Investigadores no han podido determinar si se hizo como «ofrenda ritual» o con un fin mucho más prosaico: «evitar malos olores asociados al enterramiento»
Un equipo de investigadores españoles ha encontrado una alta concentración de pólenes fosilizados sobre una tumba en España del Paleolítico, lo que significa que hace 16 mil años, alguien depositó flores sobre un nicho prehistórico.
Los investigadores tienen claro que las flores fueron depositadas «sobre la tumba», pero no han podido determinar si se hizo como «ofrenda ritual» o con un fin mucho más prosaico: «evitar malos olores asociados al enterramiento», explica la investigadora y profesora de la Universidad del País Vasco (región del norte de España), María José Iriarte.
El estudio analiza el enterramiento de la llamada ‘Dama Roja’ de la cueva de El Mirón(Cantabria), una tumba del Paleolítico superior a la que la revista Journal of Archaeological Science dedica un número especial con todas las investigaciones realizadas ahí.
La cueva estuvo habitada desde el Paleolítico medio hasta la Edad del Bronce, y contiene, un importante depósito arqueológico.
Era conocida desde 1903, pero las investigaciones arqueológicas sistemáticas no se iniciaron hasta 1996 (dirigidas por L.G. Straus y M. González-Morales) y no fue hasta la campaña de 2010, cuando, en los niveles correspondientes al Magdaleniense inferior cantábrico, se halló un enterramiento humano, «intacto y no contaminado», destaca la investigadora.
La fosa, que contiene los restos óseos de una mujer de entre 35 y 40 años, está situada al fondo de la cueva, en un pequeño espacio entre la pared y un bloque desprendido del techo que contiene diversos grabados que podrían ser coetáneos al enterramiento.
La coloración roja que presentan los huesos y el sedimento en el que reposan, sugieren la utilización del ocre como parte del ritual de inhumación, y de ahí el nombre con el que se ha bautizado a estos restos: Dama Roja.
Los autores del estudio (Iriarte, su compañero de la misma universidad Álvaro Arrizabalaga y la profesora de la Universidad de Zaragoza Gloria Cuenca) estudiaron las condiciones medioambientales bajo las que tuvo lugar el enterramiento y analizaron los pólenes y esporas conservados en el sedimento.
En la cueva, en el nivel sepulcral, y sólo allí, los investigadores encontraron una alta concentración de pólenes de plantas de una única familia, la llamada ‘Chenopodiacea’.
Descartadas por diversos motivos otras posibilidades, como que esas plantas se utilizaran con fines alimenticios o terapéuticos, «la hipótesis más verosímil es que se depositaron flores completas en la tumba», explica Iriarte.
«No ha sido posible asegurar si este aporte de plantas tuvo como objeto una ofrenda ritual a la fallecida, o si tenía un fin más sencillo, relacionado, por ejemplo, con el saneamiento o la higienización», añade.
«Con sus florecitas pequeñas generalmente blancas o amarillentas, hoy día no las consideraríamos plantas vistosas», explica Iriarte, «aunque no podemos aplicar el Principio de Actualismo a la conducta humana en estas cuestiones meramente estéticas».
Fuente: El Universal