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Cuerpos abandonados en Palacio de Gobierno de Zacatecas son una provocación: AMLO

“Hay enfrentamientos entre grupos y es una provocación ir a dejar cuerpos”, afirmó el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) luego que este jueves dejaron en una camioneta 10 cuerpos frente al Palacio de Gobierno de Zacatecas.

Aseveró que es una acción de los grupos criminales por la puesta en marcha del Plan de Apoyo a Zacatecas y el despliegue de la Guardia Nacional, con el cual ha bajado el homicidio doloso 25 por ciento.

En el salón Tesorería de Palacio Nacional, López Obrador enfatizó que es “muy lamentable lo que sucedió, pero vamos avanzando en el tiempo que llevamos con un operativo especial en Zacatecas tenemos una disminución en Zacatecas del 25 por ciento en homicidios”.

Dijo que aunque se registraron esos 10 homicidios dolosos, “de todas maneras tenemos una disminución de cuando empezamos y también informar que hay detenidos de lo de ayer”.

El presidente explicó que “Zacatecas es algo especial porque sus vecinos no tienen el mismo problema, decidieron los grupos utilizar como escenario para el enfrentamiento a Zacatecas y aún con lo que tú estás planteando no está San Luis Potosí como Zacatecas, ni Aguascalientes, ni Durango, ni Jalisco, es una circunstancia especial y en el caso de Zacatecas como ya vemos estamos reforzando la presencia como está Guardia Nacional”. Subrayó que hay detenidos por el caso.

Luego de que anoche incendiaron un vehículo frente a la Fiscalía General del Estado (FGE) en Tijuana, Baja California, afirmó que fue un “acto propagandístico, quemando un carro y las granadas son pues de juguete, de plástico llenas de sal para darle peso”.

Opinión

Emilia Pérez: Una Mirada Cuestionada sobre México Por: Sigrid Moctezuma

En un mundo donde el cine es tanto un arte como una poderosa herramienta de representación cultural, las películas que abordan la identidad de un país llevan consigo una gran responsabilidad. Tal es el caso de Emilia Pérez, una cinta que, aunque prometía ser un relato innovador, ha generado un torrente de críticas por su visión estereotipada y su superficialidad al retratar la cultura nacional.

Descrita por sus creadores como un “narco-musical”, Emilia Pérez sorprendió al ganar cuatro Globos de Oro, lo que dejó en evidencia una desconexión entre las audiencias internacionales y la percepción mexicana. Mientras en el extranjero se celebra como un experimento cinematográfico audaz, aquí ha sido criticada por perpetuar clichés culturales que parecen sacados de una postal turística, ignorando las complejidades del México actual. Aunque su mezcla de comedia, drama y música despertó curiosidad inicial, para muchos terminó siendo un recordatorio de cómo los estereotipos siguen dominando la narrativa global.

Uno de los puntos de mayor desagrado ha sido la manera en que la película aborda temas sensibles como la identidad de género y la narcocultura. Si bien es positivo que estas cuestiones tengan espacio en la narrativa cinematográfica, en Emilia Pérez se sienten tratadas con una ligereza que no honra su trascendencia. Los personajes, en lugar de reflejar matices reales, se convierten en caricaturas que difícilmente conectan con el público.

Las críticas no solo vienen de los espectadores, sino también de sectores especializados en cine y cultura. Se ha señalado que la película parece diseñada para un público extranjero que consume el «México pintoresco», mientras ignora las voces y experiencias auténticas que definen al país. Lo que representa una oportunidad desperdiciada para proyectar un discurso que sea fiel a nuestra riqueza cultural y social.

Este fenómeno no es nuevo en el cine. Muchas producciones internacionales han intentado capturar supuestamente nuestra esencia, pero terminan cayendo en la trampa: el mariachi omnipresente, las cantinas llenas de tequila y la violencia gratuita. Emilia Pérez, desafortunadamente, parece sumar su nombre a esta lista.

No obstante, este tipo de reacciones también abre un espacio importante para la reflexión. La discusión que surge de estas películas pone sobre la mesa la necesidad de que seamos nosotros quienes contemos nuestras propias historias, desde múltiples perspectivas. Es imperativo que el relato cinematográfico internacional comience a escuchar más atentamente las voces locales y trabajen en colaboración para evitar simplificaciones que diluyan nuestra esencia.

En un mundo donde las plataformas digitales hacen que el cine viaje más rápido que nunca, la responsabilidad de representar adecuadamente a un país se vuelve aún más crucial. La recepción de Emilia Pérez debería servir como un recordatorio de que no somos un concepto único y fácil de definir, sino una amalgama compleja de historias, tradiciones y modernidades.

Quizá, en el futuro, podamos ver más producciones que tomen este desafío en serio, dejando de lado las visiones simplistas. Porque México, con todas sus luces y sombras, merece ser contado con verdad y profundidad.

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