La película Chronic del mexicano Michel Franco, impactante retrato de un enfermero que acompaña en el tránsito a la muerte a pacientes en estado terminal, encarnado por Tim Roth, obtuvo este domingo el premio al Mejor Guión en el Festival de Cannes.
Rodada en inglés, Chronic era la única película de América Latina en competencia oficial este año en Cannes, donde el realizador mexicano de 35 años había ganado en el 2012 el premio de la sección Una Cierta Mirada con Después de Lucía.
“Es una historia muy de Cannes”, dijo Franco al recibir el premio, antes de contar que se había puesto a escribir el guión tras ganar aquel primer galardón hace tres años.
Según había relatado en Cannes, el guión de la película, inspirado en una experiencia personal, es obra suya en cooperación con el británico Roth y el coproductor mexicano Gabriel Ripstein.
Sencilla y despojada de sensiblería, Chronic aborda el tema universal de la vejez, la enfermedad y la muerte, muy presentes en esta 68 edición del festival.
Fino observador del alma humana en situaciones límite, como lo demostró en la historia de secuestro y sexo forzado en Daniel y Ana (2009), o de bullying en Después de Lucía, Franco lleva la reflexión sobre el final de la vida a extremos que otras películas en competencia en Cannes abordaron con ternura, como Nanni Moretti en Mia Madre, o con delirante ironía, como Paolo Sorrentino, en Youth.
Chronic aborda frontalmente el caso de los enfermos desahuciados que en la sociedad moderna occidental los familiares directos no tienen tiempo de atender y los confían a trabajadores paramédicos anónimos, a los que el filme rinde un sensible homenaje.
“Quería hacer un retrato objetivo de lo complicado que son esos momentos de la vida, cómo un extranjero se introduce y ayuda, no sólo cumpliendo con sus deberes médicos, sino involucrándose en temas personales”, explicó Franco en Cannes.
“Para mí, quien lleva la película es el personaje de Tim y la entrega que tiene con sus pacientes”, dijo Franco en Cannes.
Cine despojado y meticuloso
El meticuloso filme logra un tono de veracidad psicológica que reconocerá cualquier espectador que haya estado confrontado a ese tipo de situación.
Muestra la proximidad de las relaciones con el paciente, que van mucho más allá del estricto marco de la atención paramédica.
Esa cercanía genera a menudo roces con los familiares que no pueden ocuparse de la persona y sienten culpa por ello. Podría decirse que la culpa, tanto como la muerte, son los protagonistas invisibles pero omnipresentes de esta devastadora película.
La distorsión en las relaciones humanas abarca los celos, la desconfianza y hasta la paranoia, al punto de que David debe afrontar la acusación descabellada de acoso sexual a un paciente anciano.
“Los cuidadores tienen relaciones con los enfermos que los familiares nunca tendrán”, comentó Michel Franco.
Reveló que la idea de hacer la película le vino por una situación personal. “Mi abuela se enfermó y estuvo postrada en una cama durante varios meses antes de morir”, explicó el director.
“Son momentos dramáticos de la vida -comentó el realizador- pero quise mostrarlos en una forma no dramatizada”.
Al borde del abismo
La precisión psicológica alcanza su nivel máximo a la hora de analizar el espinoso tema de la eutanasia -Franco y Roth se declararon a favor de legalizarla-, una situación límite con la que estos enfermeros lidian a menudo solos, más frecuentemente de lo que nadie quiere admitir, sin el amparo de la ley ni de la medicina.
La carga de la decisión de acompañar a un semejante a la muerte llega a su paroxismno en el caso de David, por una razón que el espectador descubre a partir de indicios desperdigados a medida que avanza el film.
David retoma un paciente nuevo no bien muere el anterior -y cada cual es un mundo diferente-, en una relación de dependencia más allá de la necesidad económica de ganarse la vida. Es alguien que sólo tolera vivir la vida junto a aquellos que se encuentran al borde del abismo final.
A pesar de que fue rodada y financiada en México, Franco optó por hacerla en inglés, recurrir a un protagonista británico y situar la acción en Los Angeles, algo que sin duda facilitará la difusión mundial de esta impactante cinta de alcance universal.
Michel Franco
Nacido en la ciudad de México el 28 de agosto de 1979, Michel Franco, de pelo ensortijado claro y blanquísima piel, estudió Comunicación en la privada Universidad Iberoamericana —como lo hizo años antes Alejandro González Iñárritu— y, posteriormente, dirección en la Academia de Cine de Nueva York.
Después de dirigir anuncios de televisión y cortometrajes como Cuando sea grande y Entre dos, en el 2009, escribió y dirigió su ópera prima sobre la sexualidad en la adolescencia Daniel y Ana, que presentó en la Quincena de los Realizadores de Cannes y en el Festival de San Sebastián.
El prestigioso festival francés le reconoció hace tres años con el premio Una Cierta Mirada por su drama sobre el acoso escolar Después de Lucía, cuando Tim Roth era presidente del jurado de esa sección. El actor dijo entonces que ese film era “una obra maestra”.
En ese momento, surgió la amistad entre el actor y el director, que trabajaron juntos en Chronic.
Con el sueco Ingmar Bergman y el español Luis Buñuel como principales referentes, Franco también tiene una productora, Lucía Films, que ha financiado sus últimas cintas junto con Gabriel Ripstein, director de 600 millas, premiada este año en Berlín.
Recientemente, el joven Michel Franco terminó de filmar su cuarto largometraje A los ojos, sobre las peripecias de una madre para curar la enfermedad degenerativa de su hijo.
Fuente: El Economista