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Conmemoran el Día del Síndrome de Down

La Organización Mundial de la Salud (OMS) designó el 21 de marzo como el Día Mundial del Síndrome de Down, a fin de sensibilizar a la población sobre los pacientes que presentan este desorden genético y proporcionarles un manejo integral que les permita una mejor calidad de vida.

Margarita Valdés Flores, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias, señaló que el síndrome de Down fue denominado así en memoria a John Langdon Down y trata de un trastorno cromosómico común en el que se presenta una serie de defectos en el nacimiento.

La especialista en genética agregó en un comunicado emitido por la Academia Mexicana de Ciencias, que este padecimiento es además la causa hereditaria más común de discapacidad mental en el mundo y en México.

“En este síndrome se observan múltiples defectos al nacimiento, algunos de ellos podrían incluso comprometer la vida si no se detectan y tratan de manera adecuada y, sobre todo, oportuna”, expuso la especialista en Genética Médica.

Indicó que el manejo integral y adecuado en los defectos que se presentan en cada caso permite en general que el paciente tenga una calidad de vida aceptable, con una mayor integración a su vida familiar, social e incluso laboral.

En la mayoría de los casos ese desorden genético se debe a un error en el proceso de división celular, lo que da como resultado que surja un tercer cromosoma 21 de manera adicional, aunque también puede aparecer por la existencia adicional de sólo una parte del cromosoma 21, lo que ocurre en una proporción menor de los casos.

Valdés Flores subrayó que en la actualidad la esperanza de vida de estos pacientes se ha incrementado con relación a décadas previas, debido a la cantidad de recursos disponibles que permiten una rehabilitación integral, así como un manejo más adecuado de sus posibles complicaciones.

A este respecto, la especialista comentó que en el país existen múltiples instituciones de salud, capaces de ofrecer un manejo apropiado y correcto que atienda las necesidades generales e incluso particulares de este grupo de pacientes.

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La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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