Chile y Argentina protagonizan la final de la Copa América con ciertas cuentas pendientes: mientras el equipo anfitrión aspira a ganar su primer título continental, la Albiceleste, de Gerardo Martino, busca romper una sequía de 22 años sin levantar un trofeo internacional.
Además, un triunfo para el conjunto celeste supondría igualar las 15 Copas conquistadas que, hasta el momento, siguen situando a Uruguay como la mejor selección histórica del continente.
Así, chilenos y argentinos se citan en una final inédita, que enfrenta a los dos equipos que más argumentos futbolísticos exhibieron para llegar al último escalón.
Ambos cuadros llegan invictos y con el cartel de máximos goleadores, apoyados por talentosos futbolistas que anhelan el trono de América como legado para la historia del futbol de su país.
Para Chile, el anfitrión, levantar el título en el Estadio Nacional se ha vuelto un imperativo para una generación de futbolistas excepcionales, que necesitan un triunfo internacional para ahuyentar el fantasma del fracaso en los grandes escenarios.
Trataremos de ser los dominadores, el resultado pasará por ahí. La planificación varía en función del rival, pero en el estilo y la propuesta no hay modificación. Chile quiere superar a los rivales desde la posesión de balón y generando situaciones de gol”, señaló Jorge Sampaoli, entrenador chileno.
No obstante, la Roja no ha derrotado a Argentina en los 24 partidos de Copa América en los que se han enfrentado.
La Albiceleste, entre tanto, intentará imponer la jerarquía de sus figuras para cortar una racha de decepciones que se prolonga ya 22 años, desde que en 1993 consiguió su última Copa América.
Estos futbolistas generan tanta expectativa, que a veces parece una obligación llegar a esta instancia. Lo que se busca es ganar. Es cierto que hay mérito por parte de los chicos por jugar dos finales en menos de un año. Es una señal de madurez”, argumentó Gerardo Martino, entrenador argentino.
En menos de un año, Argentina logró reponerse de la derrota ante Alemania en la final del Mundial de Brasil 2014 y plantarse en otra definición por el título.
De los dos lados quedan motivos suficientes para pensar en un cambio de página en la historia.