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Salud y Bienestar

¿Cuán seguro es comer carne poco cocida?

Bien hecha por fuera pero rosada por dentro, jugosa. Es seguramente la forma más popular de consumir carne.
Incluso hay quien la pide muy poco hecha, que sangre. «Casi viva».
Pero, ¿cuán seguro es comer carne de esa manera?
Un estudio comisionado por el gobierno de Reino Unido señala que podría entrañar ciertos riesgos.
Concretamente, la investigación Antimicrobials in Agriculture and The Environment: Reducing Unecessary Use and Waste (Antimicrobianos en la agricultura y el medioambiente: reducir el uso innececesario y el despilfarro) dice que las bacterias resistentes a los antibióticos podrían llegar a los humanos de esta forma, por consumir carne que no ha sido cocinada suficientemente.
Que comer carne cruda o poco cocinada podría implicar riesgos para la salud «es completamente cierto», concuerda Jorge Torelli, consejero del Instituto de Promoción de Carne Vacuna de Argentina (IPCVA).
«Puede implicar riesgos bacteriológicos para toda la población, tanto para los que tienen el sistema inmunitario débil como los niños o ancianos, como los que lo tienen más desarrollado», le explica a BBC Mundo.
Por eso, además insistir en la higiene a la hora de manipular la carne, recomienda cocerla bien, sobre todo cuando son molidas o procesadas.
Aunque es más permisivo con los tan populares filetes, bistecs y bifes.
¿Cómo se transmiten de animales a humanos?
Durante décadas los científicos han advertido que con el uso generalizado de los fármacos en la producción ganadera las bacterias podrían comenzar a desarrollar mecanismos y a mutar para defenderse de estos compuestos químicos hasta hacerse resistentes a ellos.
Los antibióticos suelen utilizarse en la ganadería para tratar animales enfermos.
Pero también de otra forma más polémica: para prevenir que el ganado se enferme o para que aumente de peso con más rapidez.
Este último uso está prohido en la Unión Europea.
La reseña recién publicada en Reino Unido indica que los microorganismos resistentes a los antibióticos, conocidos también como superbacterias, podrían terminar en el cuerpo de los consumidores habituales de carne poco cocida.
Y como consecuencia esto desembocaría en la resistencia a los antibióticos en los humanos.
Esto último ya es una realidad.
El Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades Infecciosas en Estados Unidos calcula que los virus y bacterias resistentes a los antibióticos provocan 23.000 muertes cada año en ese país.
Y a estos se suman dos millones de enfermos.
Debido a esa resistencia, hace años que la Organización Mundial de la Salud advirtió que estamos ante «el fin de la era de la medicina segura».

Pero el tema está de nuevo sobre la mesa por el descubrimiento en China de una cepa de Escherichia coli (E. coli) muy resistente a los antibióticos.
Este organismo está presente en los intestinos de los humanos y otros mamíferos. Algunas cepas son inocuas, pero otras producen infecciones graves.
La cepa de E. coli inmune en concreto a las polimixinas fue aislada de una granja de producción intensiva en Shangai durante unas pruebas de rutina.
¿Qué microorganismos se transmiten?
Además de cepas de E. coli perjudiciales para los humanos, hay otros microorganismos que se pueden adquirir al comer carne poco cocida
Este consumo también se relaciona con el desarrollo de la toxoplasmosis, provocada por el protozoo Toxoplasma gondii y particularmente peligrosa durante el embarazo.
Además, la carne, como otros alimentos crudos, podría albergar microorganismos contaminantes como la Campylobacter, la Yersinia o la Salmonella, sobre todo cuando es de origen aviar.
Y ha habido casos en los que la carne de cerdo poco hecha ha transmitido triquinosis, un parásito casi erradicado de la cadena alimentaria en los países desarrollados.
Así que cocinar la carne sería una forma de frenar la infección de estos microorganismos, señalan los expertos.
Y es que la aplicación de calor es uno de los tratamientos más higienizantes posibles.
¿Qué carnes son más peligrosas?
El Centro para la Ciencia de Interés Público de Estados Unidos (CSPI, por sus siglas en inglés) investigó los datos recopilados durante 12 años por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sobre brotes provocados por productos cárnicos.
Y con las conclusiones publicó en junio un informe.
«Desafortunadamente hemos encontrado una serie de problemas y es difícil señalar a un solo sector de la industria», explicó Sarah Klein, del programa de seguridad alimentaria del CSPI y quien lideró el estudio.
Aún así, la investigación incluía un ranking de las carnes que más riesgo pueden implicar para la salud: pollo, carne molida, filetes, bifes, bistecs, chuletas o cortes de vacuno de ese estilo y pavo.

BBC

Ciencia y Tecnología

Marihuana duplica riesgo de muerte por infarto y derrame cerebral, revela estudio global con 200 millones de casos

Una nueva investigación publicada en la revista Heart advierte sobre un riesgo grave y hasta ahora subestimado: el consumo de marihuana puede duplicar las probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares, incluso en personas jóvenes y sin antecedentes médicos. El hallazgo surge de un metaanálisis de datos médicos que involucra a más de 200 millones de personas, la mayoría entre los 19 y 59 años, en países como Estados Unidos, Francia, Canadá, Australia, Egipto y Suecia.

Lo más preocupante es que quienes presentaron mayor riesgo eran adultos jóvenes sin factores de riesgo previos como hipertensión, tabaquismo o antecedentes familiares. “Lo que más nos llamó la atención fue que los pacientes hospitalizados por estos padecimientos eran jóvenes, sin historial de enfermedad cardiovascular ni factores de riesgo asociados”, señaló la investigadora Émilie Jouanjus, profesora asociada de farmacología en la Universidad de Toulouse, Francia.

Comparados con quienes no consumen cannabis, los usuarios tienen un 29% más de riesgo de sufrir un infarto y un 20% más de sufrir un derrame cerebral. La revisión sistemática no logró determinar el modo de consumo (fumado, vaporizado, comestible, etc.), pero con base en los patrones de uso en los países analizados, los autores concluyen que la mayoría probablemente lo consumía fumado.

Los especialistas advierten que esta forma de consumo conlleva riesgos similares al tabaco. “Cualquier método que implique inhalar cannabis implica riesgos, incluso para quienes están cerca y respiran el humo de segunda mano”, explicó la doctora Lynn Silver, profesora de epidemiología en la Universidad de California, San Francisco, y coautora de un editorial que acompaña el estudio.

Además, nuevas evidencias apuntan a que incluso los comestibles con THC pueden causar daño vascular. Una investigación publicada en mayo de 2025 reveló que los consumidores de comestibles mostraron una reducción del 56% en la función vascular, incluso más alta que en quienes fuman marihuana, con una reducción del 42%. “El THC, sin importar su forma de ingreso al organismo, tiene efectos preocupantes sobre el sistema cardiovascular”, advirtió la cardióloga investigadora Leila Mohammadi.

Uno de los elementos más inquietantes del estudio es el incremento en la potencia del cannabis disponible en el mercado legal. “Los productos actuales pueden contener hasta 99% de THC. No tienen nada que ver con la marihuana que se fumaba en los años setenta”, señaló Silver. Esta mayor potencia también está asociada con un aumento en los casos de adicción y trastornos mentales graves como psicosis o esquizofrenia. Se estima que en EE.UU., al menos 3 de cada 10 usuarios desarrollan trastorno por consumo de cannabis.

Aunque las políticas públicas han priorizado la regulación comercial y el otorgamiento de licencias a empresas, los expertos piden un viraje urgente hacia la educación sobre riesgos. “Necesitamos tratar el consumo de cannabis como tratamos el tabaco: con advertencias claras, educación médica y políticas que pongan la salud pública al centro”, afirmó Silver.

Los investigadores temen que la relación entre cannabis y enfermedad cardíaca esté subestimada. “Es probable que el vínculo sea incluso más fuerte de lo que reflejan los datos actuales”, reconoció Jouanjus.

En un contexto donde el uso de cannabis se normaliza cada vez más, especialmente en adultos mayores que lo utilizan para el dolor o el insomnio, la evidencia científica lanza una advertencia clara: el cannabis no es inocuo, y su consumo podría tener consecuencias fatales, incluso para quienes creen estar lejos de cualquier riesgo cardiovascular.

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