Sabíamos que algunas imágenes podían ser un poco explícitas, y por eso pusimos un letrero recomendando amplio criterio a quienes entraran. Lo raro es que ves las mismas salas llenas de pechos femeninos, pero si ven un pene ya es algo prohibido. No se está tocando ningún tema fuera de lo común ni se agrede ni ofende a nadie. A fin de cuentas están en su derecho de incomodarse. Lo bueno es que genera reacciones”.

Sobre la situación de la creación cultural en Chihuahua, opinó que “cada vez hay más creadores y chihuahuenses que consumen arte. También hay generaciones que no han alcanzado el grado de conciencia que se necesita para ver estos temas. Estamos hablando de monstruos y de miedos… tiene que ser así, llevar al espectador a una confrontación con la imagen, pues es una obra de denuncia que habla con el espectador y busca precisamente explorar la reacción hacia esos miedos, cómo la sociedad lidia con ellos”.

No obstante, también reconoce que este tipo de reacciones en algunos sectores de17321667_1765208073793612_1388303149_n Chihuahua “denotan falta de tolerancia a las minorías y discriminación a la mujer, tanto en la censura como en los insultos de tintes homofóbicos y clasistas que saturaron las redes sociales. Faltan medios que difundan la cultura, pero hay grupos que se están moviendo y cada vez hay más apertura y aceptación del arte en general. Siempre habrá detractores de todo, de lo positivo y lo negativo pero lo importante es la difusión y seguir trabajando”.

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Acapulco lucha por sobrevivir. Por Itali Heide

Imágenes: Manuel Villavicencio

Antes incluso de verlo, Acapulco se huele. El olor de la basura acumulada durante semanas en las calles, la humedad de toneladas de lodo, árboles y hojas cubriendo portones, e incluso el olor a muerte persiste en el aire. Sobre el SEMEFO, buitres vuelan en una coreografía coordinada que señala que la muerte es mucho más frecuente que las cifras oficiales.

Itali Heide

Itali Heide

Al adentrarse en las devastadas calles de Acapulco, uno podría pensar que ha sido transportado a una zona de guerra. Ni una sola casa o edificio ha quedado indemne, con cristales esparcidos por todos los patios y líneas de agua de dos metros de altura en hogares que sirven de recordatorio del horror por el que pasaron los guerrerenses.

Aunque la pérdida material es devastadoramente triste, la angustia llega cuando se escuchan las historias de los sobrevivientes. Doña Francisca ha vivido en el poblado de Yetla toda su vida. De pie en la puerta de su casa, mirando hacia atrás, hacia el lugar que una vez conoció como un hogar seguro, recuerda la noche que la vio pedir por su vida. «No pude hacer nada», dice con las mejillas llenas de lágrimas, «el viento era tan fuerte que me agarré a la cama rezando que no me llevara el viento».

¿Quién iba a pensar que de un día para otro toda una región podía desaparecer del mapa? Es como si alguien hubiera hubiera arrastrado su dedo pulgar por el paisaje, sin dejar ni una sola palmera recta, mientras la mayoría yacía en el suelo como el destino le había deparado. La gente sufrió enormemente, y algunos pasaron 20 horas en sus casas con el agua hasta el pecho, sosteniendo a sus hijos y suplicando por una salida.

Nos gusta pensar que lo peor ya ha pasado. ¿Qué puede haber peor que vientos de 300 km/h? Por desgracia, el verdadero peligro está aún por llegar. Medical IMPACT llevó una brigada médica a Acapulco esta semana, apoyando a los supervivientes con consultas médicas gratuitas, medicación y apoyo emocional. Tras atender a más de 300 pacientes, salieron a la luz los verdaderos riesgos: habrá más muertes tras el huracán que por la tormenta en sí.

En las colonias Alborada Cardenista, Yetla y Ejido Viejo, cientos de guerrerenses se presentaron con lesiones, enfermedades y riesgos que ponen en peligro su vida y su salud. Viviendo sin agua potable, comida, electricidad o incluso higiene básica, no es de extrañar que la enfermedad esté por todas partes. Bebés con la cara llena de granos debido al agua sucia, niños con heridas infectadas con riesgo de septicemia, estómagos doloridos y resfriados por las horas pasadas en el agua están por todas partes.

Quienes ya lidiaban con alguna enfermedad, ahora sufren más. Decenas de pacientes diabéticos a los que Medical IMPACT atendió se han quedado sin insulina ni medicación vital, mientras yacían en sus casas esperando a que llegara la ayuda o a que les sobreviniera un coma diabético. Incluso si pudieran encontrar insulina, no hay forma de almacenarla: debe conservarse a baja temperatura, y sin electricidad, guardarla en el refrigerador no es posible.

Es devastador pasear por calles que antes estaban llenas de vida y ver a la gente limpiar minuciosamente sus casas mientras intentan recordar cómo era tener una vida normal. Sin embargo, sirve como testimonio de la voluntad que tienen los guerrerenses para seguir adelante. En los poblados olvidados y abandonados por el gobierno y otros grupos de apoyo, las comunidades se reúnen en zonas comunes y se ayudan mutuamente.

Las doñas montan mesas para hacer taquitos de requesón y frijol, los hombres llevan palas de casa en casa sacando el barro y la basura, los niños ríen y juegan, perros amistosos buscan caricias y se juntan recursos para apoyarse mutuamente. Incluso en las ruinas, la tragedia parece sacar lo mejor de la gente (aunque en algunos casos, también lo peor).

Acapulco está lejos de recuperarse. Llevará años reconstruir la ciudad y los pueblos circundantes, pero la verdadera prueba es mantener a la gente segura, alimentada, hidratada y sana. Mientras nos adentramos en aguas desconocidas, es responsabilidad del gobierno, la sociedad civil y la comunidad mundial seguir apoyando a quienes lo perdieron todo y pueden perder más, incluso su vida.

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