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Continuará Estado de Chihuahua en semáforo naranja

El Gobierno del Estado a través de la Secretaría de Salud informa que los indicadores que miden el riesgo epidemiológico por COVID-19, posicionan al estado de Chihuahua en semáforo naranja.

Con el fin de contener los contagios y disminuir los riesgos a la salud de la población, así como la posible saturación de las unidades de atención médica, se continuará con las mismas medidas restrictivas para el color naranja del semáforo de riesgo que dicta el Acuerdo No. 001/2022 publicado en el periódico oficial del estado, así como la medida de las clases de nivel básico en modalidad virtual.

La Secretaría de Salud informa que la cantidad de contagios registrados durante los últimos días, superan los alcanzados durante la primera ola, hasta el momento con un 67 por ciento de ocupación hospitalaria, tomando en cuenta que se aperturaron casi un 50 porciento más, de camas destinadas a personas con diagnostico de COVID-19 en comparación con las del mes de septiembre del 2021, por lo que se continuará el monitoreo estrecho , para continuar con esta reconversión de ser necesario.

Se hace el llamado a la población que permanezca en casa y sólo salga para realizar actividades indispensables con el fin de evitar las aglomeraciones y reuniones sociales, así como reforzar las medidas preventivas como es el uso del cubrebocas, mantener la sana distancia, el lavado de manos o uso de gel antibacterial, ventilación de espacios cerrados, acudir a vacunarse cuando sea su turno.

Es importante que se respeten los aforos establecidos y respetar las recomendaciones de las autoridades sanitarias, pues estas medidas nos ayudarán a cortar las cadenas de contagios y evitar la propagación de la enfermedad.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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