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En China ya se puede asegurar el amor

Zhang está tan convencido de su relación con An que en enero aseguró, literalmente, su amor. Pagó 299 yuanes (41 euros) y si todo sigue viento en popa cuando se casen su compañía de seguros les enviará 10.000 rosas para decorar el banquete de su boda. Es una de las curiosas ofertas de las aseguradoras chinas, que se han lanzado en el terreno de premiar el compromiso y el amor para sacar rédito de los clientes más jóvenes.
El contrato es sencillo: cada pareja paga una tarifa única y acepta casarse dentro de un plazo establecido. Si lo cumplen, reciben un pago en efectivo (o en especies) mayor de lo que abonaron. Zhang y An se hicieron con un certificado del amor de la aseguradora China Life, que les pide contraer nupcias en un plazo de entre tres y diez años. Una vez ocurra, presentando su documento de identidad y certificado de matrimonio, recibirán su recompensa.
«Sentía que la relación iba bien y quise demostrarle a mi novia mi satisfacción», dice Zhang, que admite sin embargo los beneficios prácticos del producto. «Cuesta lo mismo que ir a cenar un día a un restaurante y es más efectivo si quieres complacer a tu pareja». En la letra pequeña de la póliza, la compañía detalla que solamente se encarga de entregar las rosas, no de colocarlas.
La aseguradora Answern ofrece productos similares. Uno de ellos se basa en recibir directamente dinero en metálico. Uno puede optar por pagar 99, 297 o 495 yuanes (14, 41 o 68 euros) y recibir después 1.999, 5.997 o 9.995 yuanes (274, 824 o 1.373 euros), respectivamente, si el cliente se casa en un plazo de entre tres y diez años tras firmar el contrato. En otro, se abonan 399 yuanes (55 euros) y regalan un diamante de medio quilate tallado en forma de corazón. En esta última oferta los estudiantes universitarios gozan de descuentos del 25%.
Aunque varias empresas del sector han ofrecido estas pólizas de forma más o menos regular en los últimos años, es durante la campaña de San Valentín cuando más se promueven. Se pueden adquirir fácilmente a través de las plataformas en línea de las aseguradoras, que las publicitan con mensajes que van de lo poético («Dale al amor una promesa») a lo práctico («Cásese con su pareja dentro de un tiempo determinado y obtendrá un premio por el matrimonio»). Todas insisten en que uno no puede echarse atrás una vez comprado el seguro ni cambiar el nombre de su amado/a.
Pero en muchos de los casos la banca parece ganarle la partida al amor. Una encuesta reciente realizada a estudiantes universitarios chinos estima que dos de cada tres parejas rompen una vez se gradúan porque, entre otras razones, alguno de los dos tiene que mudarse a otra ciudad por su empleo. Otro sondeo a jóvenes nacidos en la década de los noventa del siglo pasado muestra que solamente un 16% ha logrado mantener una relación sentimental que supere los tres años, precisamente el límite que se marcan las aseguradoras para premiar a sus clientes. «La mayoría de estas llamadas pólizas de seguro del amor no están apostando por la relación, sino contra ella. Esa es la única manera de que obtengan beneficios», recordaba el periódico Global Times en un artículo de opinión.
Hasta el mismo Zhang tiene dudas de si llegará a recibir su premio, aunque no por el temor a separarse. «Llevamos ocho años juntos y estamos convencidos de ello, pero cuando mi novia vio que debíamos esperar tres más para casarnos me dijo que ni hablar, que lo haríamos mucho antes. Así que seguramente nos quedemos sin rosas».

El País

Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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