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Salud y Bienestar

Cómo empezar a hacer ejercicio si sufres sobrepeso

Si no se tiene la rutina establecida desde pequeños, realizar deporte puede resultar un auténtico suplicio para algunas personas, fundamentalmente para las que sufren obesidad. Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Los beneficios de comenzar son siempre un buen motivo para animarse a poner el cuerpo en acción.

Con información de ABC.es

Manuel Villanueva, director médico de Avanfi – tulesióndeportiva.com, apunta que “todo el que tiene cuerpo lleva un atleta dentro” y, por este motivo, recomienda a las personas con sobrepeso comenzar la práctica del deporte siguiendo una serie de consejos para evitar lesiones:

•Comience, simplemente, por moverse. Levántese del ordenador y abandone el sofá. Nuestra casa y nuestro entorno están plagados de escaleras que subir y bajar. Tampoco es desdeñable que piense en ir caminando al trabajo o a la compra. Otro método sencillo para consumir calorías es participar de forma más activa en las labores domésticas. Saber, por ejemplo, que al fregar el suelo se consumen 640 calorías, le animará.

•Reduzca la ingesta de calorías a la vez que quema grasa con el ejercicio.

•Controle el peso semanalmente para evaluar los progresos, sin obsesionarse, por favor.

•Deje sobre todo que la actividad sea natural, sin forzar. No se tratar de convertirse en un deportista de elite, así que mejor ir pausado y a buen ritmo, y conseguir vivir muchos más años y con buena calidad de vida. Por ejemplo, debemos controlar el paso que llevamos al caminar, que debe ser el que podemos mantener sin gran esfuerzo. Si vamos en grupo con otras personas, vayamos a nuestro ritmo.

•Cuando empiece a sentirse mejor consigo mismo, se debe intentar alguna actividad más exigente. En el momento en que el cuerpo se lo pida, puede iniciarse en caminar más deprisa, ir al gimnasio, bailes de salón o jugar al pádel. Es importante buscar la actividad deportiva que pueda resultar atractiva a priori y que consiga engancharnos.

Si quieres saber más del tema, pulsa aquí

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La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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