París amaneció conmocionada este domingo luego de que un grupo de ladrones ejecutara uno de los robos más audaces de la historia moderna francesa: un asalto en pleno día al Museo del Louvre, donde sustrajeron joyas de “valor inestimable” pertenecientes al legado de Napoleón y sus emperatrices.
El robo ocurrió alrededor de las 9:30 de la mañana, cuando cuatro individuos encapuchados ingresaron por la fachada que da al río Sena, aprovechando una zona en remodelación para acceder directamente a la Galería Apolo, donde se exhiben las joyas de la corona francesa. Usando una grúa tipo “elevador de muebles”, los ladrones subieron hasta el primer piso y, con ayuda de una cortadora eléctrica, rompieron los cristales de seguridad para llevarse al menos nueve piezas históricas antes de escapar.
De acuerdo con la ministra de Cultura, Rachida Dati, las cámaras de seguridad muestran que los asaltantes actuaron con calma y precisión, sin usar violencia. “Fue un robo muy profesional”, afirmó. El ministro del Interior, Laurent Nuñez, confirmó que se trató de una operación “altamente organizada”, con trabajo de reconocimiento previo.
Los asaltantes huyeron en dos motocicletas Yamaha TMax de 560 cc hacia una autopista cercana, según la policía, que ya analiza las rutas de escape. Horas después, una de las joyas —la corona de la emperatriz Eugenia— fue hallada dañada y abandonada a las afueras del museo.
El presidente Emmanuel Macron calificó el hecho como “un ataque contra el patrimonio que forma parte de nuestra historia” y prometió que “las obras serán recuperadas y los responsables llevados ante la justicia”.
El Louvre, el museo más visitado del mundo con 8.7 millones de visitantes en 2024, permaneció cerrado todo el día mientras la policía científica realizaba las investigaciones. El robo ocurre en un contexto de tensiones laborales: en los últimos meses, empleados del museo denunciaron falta de personal y sobrecarga de trabajo, lo que derivó en paros temporales durante el verano.
Entre las piezas robadas se encuentran joyas pertenecientes a Napoleón Bonaparte, su sobrino Napoleón III y las emperatrices María Luisa y Eugenia. Expertos en arte, como Alexandre Giquello, estiman que tan solo la corona de Eugenia podría valer “decenas de millones de euros”, aunque destacó que las piezas “son imposibles de vender” por su carácter histórico.
No es la primera vez que el Louvre sufre un robo de alto perfil. En 1911, el cuadro La Mona Lisa fue sustraído por un exempleado del museo, hecho que, paradójicamente, catapultó la pintura a la fama mundial. También se registraron hurtos en 1976 y 1983, algunos aún sin resolver.
El más reciente asalto reabre viejas heridas sobre la seguridad del museo y recuerda que, incluso en la cuna del arte universal, el patrimonio sigue siendo vulnerable.