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Salud y Bienestar

Cinco claves para controlar el azúcar que consumimos sin darnos cuenta

Visualiza un kilo de azúcar. Sí, uno de esos paquetes típicos que compramos en el supermercado y con los que podemos rellenar el azucarero varias veces.

Parece mucho, ¿verdad? Y sin embargo un kilo es la cantidad media que un adulto consume en dos semanas. Y los adolescentes ingieren aún más.

Muchos se sorprenderán de que sea tanto. Sabemos que hay azúcar en alimentos obvios como el chocolate o las galletas. Pero también hay grandes cantidades «escondidas» en otras comidas no consideradas dulces.

1. ¿Cuál debería ser el límite diario?

En marzo de 2015 la Organización Mundial de la Salud, OMS, redujo su recomendación diaria de consumo de azúcar a un 5% del total de calorías ingeridas para llevar una dieta sana óptima. En su defecto, no más del 10%.

Azúcar
50 gramos de azúcar equivale a 12 cucharillas.

Esa recomendación es un desafío para los hábitos alimenticios de hoy en día: en los países occidentales, el azúcar suele representar hasta 15% de la ingesta diaria de energía.

Pero algunos nutricionistas van incluso más allá y recomiendan consumir menos del 3% de azúcar en nuestra dieta.

Estos límites son para todo el contenido de azúcar que hay en nuestros alimentos, tanto azúcares naturales como los que hay en la miel, la leche o los jugos de fruta, como azúcares añadidos y refinados, porque el cuerpo no distingue entre el azúcar natural y el procesado.

Efectivamente, todos los tipos de azúcar son transformados en glucosa y fructosa y procesados en el hígado.

2. ¿Cuánto es eso en cucharillas?

Esta es la recomendación de la OMS para una persona adulta que consuma aproximadamente 2.000 calorías al día:

  • Siguiendo la recomendación del 10%, sería un máximo de 50 gramos de azúcar al día, equivalente a unas 12 cucharillas.
  • Siguiendo la recomendación del 5% para una dieta óptima y un bienestar adicional, serían 25 gramos al día o 6 cucharillas de azúcar.

3. ¿Cuánto azúcar hay en una lata de refresco?

Una sola lata de refresco del tamaño estándar de 330ml contiene el equivalente en azúcares a 9 cucharillas de azúcar, es decir más de la cantidad diaria óptima recomendada por la OMS.

Una lata de refresco puede superar la cantidad máxima de azúcar diaria recomendada por la OMS.

Un refresco de cola de 330ml contiene 36g de azúcar.

Pero un refresco de cola «light» contiene 0g de azúcar.

4. Cuánto azúcar hay «escondido» en alimentos no considerados «dulces»

Según una investigación de la BBC, las bebidas que más contenido de azúcar tienen, son (de mayor a menor): batidos, bebidas de cola, agua con sabor a frutas, bebidas energéticas y jugos de frutas (no frescos). Estas bebidas no nos llenan tanto como una comida sólida no dulce con el mismo número de calorías.

Contenido de azúcar en bebidas comunes

Un jugo de naranja de 150ml contiene 12,9g de azúcar, equivalente a unas 3 cucharillas. (Fuente Public Health England)

La recomendación para los niños es consumir agua o leche (sin azúcar) en lugar de refrescos y jugos de fruta con azúcar añadido.

El alcohol también es un problema: según datos de una encuesta en Reino Unido entre 2008 y 2012 el 10% del total de azúcar consumido por los adultos proviene de bebidas alcohólicas.

Contenido de azúcar en salsas
Ilustración del contenido de azúcar en una salsa barbacoa, una salsa de ensalada, ketchup y una salsa agridulce.

Luego están además las salsas: la salsa barbacoa, el Ketchup o la salsa agridulce… todas tienen azúcar. Un par de cucharadas de salsa pueden contener la misma cantidad de azúcar que una dona.

Por su parte, un yogur de fruta de 125 gr contiene 15,9g de azúcar. La misma cantidad de yogur pero natural y con fruta fresca añadida contiene 11.6g. (Fuente Public Health England)

Y algunos productos «light» o de dieta tampoco son necesariamente seguros, porque para potenciar el sabor los fabricantes compensan el bajo contenido en grasa con un alto contenido en azúcar.

5. ¿Cómo calcular cuánto azúcar hay en algo que compras?

Calcular cuánto azúcar hay en la comida puede ser confuso porque en las etiquetas puede aparecer bajo distintos nombres.

Pero casi todos acaban en «osa»: glucosa, fructosa, sacarosa, lactosa, maltosa, jarabe de maíz de alta fructosa.

Azúcar
Hay una relación demostrada entre las dietas de alto contenido en azúcares y enfermedades como la obesidad y la diabetes de tipo 2.

Los fabricantes no suelen estar obligados por ley a separar los azúcares añadidos de los naturales en una etiqueta de nutrición, pero normalmente puedes ves la cantidad total de azúcar presente fijándote en el número que dice «Carbohidratos (de los cuales azúcares)».

En general, si hay más de 15 gramos de azúcares por 100 gramos se considera un producto de alto contenido en azúcar.

Mientras que 5 gramos por cada 100 de producto es un contenido bajo azúcar.

BBC Mundo

Ciencia y Tecnología

Marihuana duplica riesgo de muerte por infarto y derrame cerebral, revela estudio global con 200 millones de casos

Una nueva investigación publicada en la revista Heart advierte sobre un riesgo grave y hasta ahora subestimado: el consumo de marihuana puede duplicar las probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares, incluso en personas jóvenes y sin antecedentes médicos. El hallazgo surge de un metaanálisis de datos médicos que involucra a más de 200 millones de personas, la mayoría entre los 19 y 59 años, en países como Estados Unidos, Francia, Canadá, Australia, Egipto y Suecia.

Lo más preocupante es que quienes presentaron mayor riesgo eran adultos jóvenes sin factores de riesgo previos como hipertensión, tabaquismo o antecedentes familiares. “Lo que más nos llamó la atención fue que los pacientes hospitalizados por estos padecimientos eran jóvenes, sin historial de enfermedad cardiovascular ni factores de riesgo asociados”, señaló la investigadora Émilie Jouanjus, profesora asociada de farmacología en la Universidad de Toulouse, Francia.

Comparados con quienes no consumen cannabis, los usuarios tienen un 29% más de riesgo de sufrir un infarto y un 20% más de sufrir un derrame cerebral. La revisión sistemática no logró determinar el modo de consumo (fumado, vaporizado, comestible, etc.), pero con base en los patrones de uso en los países analizados, los autores concluyen que la mayoría probablemente lo consumía fumado.

Los especialistas advierten que esta forma de consumo conlleva riesgos similares al tabaco. “Cualquier método que implique inhalar cannabis implica riesgos, incluso para quienes están cerca y respiran el humo de segunda mano”, explicó la doctora Lynn Silver, profesora de epidemiología en la Universidad de California, San Francisco, y coautora de un editorial que acompaña el estudio.

Además, nuevas evidencias apuntan a que incluso los comestibles con THC pueden causar daño vascular. Una investigación publicada en mayo de 2025 reveló que los consumidores de comestibles mostraron una reducción del 56% en la función vascular, incluso más alta que en quienes fuman marihuana, con una reducción del 42%. “El THC, sin importar su forma de ingreso al organismo, tiene efectos preocupantes sobre el sistema cardiovascular”, advirtió la cardióloga investigadora Leila Mohammadi.

Uno de los elementos más inquietantes del estudio es el incremento en la potencia del cannabis disponible en el mercado legal. “Los productos actuales pueden contener hasta 99% de THC. No tienen nada que ver con la marihuana que se fumaba en los años setenta”, señaló Silver. Esta mayor potencia también está asociada con un aumento en los casos de adicción y trastornos mentales graves como psicosis o esquizofrenia. Se estima que en EE.UU., al menos 3 de cada 10 usuarios desarrollan trastorno por consumo de cannabis.

Aunque las políticas públicas han priorizado la regulación comercial y el otorgamiento de licencias a empresas, los expertos piden un viraje urgente hacia la educación sobre riesgos. “Necesitamos tratar el consumo de cannabis como tratamos el tabaco: con advertencias claras, educación médica y políticas que pongan la salud pública al centro”, afirmó Silver.

Los investigadores temen que la relación entre cannabis y enfermedad cardíaca esté subestimada. “Es probable que el vínculo sea incluso más fuerte de lo que reflejan los datos actuales”, reconoció Jouanjus.

En un contexto donde el uso de cannabis se normaliza cada vez más, especialmente en adultos mayores que lo utilizan para el dolor o el insomnio, la evidencia científica lanza una advertencia clara: el cannabis no es inocuo, y su consumo podría tener consecuencias fatales, incluso para quienes creen estar lejos de cualquier riesgo cardiovascular.

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