Conecta con nosotros

Salud y Bienestar

¿Cómo afectan los gritos a nuestro cerebro?

Un grupo de científicos, estudiaron que un grito humano repercute en las profundidades del cerebro afectando a laamígdala la cual juega un papel muy importante en el procesamiento y el aprendizaje del peligro.

El autor del estudio, el neurocientífico Luc Arnal, explicó que lo que distingue a los gritos de otros sonidos es una cualidad acústica llamada aspereza que es el cambio rápido en el volumen del sonido por lo que a diferencia de los patrones normales del habla que son entre 4 y 5 Hercios (ciclos de ondas de sonido por segundo), la modulación de un grito varía entre 30 y 150 Hercios.
El procedimiento del estudio consistió en reproducir grabaciones y videos de gritos de películas de terror a voluntarios en un laboratorio para que posteriormente juzgaran que aterradores eran, encontrando que los que tenían mayor aspereza, provocaban más miedo.
Para comprender como el cerebro procesaba los sonidos, los investigadores realizaron una resonancia magnética a los participantes mientras oían los gritos, teniendo como resultado que la respuesta al miedo en la amígdala aumentaba considerablemente.
Arnal declaró que está planeando hacer este tipo de investigaciones en niños para analizar si éstos tienen alguna aspereza adicional debido a su edad.
(Con información de El Universal)

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

Continuar Leyendo
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Más visto