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Opinión

Clarines TRUMPetas, pa’ que cornetas Por Carlos Toulet

«Con frecuencia la ignorancia engendra más confianza que el conocimiento»

Carlos Toulet Medina

Carlos Toulet Medina

La batalla personal que sostengo entre escribir o no, una postura sobre el primer debate rumbo a la presidencia de los Estados Unidos de América, transmitido por absolutamente todos los canales imaginables de comunicación de los que gozamos hoy en día, se disipa y se me amolda al visualizar en la mañana de este martes los medios de comunicación en México, mismos que me hacen encabronar.
Con agendas muy marcadas, los principales influenciadores impresos y digitales en el país, exponen en sus primeras planas a Hillary Clinton como ganadora avasallante del ejercicio, sin embargo y a título personal pienso que ambos mostraron lo que venían mostrando tiempo atrás. Nada nuevo fuera de la discusión, el morbo y los ataques personales. El contenido de fondo que tenían preparado ambos candidatos daba para 20 minutos de material sólido, el show duró 90. Históricamente el impacto en las encuestas después de los debates es de 3%, los votantes decididos muy difícilmente cambiarán su postura.
Abrazar de gol debemos todos al moderador y su formato. Dejó que se pegarán de lo lindo y que se pudieran enfrascar al gusto. Profundizar cuando debían aprovechando sus “fortalezas”. Deberíamos invitarlo a México para educar a los “tránsitos” del INE que dirigen los debates políticos, que de principio a fin son rígidos, pobres en desafío y fastidiados en narrativa, ni divierten vaya.
Amanecemos con las encuesta de CNN dando como vencedora a Clinton, pero aceptando un sesgo en la participación demócrata. Otras encuestas como las de TIME, Washington Post y Bloomberg, dan como ganador a Trump, pero basadas en muestreo online. O sea, no se puede concluir. Probablemente podamos contar con alguna certeza en materia de preferencia electoral al terminar la semana, y aun así, no debemos aventurarnos a apostarlo todo. Será una elección cerradísima.
Hillary estaba muy bien preparada, arrastró el lápiz con su equipo para saber cuándo callar, sonreír y aguantar los “tiros de precisión” de lanzó Trump. Mostro su expertise –incuestionable, la neta–, se comportó a la altura que se le demandó, mostró temperamento de Lady y dejó que Trump se descompusiera conforme avanzaba el debate. En otro mundo sería sin duda la gran ganadora y con amplio margen.
Trump por su parte es un showman, no podemos negarlo. Mostró un lenguaje corporal narcisista y autoritario, ambos atributos atractivos para muchos –yo entre ellos–. La seguridad con la que habló y la sencillez de un “pobre” mensaje serán bien recibidos por un gran nicho de la sociedad. Descalifico la inopia de sus argumentos al hablar de seguridad nacional, la incoherencia y deshonestidad que denotan sus propuestas económicas soportadas con ejemplos personales y familiares, más aún descalifico las 51 veces que interrumpió a su contraparte –con 15 hubiera bastado–. Pero, Trump siendo Trump –con un leve empujoncito de EPN y Videgaray– está donde está por hacer todo esto y no dejará de hacerlo.
Amigo lector, por favor, aquí lo que importa no es lo que ustedes/yo pensemos de Trump. Importa el electorado estadounidense, ese mismo que lo puso a jugar. Ese mismo “ignorante” que lo tiene peleando, cabeza a cabeza, con Clinton para gobernar el país más poderoso del mundo y vecino nuestro.
En ese contexto, creo relevante señalar lo peligroso e importante que será centrarse en no subestimar la ignorancia de los indecisos para poder, en dado caso, neutralizarlos o educarlos. Ese 7 u 8% del electorado americano que aún no decide si votar o no. Si votar por Trump o Clinton. Ellos son los que más miedo deberían de darnos. Este debate puede darnos una radiografía socio-cultural importante sobre la “inteligencia” de la sociedad gringa si es que se cuenta con resultados concretos. Esperemos el RealClearPolitics para ver el promedio de encuestas –quienes antes del debate posicionaban con 2.4 puntos de ventaja a Clinton–.
Lo dañino que pueda llegar a ser Trump para el mundo no es un secreto a voces, todos lo sabemos, pero: ¿que de verdad es tan complicado encontrar un candidato que pueda anularlo? ¿Hillary representa una cara fuerte contra los débiles argumentos de Trump? ¿Por qué van tan parejos? Hillary no es una gran candidata, ya lo hubiera demostrado. PUNTO.
Para mí, Donald Trump es mejor “candidato” (ojo, candidato) que Hillary Clinton. La efectividad de sus movimientos políticos-electorales lo tiene jugando como nadie imagino. Lo surreal/demente de su desempeño el día de ayer, me deja claro que he perdido la capacidad y/o habilidad de poder decirles que tan efectivo es. Al tiempo…..
VIVA MÉXICO: Festejar o darle crédito al “triunfo” de Clinton en el debate de ayer sobre la recuperación de 24 centavos del peso frente al dólar es algo que me parece por demás absurdo. No existe, gente, un gran mercado de pesos entre las 12 y las 6 de la mañana. No hay manera de influir tanto. ¿Ya se asomaron a los bancos? Exageración y desinformación pura.

Opinión

La semilla. Por Raúl Saucedo

Libertad Dogmática

El 4 de diciembre de 1860 marcó un hito en la historia de México, un parteaguas en la relación entre el Estado Mexicano y la Iglesia. En medio de la de la “Guerra de Reforma», el gobierno liberal de Benito Juárez, refugiado en Veracruz, promulgó la Ley de Libertad de Cultos. Esta ley, piedra angular del Estado laico mexicano, estableció la libertad de conciencia y el derecho de cada individuo a practicar la religión de su elección sin interferencia del gobierno.

En aquel entonces, la Iglesia Católica ejercía un poder absoluto en la vida política y social del país. La Ley de Libertad de Cultos, junto con otras Leyes de Reforma, buscaba romper con ese dominio, arrebatándole privilegios y limitando su influencia en la esfera pública. No se trataba de un ataque a la religión en sí, sino de un esfuerzo por garantizar la libertad individual y la igualdad ante la ley, sin importar las creencias religiosas.
Esta ley pionera sentó las bases para la construcción de un México moderno y plural. Reconoció que la fe es un asunto privado y que el Estado no debe imponer una creencia particular. Se abrió así el camino para la tolerancia religiosa y la convivencia pacífica entre personas de diferentes confesiones.
El camino hacia la plena libertad religiosa en México ha sido largo y sinuoso. A pesar de los avances logrados en el lejano 1860, la Iglesia Católica mantuvo una fuerte influencia en la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Las tensiones entre el Estado y la Iglesia persistieron, y la aplicación de la Ley de Libertad de Cultos no siempre fue consistente.
Fue hasta la reforma constitucional de 1992 que se consolidó el Estado laico en México. Se reconoció plenamente la personalidad jurídica de las iglesias, se les otorgó el derecho a poseer bienes y se les permitió participar en la educación, aunque con ciertas restricciones. Estas modificaciones, lejos de debilitar la laicidad, la fortalecieron al establecer un marco legal claro para la relación entre el Estado y las iglesias.
Hoy en día, México es un país diverso en materia religiosa. Si bien la mayoría de la población se identifica como católica, existen importantes minorías que profesan otras religiones, como el protestantismo, el judaísmo, el islam y diversas creencias indígenas. La Ley de Libertad de Cultos, en su versión actual, garantiza el derecho de todos estos grupos a practicar su fe sin temor a la persecución o la discriminación.
No obstante, aún persisten desafíos en la construcción de una sociedad plenamente tolerante en materia religiosa. La discriminación y la intolerancia siguen presentes en algunos sectores de la sociedad, y es necesario seguir trabajando para garantizar que la libertad religiosa sea una realidad para todos los mexicanos.

La Ley de Libertad de Cultos de 1860 fue un paso fundamental en la construcción de un México más justo y libre. A 163 años de su promulgación, su legado sigue vigente y nos recuerda la importancia de defender la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa como pilares de una sociedad democrática y plural.
Es importante recordar que la libertad religiosa no es un derecho absoluto. Existen límites establecidos por la ley para proteger los derechos de terceros y el orden público. Por ejemplo, ninguna religión puede promover la violencia, la discriminación o la comisión de delitos.
El deseo de escribir esta columna más allá de conmemorar la fecha, me viene a deseo dado que este último mes del año y sus fechas finales serán el marco de celebraciones espirituales en donde la mayoría de la población tendrá una fecha en particular, pero usted apreciable lector a sabiendas de esta ley en mención, sepa que es libre de conmemorar esa fecha a conciencia espiritual y Libertad Dogmática.

@Raul_Saucedo
rsaucedo@uach.mx

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