Nadie creía que Javier Corral fuera a ganar la gubernatura, ni él mismo. Esta es una de las posibles explicaciones de tantos traspiés en los primeros días de la administración estatal, que pronto han dado un buen mordidón a la popularidad con la que llegó el panista al poder, contra viento y marea.
Del dicho al hecho hay mucho trecho. Javier Corral y su equipo se fueron grandes con las promesas. Ofrecieron educación universitaria gratuita y ahora salen con que siempre no. Si bien se entiende que apenas arranca la administración, que las finanzas públicas están despedazadas y los pretextos que se quieran, ¿soltar esto en una entrevista banquetera, sin la más mínima estrategia para control de daños, habrá sido lo mejor? Por supuesto que no.
Lo mismo pasa con las fotomultas. Pasaron de ser una maldición inconstitucional a una buena idea “para la seguridad de los chihuahuenses”. ¿Seguirá el PAN ofreciendo amparos a los conductores multados? De nuevo falla pues no queda claro cómo será el cobro y sobre todo de a cuánto, pues con eso de que no son recaudatorias ¿pues entonces para qué son? Que no se hagan.
Del Vivebús, nada. Sorprendió que en su discurso de apertura Javier Corral ni mencionara el tema del transporte público, uno de los dolores más agudos de la sociedad y razón principal del enojo de miles de capitalinos contra las autoridades que ya se fueron. Ahora resulta que es “buena idea”. Quizá lo sea, pero se está comunicando todo de una manera tan torpe que se pone de pechito para los medios buitres con los que ya trae tiro cantado.
Están pasmados. Si bien cuatro meses parece un periodo enorme para organizar una transición adecuada, parece que el tiempo se ha ido en pleito tras pleito: primero atascados en las impugnaciones, luego el pleitazo por los seis mil millones de deuda pública, el tener que tumbar el escudo que quiso construirse Duarte en la Fiscalía Anticorrupción para cubrirse el rabo durante su huida, la toma del Congreso para tratar de frenar la judicatura a la medida del duartismo, y quizá todo eso era necesario atender, pero no por ellos dejar al ahí se va la construcción de un plan (real, no aspiracional) de gobierno.
En formas están hechos garras. No se sabe bien qué buscan Corral y su equipo al denostar, en general, a los periodistas y comunicadores de Chihuahua. Si bien no es secreto que muchas empresas mediáticas han succionado recursos a más no poder a cambio de gritos y silencios a modo del gobernante en turno, cayendo en prácticas que de profesionales no tienen nada, también hay periodistas comprometidos y derechos, pocos pero los hay. Está decidido a tratar a todos, parejito, con la punta del pie.
Los tienen en la mira. Una situación que ha causado tremenda molestia entre los comunicadores es que les hayan instalado cámaras para tenerlos checaditos en la sala de prensa. Quizá hay una buena explicación para esto, pero nadie ha salido a decirla. Es más… los periodistas no saben ni siquiera con quiénes dirigirse para solicitar información. No han pasado ni a saludar…
También con los alcaldes anda del chongo. Estuvo fuerte el rompimiento con Armando Cabada por el nombramiento de Jorge González Nicolás como jefe de la policía de Juárez. El reclamo se entiende, el ex fiscal fue cómplice de cochinero y medio hecho por su gente, es impresentable y una vergüenza, ok, ok, ok… ¿pero era esta la forma?
¿Y la congruencia dónde queda? Llama la atención que mientras Corral denuesta, quizá con razón, el nombramiento de González Nicolás, tampoco que los que él puso como mandos en los cuerpos de seguridad sean así como que intachables. Augusto Peniche, propuesto para la Fiscalía, tiene mucha experiencia para tan pocos resultados, y tiene pleito casado con Antonio Pinedo, jefe de Comunicación Social y amigo personal del nuevo gobernador.
Mandos en entredicho. También Javier Benavides está acusado de tener una cola larga, larga como su trayectoria, y si bien dice Corral que para la raza no existe un policía bueno, también es cierto que colocar a estos personajes en posiciones tan delicadas se presta mucho a las habladas. Juan Manuel Escamilla, jefe de escoltas de Corral, está en las mismas. Hace años fue acusado de ejecutar a un grupo de hermanos, golpeó con sus propios puños a Jaime García Chávez y sus familiares, y ahora anda pegadito 24 horas al góber mientras que al activista ni un saludo le envió en el aniversario de Unión Ciudadana, organización sobre la cual construyó su candidatura.
No es sólo política y poder, son patrimonios y vidas. Mientras está el jaloneo para ver quién encabezará los balazos, el quinquenio ya se “estrenó” con ejecutados, asaltos, robos y feminicidios, aunque ya hizo cumplidora la promesa de detener a ‘El Cabo’ y ‘El 80’, dos capos de La Línea en el noroeste que habían amenazado al propio Corral. Duarte dijo dos veces que los habían detenido, pero ninguna fue cierta, hasta de compas los acusan.
Siguiendo con los alcaldes distantes, el equipo de Corral tiene una distancia cada vez más marcada de los ediles de los municipios más importantes del estado. Con Cabada por el asunto de González Nicolás, pero también está madurando el pleito que tiene con el equipo de Maru Campos, quien hoy toma posesión en una fiesta 100% panista, sin nada de jugar a la apertura. En Parral también hay alcalde independiente, y al paso que van no tardan en pelearse con los de Delicias y Cuauhtémoc.
La primera alcaldesa de la historia. Hablando de Maru Campos, hoy se convertirá en la primera mujer que administra y gobierna la Ciudad de Chihuahua, y será arropada por la adelantada por la presidencia de la República, Margarita Zavala. Un evento con verdadero sabor a panismo.
En Villa Ahumada no habrá pachanga. Al alcalde electo Marcelo Gómez se le pusieron bravos los empleados y ex empleados, pues ni les han pagado, ni liquidado, ni nada, y con las finanzas así de quebradas como las dejó Rogelio Acosta (de quien nada se sabe desde hace semanas), el emanado de Movimiento Ciudadano no pudo hacerse su soñada quinceañera…. Perdón, toma de protesta.
El que va para fuera es Javier Félix. El efímero aspirante a la gubernatura por Morena, quien tardó más en alcanzar la candidatura que en soltarla y apoyar a Corral, fue llevado a la inquisición de su partido donde sufrió el mismo castigo que Víctor Quintana. “No me corren, yo me voy”, dijo Félix, y renunció para evitar el numerito de la expulsión de esa secta entre religiosa y política, entre guadalupana y republicana.
Y Guillermo Dowell también. El líder del tricolor ya va de salida. Hizo el ridículo hasta extremos cómicos con las impugnaciones y acusaciones delirantes contra los ganadores de la elección, apoyado por 600 abogados imaginarios. Se va bien, por tiempos, y está por salir la convocatoria para relevarlo. Tendrán mucho trabajo triturando la popularidad del actual gobierno para agarrar aire rumbo a 2018.
Pero también los priístas traen guerra en casa. Karina Velásquez obtuvo una victoria pírrica al quedarse con la coordinación del tricolor, pero Adriana Fuentes ya tiene cita en el CEN del PRI con Enrique Ochoa para poner la queja, pues afirma que la designación no se hizo conforme a los estatutos (algo que casi nunca ocurre).
Para cerrar, un chiste de la Iglesia. El sacerdote Gustavo Sánchez Prieto, vocero de la Diócesis de Chihuahua, pidió al gobernador Javier Corral y a su equipo cambiar el logo de la administración, pues a su parecer se ve muy gay, y eso destruye a las familias chihuahuenses. Esto se suma a otras peticiones delirantes, como negar el permiso para presentarse en Monterrey al Circo de los Horrores, pues lo consideran satánico, y otras que generarían burla si no se tratara de un grupo que manipula el poder político y busca espacios para 2018.