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Critican a Mariana Rodríguez y Samuel García por adoptar bebé sólo por unos días

Las opiniones en los medios y en las redes sociales se dividieron cuando Mariana Rodríguez y Samuel García acogieron a un bebé del DIF Capullos.

El gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda y su esposa Mariana Rodríguez Cantú fueron criticados y elogiados por los usuarios de las redes sociales y medios de comunicación después de obtener un permiso de convivencia familiar para cuidar a un bebé del centro de Desarrollo Integral Familiar (DIF) Capullos durante solo dos días.

Mariana Rodríguez, influencer, empresaria, modelo, titular de la Oficina AMAR y esposa del actual gobernador de Nuevo León, nos ha enseñado el poder y la importancia de conectar con la audiencia en las redes sociales.

Con 26 años cuenta con un imperio de 2.2 millones de seguidores en Instagram, según Influencity forma parte de los 179 mega-influencers –1 millón de seguidores o más– que se encuentran dentro de México.

Las últimas controversias en las que se ha visto envuelta su relación nos hacen retroceder a un par meses cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) valoró la publicidad de la influencer realizada en apoyo a su esposo durante su campaña en 27.8 millones de pesos.

Según el INE, eso debió de cobrar por compartir en sus cuentas videos y fotografías con el candidato de Movimiento Ciudadano (MC). Pero, después de un largo proceso, la pareja fue considerada inocente.

Pasando la problemática con el INE, lo que ha llamado la atención del mundo político y social es el compromiso de la primera dama de Nuevo León con el DIF Capullos.

Uno de sus actos que conmovió al país fue cuando en solidaridad con un niño que padece de leucemia cortó su cabello, con el fin de acompañarlo en su proceso; otro gran acto que se volvió viral fue llevar la navidad a la infancia del centro estatal.

Los últimos meses Mariana ha dedicado su vida a la infancia y adolescencia de Nuevo León, y en su labor presume en su Instagram el vínculo que ha hecho con un menor de edad llamado “Emilio”, un bebé que sufre de “esquicencefalia de labio derecho abierto, hernia umbilical y antecedentes de crisis”, aclaró la influencer su Instagram.

Mariana Rodríguez pide permiso al DIF para acoger a bebé un fin de semana; se dividen opiniones en redes sociales
Después de que el DIF le diera a la pareja el permiso de convivencia familiar –que se da cuando hay un vínculo entre el niño y la familia– durante un fin de semana, la pareja comenzó a subir fotografías con el infante siendo parte de sus actividades.

“Todavía no puede ser acogimiento porque no estoy certificada”, dijo la titular de AMAR en una historia de Instagram.

Ambos compartieron en sus stories de Instagram fotografías de Emilio terminando de bañarse, comiendo, haciendo sus necesidades, durmiendo, despertándolos a la 1:30 de la madrugada, dándole su medicamento a las 6:00 de la mañana hasta vistiéndolo con el uniforme de Tigres y tenis “fosfo fosfo”.

Al respecto, el medio de comunicación “El Deforma” mencionó que la adopción solo por el fin de semana parecía el esquema tipo renta de Blockbuster.

También, la Directora de The Mexico News argumento por medio de un hilo de tuits que hasta donde ella tenía entendido “no se pueden sacar a los niños del albergue, como si fueran juguetes y luego regresarlos como si nada”.

Aunque muchos internautas comentaron que estaban utilizando al bebé como una táctica política, Mariana Rodríguez aclaró en su Instagram que esta muy emocionada con el tema del acogimiento familiar y se encuentra trabajando para capacitar a las familias interesadas. Ante las aclaraciones, los comentarios positivos no tardaron en llegar.

Agencias

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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