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Resto del mundo

Desapareció el 75 % de un pueblo en Kentucky a causa del tornado

El 75 % de Dawson Springs, en Kentucky, Estados Unidos, desapareció en apenas unos minutos. El tornado ha destruido casas, iglesias, fábricas y las esperanzas de cientos de residentes que desde el viernes viven una “pesadilla”, con muchas personas todavía sin localizar.

Después de dos días de limpieza, es todavía casi imposible no pisar maderas, tuberías, ropa, objetos personales y recuerdos cuando se anda por lo que queda de esta localidad.

Sheila Oliver, de 50 años, es una de las personas que vieron su vida salir volando en esta “pesadilla”, que la ha dejado sin casa, sin carro y con uno de sus dos perros gravemente herido.

”Las cifras de muertos que están dando no son reales, son muchos más”, asegura a Efe esta mujer, que todavía no ha tenido tiempo de ir a pedir ayuda a las autoridades federales, porque ha estado dedicada a buscar a sus vecinos desaparecidos.

El domingo dedicó buena parte del día a localizar a un niño de apenas dos años al que oía llorar bajo los escombros de un edificio y al que finalmente hallaron ya muerto.

MÁS DE UN CENTENAR DE DESAPARECIDOS EN KENTUCKY

La lista de desaparecidos sigue superando el centenar en Kentucky: La propia Oliver ha formado parte de ese listado y tuvo que avisar a las autoridades de que la quitaran, después de que algún vecino la incluyera al no saber de ella y ver el estado de su casa, de la que solo quedan los cimientos, escombros y dos candelabros dorados.

Otros se han ido para siempre, como Ernie, un vecino de Dawson Springs cuyo cadáver fue encontrado en tan mal estado, con el rostro desfigurado, que fue reconocido por su hija gracias a un tatuaje.

De la noche del viernes, Oliver solo recuerda el silencio atronador que quedó tras el paso del tornado.

Todo lo contrario que otra vecina: Lori Mullins no olvida los lloros y los gritos de ayuda cuando logró salir de casa, y el panorama fantasmagórico a su alrededor: “Era horrible”, rememora en declaraciones a Efe.

Mullins saltó de la cama al oír las sirenas de alerta y se protegió en un pasillo, lejos de las ventanas, bajo un gran cojín de su sofá. Rezaba con un amigo con el que hablaba por teléfono mientras sentía temblar la casa y escuchaba cómo se rompían los cristales.

NINGÚN TORNADO COMO EL DEL VIERNES

Aunque ha sobrevivido ya a varios tornados, dice que ninguno ha sido como el que vivió el pasado viernes, que solo en Kentucky ha matado a al menos 74 personas, según el último recuento de las autoridades.

Otra persona con suerte fue Chris Hill, a quien el tornado le pilló en la carretera. Cuando llegó a su vivienda descubrió que era una de las pocas que se mantenían en pie en su calle, conformada por casas de madera de una sola planta.

Su edificio se salvó por poco, como explica su compañero, Joseph, quien explica a Efe que la casa subía y bajaba, casi sin sujeción a los cimientos y que estuvo a punto de salir volando.

Finalmente la vivienda se posó en el suelo, no sin antes recibir el impacto de la estructura de otra casa que destrozó el porche frontal.

LA MITAD DEL PUEBLO CONVERTIDA EN “SINTECHO”

”Hemos tenido suerte. Más del 50 % de la gente del pueblo son ahora ‘sintecho”, dijo Joseph.

Oliver, que reside a escasos metros de su casa, es una de esas personas que se han quedado en la calle, no sabe qué va a hacer, ni qué va a ser de su vida.

”No puedes escapar del tornado”, lamenta, desesperanzada.

Al menos está viva, algo que sabe que muchos no podrán decir. “Si no los mató el tornado, murieron por hipotermia”, comenta Oliver, en alusión a las víctimas de las temperaturas bajo cero que se han experimentado desde el paso del tornado en este pequeño pueblo, que nunca había sufrido un fenómeno meteorológico extremo como este. El del viernes será recordado durante décadas.

(con información de EFE)

Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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