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Con banda y pastel, festejan 6 meses de socavón

Desde el estado de Michoacán, la particular historia de un socavón, ubicado en el municipio de Álvaro Obregón, ha puesto a dicha localidad en el mapa de las redes sociales, ya que sus habitantes, a manera de cumpleaños, festejaron seis meses de su existencia.

Fue el pasado 1 de marzo cuando, a través de Facebook, fue difundido el video en el que se muestra cómo los habitantes del lugar celebran seis meses de la existencia del socavón en Álvaro Obregón.

En el clip, de poco menos de un minuto de duración, se aprecia cómo una banda ameniza el ambiente; además, se adornó el sitio con globos.

Los habitantes del lugar realizaron la fiesta a manera de protesta, ya que no se han atendido los estragos de este socavón en medio año. En un momento de la grabación, la persona que capta el evento se acerca hasta una cartulina que señala lo siguiente:

“Feliz aniversario. Seis meses cumples hoy. Te has convertido en el socavón histórico, orgullo y grandeza de nuestro pueblo”.

De la misma, en el evento hubo un pastel, en donde se alcanzó a leer: “Mis primeros 6 meses, socavón”.

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Cabe resaltar que en el socavón, que al parecer tiene dimensiones considerables, hay piedras e incluso plantas, así como rocas en ambos extremos, que funcionan como señalamiento de su existencia.

En el video de la fiesta de seis meses del socavón de Álvaro Obregón, en el estado de Michoacán, se nota a mucha gente que se reunió el pasado martes 1 de marzo de este año.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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