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Descubren carne de delfín en atún enlatado

Las latas de atún disponibles en el mercado mexicano contienen carne de delfín no etiquetada por lo que constituyen un fraude alimentario además de que su producción pone en riesgo a una especie protegida y en peligro de extinción, según determinó una investigación realizada en la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En tres de las 15 muestras analizadas de atún enlatado comercial, tanto en aceite como en agua, la ingeniera en alimentos Karla Vanessa Hernández Herbert y el doctor José Francisco Montiel Sosa identificaron la muestra de referencia de la información genética del delfín. La investigación se basó en la técnica de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR, por su sigla en inglés) que permitió identificar y cuantificar las especies empleadas en la elaboración del producto alimenticio.

El estudio reveló que diversas especies de delfines son asesinadas a causa de la pesca ilegal. Esto puede deberse a la proximidad con la que nadan bancos de atún aleta amarilla y delfines, ocasionando que ambas especies queden atrapadas en las redes pesqueras.

La UNAM remarcó que a pesar de la existencia de una norma encargada de regular la captura de mamíferos marinos con fines de investigación, transporte, exhibición, manejo y manutención, el sector atunero sigue vulnerable al fraude.

“Aunque la ingesta de delfín no representa un riesgo para la salud, la adición fraudulenta de sustancias que no son auténticas y el engaño al consumidor son inaceptables”, declaró la ingeniera en alimentos Karla Vanessa Hernández Herbert.

El correcto etiquetado de los alimentos es una herramienta eficaz para proteger la salud de los consumidores en materia de inocuidad alimentaria y nutrición, refirieron los investigadores. “Es de vital importancia que el consumidor sepa qué es lo que está comprando y consumiendo. Existe un engaño cuando el productor agrega a un alimento algo que no se ha reportado, especies más económicas que abaratan costos y transgreden la confianza del comprador”, señaló el doctor Montiel.

De acuerdo con los investigadores, la técnica de PCR permite crear múltiples copias de una determinada región de ácido desoxirribonucleico (ADN) in vitro. Esto sirve para identificar especies de animales y grados de parentesco, como ha hecho antes el investigador José Francisco Montiel Sosa para verificar la autenticidad de los alimentos, saber si están adulterados y conocer si contienen sustancias distintas a las declaradas en el etiquetado.

Al aplicar el PCR al estudio del atún enlatado, Hernández Herbert y Montiel Sosa confirmaron la presencia de carne de delfín. Realizaron electroforesis en geles de agarosa y observaron una banda de amplificación de 420 pares de bases, correspondiente a la muestra de referencia del ADN del mamífero marino.

Montiel Sosa ha conducido investigaciones dedicadas a estudiar la calidad de diversos productos como café, carne de hamburguesas, bacalao noruego, soya, maíz, granola y manzana, entre otros. La modificación genética es una de las principales condiciones estudiadas en sus investigaciones.

Los resultados de esta investigación se suman a la información difundida por la Procuraduría Federal de Consumidor (Profeco) sobre la abundante presencia de soya no etiquetada en latas de atún: 18 de 57 presentaciones de atún envasado contenían hasta 62% de soya. Si bien la Profeco señaló marcas como Aurrera, Chedraui, Ke! Precio, Ancla, Precissimo y Great Value, entre otras, la nueva investigación de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán no especificó cuáles son los productos contaminados e indebidamente etiquetados.

México es una de las 80 naciones que posee un sector pesquero dedicado al atún que genera 12 mil empleos directos y aproximadamente 60 mil indirectos, de acuerdo con la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA).

Fuente: Infobae

Revista

Revive la espectacular inauguración de los juegos olímpicos de Paris 2024

Con el Sena como escenario y el espectáculo aguado por la lluvia, París 2024 repasó los hitos de la historia de Francia siguiendo a un misterioso encapuchado que portaba la llama, con momentos de protagonismo para la Revolución, la literatura, el cine y un homenaje a mujeres como Simone Veil o Simone de Beauvoir.

El espectáculo concebido por Thomas Jolly se dividió en doce segmentos que se fueron sucediendo desde la salida de la delegación de Grecia, desde el puente de Austerlitz, a la cabeza de los 85 barcos que transportaron a las 205 delegaciones olímpicas.

La inspiración de ‘La vie en rose’ primero y Lady Gaga después, con un número de cabaret, fueron la primera gran actuación musical, antes de llegar entre acrobacias a la zona de la catedral de Notre-Dame (aún cerrada por la restauración del incendio que sufrió en 2019), con un guiño a la literatura de Victor Hugo y a su popular personaje Quasimodo.

‘Los miserables’, ‘La libertad guiando al pueblo’ y ‘La Gioconda’ -que a pesar de ser el cuadro mejor custodiado del Louvre, llegó a manos de los minions de la saga ‘Despicable Me’- fueron otras obras artísticas icónicas de la cultura francesa que tuvieron sus momentos de protagonismo a medida que el desfile cruzaba la ciudad.

Fue al paso del encapuchado (de aspecto similar al protagonista de la saga de videojuegos Assassin’s Creed) con la llama por la Conciergerie, un palacio donde estuvo prisionera María Antonieta, cuando sonaron las guitarras más potentes de la noche para recordar la Revolución francesa.

La voz de Marina Viotti y el grupo metalero Gojira se encargaron de recordar la ira del pueblo con la canción revolucionaria ‘Ah, ça ira’, en uno de los momentos más vibrantes del espectáculo.

La lírica la puso después la ópera ‘Carmen’, del francés Georges Bizet, y también la mezzosoprano Axelle Saint-Cirel al cantar el himno de Francia, ‘La marsellesa’, desde el tejado del imponente Grand Palais, que ha sido restaurado para poder acoger varias de las pruebas olímpicas de París 2024.

Ese momento solemne se aprovechó para homenajear a grandes mujeres de la historia, como la escritora e icono feminista Simone de Beauvoir, la política Simone Veil (que impulsó la legalización del aborto en Francia), la cineasta Alice Guy o la pionera del deporte femenino Alice Milliat.

La moda, el cine y la francofonía

La lengua de Molière también tuvo su espacio con la actuación de la franco-maliense Aya Nakamura (la artista más escuchada actualmente en francés en todo el mundo), que interpretó dos de sus grandes éxitos acompañada por la Guardia Republicana ante el Instituto de Francia.

La moda, con un desfile de talentos emergentes -para no olvidar que París es la gran pasarela mundial y capital de la alta costura- , y un recordatorio de la invención del cine por parte de los hermanos Lumière fueron otros pasajes destacados de la noche.

Más internacional fue el capítulo dedicado a Europa al ritmo de ‘The Final Countdown’ (del grupo sueco Europe) y el mensaje de paz que lanzó desde una isleta artificial la cantante Juliette Armanet con una versión de ‘Imagine’.

Un caballero plateado que hizo todo el recorrido a galope sobre el agua -cuando los últimos atletas habían llegado ya a la parada final, el puente de Jena entre la torre Eiffel y los jardines del Trocadero- sirvió en la recta final para hacer repaso de la historia del olimpismo moderno, que también tiene raíces francesas gracias al barón Pierre de Coubertin.

Ese jinete llevó la bandera de los cinco anillos para ser izada frente a la torre Eiffel antes de que se escuchara el himno olímpico, los discursos oficiales y la declaración de apertura, que correspondió como es tradicional al jefe de Estado del país anfitrión, en este caso Emmanuel Macron.

El encapuchado con la llama llegó justo después, para entregársela al futbolista Zinedine Zidane, quien a su vez se la entregó al tenista español Rafael Nadal -desatando un pequeño momento de locura en el Trocadero- para llevarla de vuelta hacia el museo del Louvre junto a otras tres leyendas del deporte: Serena Williams, Nadia Comaneci y Carl Lewis.

Fueron finalmente los franceses Marie Jose Perec y Teddy Riner los encargados de prender el pebetero, un globo aerostático que se elevó al cielo en Tullerías, mientras en lo alto de la torre Eiffel hacía su aparición triunfal la canadiense Céline Dion, cantando el ‘Hymne à l’amour’ de Edith Piaf, con un portentoso chorro de voz pese a la grave enfermedad neurológica que padece.

https://www.youtube.com/live/S7_0QuGodtE?si=4UG224KKUr8y0R5b

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